Ayotzinapa es sólo la punta del iceberg. La desaparición de los 43 estudiantes la noche del 26 de septiembre en las inmediaciones de Iguala no fue un caso asilado. Esto lo saben bien los familiares de los más de 9 mil desaparecidos en México tan sólo en lo que va del sexenio.

El 22 de octubre, los Vergara, grupo declarado “apolítico”, formaron parte de una marcha cuya consigna fue “¿Sólo hay justicia para las desapariciones masivas?”. De esta manifestación nació un comité que ha registrado al menos 235 desapariciones en la región. Esto comité han localizado los restos de 39 personas aparte de los 28 cuerpos encontrados inicialmente por las autoridades estatales en la región.

Mario Vergara busca a su hermano, desaparecido en 2008. “Ya nos iban a descartar La Laguna”, declara ante Arturo Cano, enviado de La Jornada. Se refiere a un paraje al poniente de Iguala adonde los familiares llevaron al personal de la Procuraduría General de la República (PGR) con el resultado de 26 cuerpos exhumados.

En los propios informes oficiales consta que los recursos usados por el gobierno no han sido suficientes y se reconoce una y otra vez la necesidad del apoyo de los locales para encontrar los cuerpos.

Varillas corrugadas con círculos soldados en un extremo son las principales herramientas fabricadas por los herreros y usadas por los lugareños para buscar fosas. Claro Raúl Canaán, tío de dos jóvenes desaparecidos en 2008, explica que el lugar donde se entierra la varilla debe cumplir cierto perfil:

Un árbol trozado a un lado, indicios de piedras que fueron hechas a un lado, suelo agrietado

Cuando se trata de una fosa, el olor es inconfundible, afirman. “Se te queda en el cerebro, no en la mano”, dice Claro Raúl. En su crónica, Arturo Cano precisa cómo estos buscadores señalan distintos puntos del paisaje y le explican cuántos cuerpos fueron exhumados en cada uno.

Las autoridades y los lugareños han llegado a los puntos con fosas gracias a un hombre que ” se acercó a la iglesia, nos dijo que conocía un lugar donde enterraban gente y nos trajo acá”.

Las investigaciones de fosas continúan y el aviso de la existencia de diversas zonas de entierro se vuelve común en Iguala.

Aunque los lugareños han entablado relación con los agentes de la PGR, su desesperación no se aminora: las autoridades sólo programan búsquedas de lunes a viernes.

“Nosotros hemos encontrado más lugares que ellos… Quizá porque yo tengo a mi hermano perdido: nosotros buscamos con el corazón.”

José Luis Abarca no sólo es responsable de la desaparición de 43. Antes de su administración, se habían registrado 15 desparecidos en 2010 y siete en 2011. El primer años de su gobierno, la cifra creció al 32. Para el 2013, se registraban 79 y 49 más en 2014. Estos números sólo incluyen los casos que tienen una denuncia formal detrás. Nadie conoce la cifra exacta, encubierta por el miedo.

 

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