Estamos en el cuarto día de la presidencia de Donald Trump. El mundo no se ha caído, por lo pronto. El peso sigue más o menos estable, alrededor de los 22 por dólar, y la frontera sigue abierta. Trump todavía no ha apretado el botón nuclear, aunque ya sabe cómo hacerlo, y tampoco le ha declarado la guerra a nadie salvo a la prensa de su país. Sin embargo, esto apenas empieza.

¿Qué pasó en los primeros tres días de la presidencia Trump? Acá un recuento de algunos de los hechos más relevantes, que servirán para darnos una idea de lo que viene.

Viernes

El viernes fue el día que todos habíamos temido desde hace tres meses, cuando Trump obtuvo la sorpresiva victoria el 8 de noviembre sobre Hillary Clinton. Como sucede en Estados Unidos, se cumplieron todos los protocolos de siempre. Trump y Melania, su esposa, fueron recibido en la Casa Blanca por el entonces presidente Barack Obama y la primera dama, Michelle. Cumplieron con el viaje en limusina hacia el Capitolio, donde el nuevo presidente juramenta. Esto se hace para que sea enfrente del pueblo, y no de sus representantes, que el presidente asuma el cargo.

Ahí, Trump juró sobre dos Biblias (si algo llama la atención de todo esto es lo religiosa que es la ceremonia de nuestro vecino) y se convirtió en el presidente número 45 de Estados Unidos.

Primer discurso de Donald Trump como presidente de Estados Unidos / Getty

En su primer discurso ya en el cargo, sucedió lo que ya se sabía: claro que Trump siguió siendo el mismo de la campaña. Los únicos sorprendidos –aquí le mandamos un atento saludo a Enrique y a Luis– fueron los que creyeron que Trump cambiaría y se convertiría en un ser más sensato y conciliador una vez que tomara el puesto de líder del país más poderoso de Occidente.

Hubo un cambio, sí. Aquí no se mencionaron nombres. No se refirió ni a México, ni a China, ni a nadie más. Pero no era necesario: el discurso dejaba claro de qué estaba hablando. Sobre México habló de la seguridad fronteriza y también de lo mal que le está yendo a la economía de Estados Unidos (según él). Sobre Europa, Rusia y los sistemas de alianzas, dijo que Estados Unidos primero se cuidaría a sí mismo y después tal vez pensaría en los demás. Lo más directo fue eso: Estados Unidos primero.

Una de las otras cosas que resaltaron del discurso fue la mención del “terrorismo radical del Islam”. A los únicos que se refirió con todas sus letras fue a los musulmanes. Se ha minimizado, pero lo que hubo en los escalones del Capitolio, donde tradicionalmente el presidente delinea su plan para los siguientes cuatro años, fue una declaración abierta de guerra.

Acto seguido, Trump se fue a celebrar. Eso sí, el público fue mucho menor al de años pasados. En las fotos aéreas la diferencia era muy clara: mientras que con Obama estaba abarrotado, con Trump había muchos espacios vacíos.

En la red, la transferencia de poder se dio al mismo tiempo que en el mundo físico: las cuentas de Twitter de Barack Obama y Joe Biden pasaron a manos del equipo de Trump y de Mike Pence, su vicepresidente. El sitio web de la Casa Blanca también cambió radicalmente. Desapareció la versión en español, que existía desde hace ya varios años. De la misma manera se borraron las secciones en las que se hablaba de diversidad sexual, derechos LGBTTI y protección frente al calentamiento global. En su lugar entraron páginas de seguridad y de energías no-renovables. La plataforma del presidente Trump no ve la inclusión ni la diversidad sexual como prioridades; lo mismo con el calentamiento global. Bajo Trump vienen de regreso el carbón y los combustibles fósiles, los principales métodos por los cuales los humanos hemos generado el calentamiento global.

Por otra parte, hubo dos cosas curiosas (y a la vez tristes). De un lado, se comprobó que Trump, o quien le haya escrito el discurso, estaba o acababa de ver The Dark Knight Rises. Es la única explicación por la cual una frase de su discurso sonó, casi palabra por palabra, como lo que dice Bane al secuestrar Ciudad Gótica.

Del otro, el repostero encargado de hacer el pastel para la inauguración de Barack Obama notó algo muy curioso. Trump tenía el mismo pastel. Se lo había plagiado.

(La única diferencia es que el pastel de Obama sí era de verdad, el de Trump era de cartón.)

