Hoy hace 23 años el mundo se veía invadido por una nueva placa de Metallica. Para entonces nadie se imaginaba que aquel disco de portada negra, sin título (con una pequeña serpiente que sólo se veía a contraluz, igual que su logo) se convertiría en uno de los discos más vendidos e importantes de la historia de la música.

Metallica dio un giro radical a su sonido luego de piezas clave para el desarrollo del Thrash Metal como Kill’em All, Ride the Lightning, Master of Puppets y And Justice For All. Irónicamente sería este último álbum, con sus intrincados riffs, sus temas que rebasaban los siete minutos y sus temas de corte político, el que les daría la pauta para intentar algo nuevo: escribir canciones sencillas y memorables.

Metallica seguía siendo una banda de garage que se había ido desarrollando gracias al apoyo de sus fans incondicionales, la radio no les hacía mucho caso y la prensa especializada en Metal era la única que hablaba de ellos, a pesar del alcance masivo que tenían y que ya tocaban en estadios, en cantidad seguían siendo números muy limitados.

James Hetfield y Lars Ulrich, encargados siempre de la dirección que tomaría cada álbum, se vieron confrontados por Bob Rock (que entonces se encargaba de producir a sus enemigos naturales, Mötley Crüe y Bon Jovi) quien había sido elegido originalmente para mezclar la placa y se postuló como productor, el señor sentía que Metallica no había logrado capturar en ningún disco el sonido titánico que la banda producía en vivo. Bob Rock haría que Metallica sonara enorme, como jamás había sonado. Por supuesto las sesiones de grabación no fueron fáciles puesto que nadie jamás les había dicho cómo trabajar, James y Lars tenían su método, así se hacían los discos y ya. Una vez salvadas las diferencias y tras haber sometido a Bob al bullying más intenso, los resultados saltan al oído. Millones de capas de guitarras, una batería gigantesca, un bajo que por fin se escuchaba (lástima que era el de Jason Newsted y no el del fallecido Cliff Burton) y grandes canciones.

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Lars estaba seguro que sería el mejor de su carrera desde un principio. James pensaba en él simplemente como uno más, una colección de las mejores canciones que pudieron hacer en el momento. Ningún estaba preparado para ser calificados como una de las mejores bandas del mundo y ser catapultados a las grandes ligas. Curiosamente sería el guitarrista Kirk Hammett, quien no se caracteriza por ser el gran compositor de la banda, el que le daría al grupo el riff de su más grande éxito: “Enter Sandman”.

El álbum negro de Metallica no es un gran álbum de Heavy Metal, es simplemente uno de los mejores discos de Rock de la historia.

Les dejamos un playlist con unos interesantes covers, versiones en vivo y algunas de nuestras preferidas de este histórico álbum.

T: IvanNieblas

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