Steven Wilson hizo un triunfal regreso a la Ciudad de México. Las entradas para este show se agotaron de manera vertiginosa, por lo que hubo que abrir lugar para una segunda, misma que podría agotarse también. Esto nos habla del profundo impacto que este artista ha tenido con el público mexicano fanático del Rock Progresivo que en nuestro país se cuenta por varios miles.

Con la consabida puntialidad inglesa, el concierto comenzó en punto de las 9 de la noche, ni un segundo antes o después. En la enorme pantalla del alguna vez cine Plaza Condesa aparece una fachada de departamentos. Luego de un rato podemos percibir que estamos viendo rápidamente el transcurso de un día. Y si nos fijamos bien, la luz de ellas se apagan y encienden tal como ocurriría en cualquier día, sin embargo hay una que permanece encendida todo el tiempo. Lo cual nos remite a la historia en la que está basado el nuevo álbum de Steven Wilson, Hand. Cannot. Erase., el cual viene a presentar hoy.

Poco a poco los músicos van apareciendo en escena y son recibidos con aplausos del abarrotado recinto. En pantalla, aparece una bella y joven mujer, es la protagonista de la historia del álbum, camina por un suburbio londinense y al mismo tiempo aparece Steven quien es recibido por una gran ovación.

Hand. Cannot. Erase apenas tiene un par de semanas de haber aparecido en el mercado y la gente ya se sabe todas sus canciones, “First Regret/3 Years Older” es la primera de la noche y todo el mundo la canta, mientras vemos a Ella en su vida diaria, fumando, recordando los buenos días del pasado cercano. Se le mira melancólica en su pequeño departamento, su pequeño capullo. Los cigarrillos apagados se acumulan en un cenicero. Sus ojos desde nuestra perspectiva parecen penetrantes, pero en realidad no nos traspasan, no van mucho más allá de la contemplación de la vida ordinaria que sigue su marcha imparable ante su mirada. En casa, un gato negro de enormes ojos verdes la acompaña.

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La banda está sonando genial, el audio es perfecto. Craig Blundell, supliendo a Marco Minneman en la batería sostiene la avalancha de notas proferidas por el tecladista Adam Holzman junto al bajista Nick Beggs. También el nuevo guitarrista Dave Kilminster (a quien pudimos ver en la banda de Roger Waters durante la más reciente gira de The Wall) hace un estupendo solo.

Tras una breve pausa Steven saluda al público y aprovecha para decirle a alguien de las primeras filas que esta noche no va a tocar “Trains” y que le ahorra la molestia de tener que estar con el brazo levantado dos horas. “Además estamos aquí para presentar la música de un nuevo álbum llamado Hand. Cannot. Erase., el cual es mucho mejor que ‘Trains’, y puedo decirlo con toda confianza porque ¡es mi puta música!” comentario que desata varias carcajadas.

Así que prosiguen con el tema que le da nombre al álbum. Ahora en pantalla aparece Ella junto a un hombre de pelo largo. Se tocan amorosos, cariñosos. Las tomas en blanco y negro nos indican que es un recuerdo que sucedió hace mucho y es indeleble, justo como la mano que no puede borrar ese amor. Los bañan cubetadas de agua que al chocar con sus cuerpos brillan como estrellas.

Se ligan de inmediato con “Perfect Life”. El nuevo sencillo nos lleva a un viaje al pasado más profundo de esta mujer. Ahora es una niña/adolescente. Tiene una bicicleta amarilla y una hermana con la que va al campo en una tarde soleada. La luz dorada las baña incesante mientras juegan y se abrazan. A pesar de la belleza de la escena es un recuerdo doloroso.

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Una nueva pausa y Steven tiene más anuncios qué hacer. “No toco peticiones, no importa todas las veces que griten nombres de canciones, para eso hay un enorme setlist que están viendo aquí frente al escenario”. Hecha la aclaración y haciendo evidente su perfeccionismo se disculpa con la gente porque para la siguiente canción se requieren tres voces tal como la grabó en estudio. Ahí utilizó los servicios de la cantante Ninet Tayeb y de un niño de coro de iglesia, los cuales obviamente no estaban presentes. “Así que unas partes las va a cantar Nick y lo demás saldrá por medio de dispositivo de audio Apple, me disculpo por ello”.

Hay más del nuevo álbum, “Routine”. El panorama ha cambiado. Ahora las imágenes son una animación. La protagonista se ve cansada, triste. Se deduce que ha llorado por lo enrojecido de sus ojos y algo de humedad en sus mejillas. Dos pequeñas camas vacias, loncheras, juguetes nos dicen que en esa casa hay niños pero ahora están ausentes. Los juguetes son guardados en un baúl. Cocina y se sirve la mesa con todos los platos pero sólo está ella. Suspira y lava obsesiva los platos hasta que la sangre brota de sus manos, la música crece acentuando el momento con alto volumen y distorsión. Se desespera y comienza a deshacerse de todo el pasado que la hiere. Al final nos enteramos de lo que la atormenta y el destino de sus hijos.

