La constructora brasileña Odebrecht ha sido señalada por pagar sobornos para adjudicarse contratos por miles de millones de dólares en varios países de Latinoamérica y dos países de África. Entre 2001 y 2016 la empresa brasileña desembolsó 439 millones de dólares en sobornos a funcionarios, legisladores y políticos en Angola, Argentina, Colombia, Ecuador, Guatemala, Mozambique, Panamá, Perú, República Dominicana, Venezuela y, por supuesto, México, con la finalidad de asegurarse una ventaja indebida para obtener y mantener negocios en esos países.

Este caso ya ha tenido consecuencias penales en distintos países en los que se dieran estos sobornos; sin embargo, en México todavía no hay consecuencias legales tangibles. A pesar de que, O Globo difundió información que confirmaría lo que desde hace meses se especulaba: el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, sí recibió moches por parte de la empresa brasileña Odebrecht.

Lozoya fue llamado a comparecer ante la PGR por estas imputaciones y, aunque se presentó este jueves 17 de agosto, se reservó el derecho a declarar ante la Procuraduría. Y sólo anunció que daría una conferencia de prensa más tarde en este día.

“No existe ni un solo elemento de prueba en mi contra”

En la conferencia de prensa, Emilio Lozoya comentó que, tras revisar el expediente de su caso, está tranquilo porque “no existen pruebas o evidencias en el expediente de la PGR que señalen que [recibió] dinero”.

En gran medida, su mensaje a medios giró alrededor de la idea que los contratos de Pemex, por los cuales está siendo investigado, por un lado, fueron revisados y auditados por Secretaría de la Función Pública y la Auditoría Superior de la Federación; además, aclaró que en esas licitaciones no hubo observaciones y ninguno de los resultados fue impugnado. Por el otro, explicó que no existe la posibilidad de que se dé una decision personal al asignar esos recursos.

Sobre su papel en la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto (y el dinero que se dice se fue otorgado de manera ilegal en ese marco) también dijo que no estaba relacionado con ningún cargo futuro y que no tenía ninguna labor administrativa.

Como pasa en este tipo de casos, Lozoya Austin insistió sobre sus cualidades éticas y morales y recalcó que su carrera se ha ejercido principalmente desde el sector privado, que su conciencia está limpia y que está “dispuesto a colaborar para esclarecer estas acusaciones falsas”.

Como está tan de moda desde que el presidente Donald Trump estaba en campaña en Estados Unidos, Lozoya también hizo referencia a las mentadas fake news, e insistió que “sólo los hechos son creíbles”. Javier Coello, abogado del exdirector de Pemex, incluso regañó a uno de los periodistas, reclamando que las pruebas en las que la prensa supuestamente se está basando para levantar falsas acusaciones mejor deberían ir a la PGR, en vez de ser republicadas sin más.

Lozoya no salió demasiado de ese discurso y centró su conferencia en la idea de que va “a defender [su] buen nombre y reputación”.

 “A mí nunca me corrompieron”, incluso sentenció Lozoya, aunque admitió que reconoce el contexto y descontento en el que se dan estas acusaciones.

“Todo se basa en supuestas declaraciones las cuales se tienen que aclarar”, concluyó, sin salirse del guión.

Y pues bueno, ¿qué espérabamos? ¿Una confesión? Si ya sabemos que en este país todo servidor público es honrado, tiene buen nombre y reputación… sin importar pruebas, investigaciones y hasta condenas.

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