*ACTUALIZACIÓN: 11 de enero de 2019

¿Pos qué creen? Después de casi tres meses de deliberación ahora sí es oficial, la Antigua República Yugoslava de Macedonia cambiará oficialmente de nombre. Esta decisión llegó tras un controvertido referéndum y uno que otro pleito en el Congreso.

El pequeño país balcánico —dos millones de habitantes— llegó a un acuerdo interno e internacional para que, con su nuevo nombre, se le abran las puertas de la OTAN y de la Unión Europea.

Acá abajo podrán leer todo el drama del referéndum de septiembre pasado y la grandísima historia de este cambio de nombre que lleva más de 2 mil años en discordia.

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Este domingo, 30 de septiembre, los ciudadanos de la Antigua República Yugoslava de Macedonia —o Macedonia, para no complicarnos— tendrán en sus manos el futuro de su nombre como nación en un histórico referéndum.

Un cambio de nombre en el panorama internacional no solo hace que el Maratón que tienes juntando polvo desde hace 20 años sea todavía más obsoleto y que los impresores de mapas y monografías tengan que actualizar el modelito. Un cambio de nombre es también una oportunidad casi única de ver cómo sigue evolucionando el mundo en pleno siglo XXI.

Aunque en los últimos 30 años ha habido otros bautizos de naciones enteras, el caso de Macedonia es muy particular.

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Diáspora de ciudadanos de Macedonia en Berlín organizan una protesta // Foto: Getty Images

Para no hacerles el cuento muy largo, la votación de este domingo intenta arreglar una pleito que se originó en el año 356 a. C.

¡Ah, caray! ¿Pues qué pasó hace más de 2 mil 300 años que sigue calentando los ánimos? Casi nada. Solamente nació Alejandro Magno en el antiguo reino griego de Macedonia. En el momento nadie lo sabía, pero el individuo cambió tanto la historia que, en pleno 2018, dos países se odian por ver quién puede decir que el buen Alex es su compatriota.

Ahora sí, sin dar tantas vueltas, vamos a platicar de la historia

La República de Macedonia es el país vecino de “arriba” de Grecia. Al mismo tiempo, la provincia más al norte dentro del país helénico es también llamada Macedonia y esa sí se refiere a la versión histórica del reino. Claro, el territorio que dominaba Alejandro Magno era tan extenso que también ocupaba la zona de la actual Macedonia.

Entonces, si nos ponemos específicos, ambos países podrían reclamar como suyo al histórico rey. Por estas razones se han caído mal desde inicios del siglo pasado, pero lo que nos importa ahora son las relaciones desde que Macedonia se convirtió en un país independiente.

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Protestas en Atenas contra el nombre de Macedonia // Foto: GettyImages

Cuando Macedonia —la de ahorita— se independiza oficialmente de Yugoslavia en 1991 se pusieron buenos los cates. Las autoridades griegas reprobaban el uso del nombre oficial del nuevo país. Es más, Atenas se oponía públicamente a la nueva bandera, al símbolo, al idioma y hasta el gentilicio. Para ponérselas más simple, Grecia no los aceptó con ese nombre y mandó una inconformidad oficial cuando la República de Macedonia entró a la ONU. 

Según Grecia, la identidad del joven país es una reclamación territorial hacia su histórica provincia.

Bueno, se llevan mal y eso qué. No son los únicos.

Pues Macedonia ha intentado ser el miembro número 28 de la Unión Europea —no hablemos de Brexit— desde hace bastantes años. También, sus autoridades han intentado formar parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Sin embargo, se han estado topando con una gigante pared de color azul y blanco.

Grecia, que sí es un estado miembro de ambas organizaciones, ha votado en contra de todos sus intentos desde que empezaron. En otras ocasiones, simplemente han vetado la discusión de incluir a Macedonia en sus grupos de cooperación.

Si creían que son dos naciones “adultas” y podían discutir sus problemas con madurez están equivocados. Ante las negativas, lo primero que hizo Macedonia fue bautizar como Aeropuerto Alejandro Magno la terminal central de Skopje, su capital.

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Estatua de Alejandro Magno y Bucéfalo en Macedonia // Foto: JourneyWonders

Eso y mandar a poner una gigantesca estatua del histórico rey en el centro de su ciudad principal. Sal a la herida, le dicen. 

¿Qué? ¿A poco sí hay posibilidad de arreglar todo?

En junio pasado, el Primer Ministro de Grecia (Alexis Tsipras) y el Primer Ministro de Macedonia (Zoran Zaev) llegaron a un acuerdo. Todo era sonrisas y estrechadas de mano mientras ambos países aseguraban que habría posibilidad de llevar la fiesta en paz.

En el trato, moderado por la ONU, la República de Macedonia cambiaría de nombre y dejaría muy en claro que no quiere una reclamación territorial con la parte histórica de la provincia norteña de Grecia. Eso sí, seguirían conservando el gentilicio de ‘macedonio/macedonia’.  Mientras tanto, Grecia dejaría de negarles la entrada a la Unión Europea y a la OTAN.

Para que este acuerdo quede sentado en piedra, ambos parlamentos tienen que aceptarlo y, en el caso de Macedonia, hacer un referéndum a toda su población.

Oye y a todo esto, ¿cuál sería el nuevo nombre?

Macedonia del Norte. Sí, una disputa digna de Game of Thrones se arreglará con un mentado cambio de dos palabras.

Siglos de historia, estatuas gigantes encargadas por despecho, pleitos diplomáticos, obstrucciones económicas y parte del legado de Alejandro Magno llegaron a una solución que, al final del día, a todos se nos va a olvidar.

Perdón por no decirlo antes.

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Soy Max Carranza y me he pasado la vida rodeado de memes, cultura digital y bastantes horas frente a las pantallas. En el camino me encontré la pasión por abordar los temas sociales más urgentes e intentar...

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