Sin parar, la banda se liga con una clásica para los fans, “Index”, que es recibida con gritos de emoción. Nick ahora toma el stick mientras que Steven cambia su guitarra por el bajo. Craig está haciendo un gran trabajo en los tambores. Quizás por la advertencia que estaba impresa en la entrada del recinto o por propia voluntad, sorprende que muy pocos se atreven a sacar fotos o grabar video. Este es un concierto que afortunadamente demanda la total atención de la audiencia.

Tras una breve pausa siguen con más del nuevo material, “Home Invasion/Regret #9”. De nuevo aparece Ella a cuadro en la pantalla. Porta una playera de Joy Division con aquella sentencia devastadora y verdadera de Ian Curtis: Love Will Tear Us Appart. Durante todo el tema viajamos a través del túnel de sus ojos cafés en la que la vemos por diferentes escenarios con una letra que nos habla sobre cómo esta mujer decide refugiarse en la vida digital pues ha perdido toda fe en lo que sucede en el mundo exterior.

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Otra pausa para presentar a la banda y hacer un intento de recordar cuando Steven vino por primera vez a México con Porcupine Tree. “Me parece que he venido a México toda mi vida”. Es así como presenta otro tema de su alabado proyecto: “Lazarus” que también provoca gran emoción en el público.

“El primer álbum que lancé usando mi nombre, lleva el nombre de una de las calles de su ciudad, quiero tocar algo de ese álbum, Insurgentes”. Los fans están a punto del desmayo con las primeras notas de “Harmony Korine” con grandes solos a cargo de Adam y el propio Steven.

“¿Alguien viene al show de mañana? Queremos decirles que no tocaremos un set distinto, todo será lo mismo que están escuchando ahora. Esto es porque tenemos nuevos miembros en la banda y apenas estamos aprendiendo a tocar todos juntos. Sin embargo ahora mismo tocaré algo que únicamente escucharán esta noche. No es una canción mía, es la canción de una artista canadiense”. Bastan las primeras líneas del tema para que todos sepan que se trata de “Thank U”, la popular canción de Alanis Morissette que regularmente Steven tocaba con Blackfield, otro de sus proyectos.

“Ancestral” otro de los temas más recientes, transcurre casi en la oscuridad. El sonido cuadrafónico se esparce por todas las áreas del lugar, nos da una sensación de sonido envolvente. Un tema que comienza suavemente y termina con grandes explosiones de sonido entre colores rojo y azul que nos ciegan con el fulgor desde la pantalla.

En este punto llega una de las canciones más conmovedoras de su nuevo trabajo: “Happy Returns”. Ella regresa a la pantalla. Sigue ahí mirándonos, contemplando con sus ojos cafés. Nos hace partícipes de sus recuerdos, mientras le escribe una carta a su hermano, en la cual lo saluda, cuenta un poco de las cosas que contempla pero que al final todo es lo mismo. No puede decirle nada nuevo, decirle que ha estado ocupada porque nada ha cambiado, sólo que el tiempo pasa como si fuera un tren al cual saluda pero no aminora la velocidad. Las pláticas, las caminatas en el parque, los momentos felices parecieran ahogarla. Todas estas sensaciones se acentúan con las armonías vocales y un Gilmouresco solo por parte de Kilminster.

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Silencio, sólo un pequeño piano suena. Ella se queda ahí contemplando. Es de noche en Londres. Contempla la quietud de la noche. Las pequeñas luces de los autos que parecen luciérnagas a la distancia. Una luz blanca se hace más intensa gradualmente y Ella se va desvaneciendo al igual que los músicos. El recinto estalla en un alud de aplausos y gritos estridentes.

Una gran cortina transparente cae sobre el escenario. Unos ojos de un hombre entrado en años nos miran. Su mirada fija y el sonido de maquinarias nos indican que está por interpretarse otro de los grandes temas de Wilson, “The Watchmaker”, de su anterior álbum, The Raven That Refused to Sing. Steven pasa de la guitarra acústica al bajo, el cual ayudado de distorsión y octavador expulsa un breve pero genial solo.

El final de la velada llega “Sleep Together” otro popular tema de Porcupine Tree que de inmediato hace que todo el mundo mueva la cabeza y levante los puños, pues sus enormes capas de distorsión lo convierten en una canción de corte casi metalero.

El grupo se despide con una historia de terror, “The Raven That Refused to Sing”, la cual nos es narrada en pantalla mediante una genial y sobrecogedora animación la cual sería imposible describir pues tiene diversas interpretaciones.

Un genial concierto que no importa cuantas veces lo vean en videos de mala calidad en YouTube, jamás podrá compararse con la experiencia de estar presente frente a la banda y experimentar el show con toda la carga emocional que Steven Wilson y su banda nos ofrecen.

@ivannieblas

Fotos: Selene Ortiz Tolentino/OCESA

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