Sábado

A diferencia del viernes, el sábado había mucha gente en la calle. No sólo en Washington, también en Nueva York y otras 100 ciudades. Hasta nuestra capital tenía gente manifestándose, e incluso científicos en la Antártida traían sus pancartas: se trataba de la “Marcha de las mujeres”, un evento convocado como protesta ante el nuevo presidente, cuyos comentarios dados a conocer durante la campaña no sólo eran sexistas, sino también la confesión abierta de haber cometido un delito sexual.

Las manifestaciones, lideradas por mujeres, fueron de las más grandes a nivel global. Más de un millón de personas salieron a decirle a Donald Trump que no estaban de acuerdo con él. Y lo hicieron de forma pacífica. Al menos en Estados Unidos no hubo un solo arresto.

El presidente y su familia hicieron caso omiso de lo que sucedía. Donald Jr, uno de sus tres hijos hombres, tuiteó un video de su esposa jugando boliche adentro de la Casa Blanca mientras las protestas ocurrían afuera.

Por su parte, Trump fue de visita a la CIA, la Agencia Central de Inteligencia, con la cual se peleó en repetidas ocasiones durante la campaña. La visita, se esperaba, sería una manera de arreglar los problemas entre el sector inteligencia y el ahora presidente. Sin embargo, estuvo lejos de ser la reunión que se esperaba. Cuando Trump habló con la prensa, en lugar de enfocarse en el aparato de inteligencia de su país, habló de lo que más le gusta: de sí mismo. El discurso llegó al absurdo de que el presidente dedicó parte del tiempo a decir que nadie ha salido tantas veces en la portada de la revista Times como él. Ni siquiera Tom Brady, dijo.

La parte más extraña del día fue la primera conferencia de prensa del vocero de Trump, Sean Spicer. En Estados Unidos la tradición dicta que esas conferencias, siempre abiertas a medios, sean espacios de preguntas y respuestas. Con Spicer no ocurrió nada de eso. Llegó, regañó a los medios por, según el, mentir sobre el número de asistentes a la toma de posesión de Trump; les dijo que dejaran de tomar fotos en ángulos que no mostraban la realidad, y terminó por irse sin aceptar una sola pregunta.

Acá en México estamos acostumbrados, pero para los gringos fue un shock. El gobierno le mintió a la prensa a la cara, y nadie supo reaccionar.

Una de las cosas que también pasó inadvertida en todo el shock de la prensa gringa fue que el vocero se refirió a Enrique Peña Nieto como “Primer Ministro” de México. Eso lo hizo mientras anunciaba que nuestro presidente irá la próxima semana de visita a Washington. Aquí en México, al día de hoy, presidencia no ha confirmado el anuncio. 

Domingo

Quizás por ser día de descanso (y Trump se los toma en serio, desde un inicio dijo que empezaría a trabajar hoy, no antes), el domingo fue relativamente tranquilo. Su oficina de prensa dijo que se reunirá en febrero con Benjamín Netanyahu, el primer ministro de Israel. No se dieron muchos detalles, pero Netanyahu busca presionar a Trump en algo que podría resultar en su primera gran catástrofe como presidente estadounidense: mudar la embajada del país de Tel Aviv a Jerusalén. De hacerlo iniciaría un conflicto diplomático con los países árabes.

Donald Trump carta Obama

Al mismo tiempo, en un comunicado menos circulado, la Casa Blanca anunció lo que ya se sabía desde la campaña: que a partir de esta semana Estados Unidos buscará renegociar el Tratado de Libre Comercio con Canadá y México. Es por eso que el jueves nuestro flamante canciller, junto con el secretario de Economía, irán a Washington a reunirse con… el yerno de Trump. 

Estos han sido los primeros tres días de Trump. Algunas cosas comienzan a ponerle los pelos de punta a Estados Unidos, como su nuevo trato con la prensa y su manera de ver la realidad. (Kellyanne Conway, una de sus asesoras, dijo respecto al pleito por el número de asistentes, que el vocero de Trump había presentado “datos alternativos”; entiéndase, disfrazado mentiras de verdades.) Aunque sólo veamos, por lo pronto, algunas indicaciones de lo que viene, es importante seguir atentos. Primero el 26 cuando Videgaray vaya a Washington, y luego cuando Peña Nieto haga lo mismo días después. Y siempre, siempre, al Twitter del ahora presidente de Estados Unidos. Ahí es donde uno puede entender, de primera mano, qué está pasando por su cabeza.

Esteban Illades
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Twitter: @esteban_is

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