Según un reporte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), de sus 34 países integrantes, México es el segundo país con mayor desigualdad, lo cual significa que en nuestro país existe una marcada brecha entre pobres y ricos.
Además de ser evidente en las calles, las cifras confirman el estado de desigualdad social imperante en México: si tomamos sólo al 10% de la población más pobre y al 10% de la población con más ingreso, obtenemos que el primero concentra únicamente 1.2% de los ingresos del país, mientras que los segundos el 36.7%.
Por si lo anterior no basta para ejemplificar el nivel de desigualdad existente en nuestro país, según el coeficiente Gini –medida que compara la inequidad de ingresos, donde “0” es que toda la población tiene los mismos ingresos y “1” que sólo una persona concentra la mayoría de ingresos -, México se ubica en 0.48, mientras que la media es 0.32.
Quizá lo más grave del asunto es que, lejos de ir desapareciendo el problema, éste se agudiza: la pobreza relativa abarca 20.4% de la población del país, es decir, dos de cada 10 personas tiene un ingreso menor al 50% de la media nacional, situación que tiene mayor impacto en niños y adultos mayores.
Aunque sobra decir que estamos muy por debajo de los estándares de las naciones de primer mundo, en el comparativo de personas en condición de pobreza relativa, en Dinamarca la tasa de niños en dicha condición es de sólo 3.8%, mientras que adultos mayores es menor a 10%… en nuestro país la tasa es de 33.2 y 15%, respectivamente.
Por cierto, Chile es el primer lugar de los países miembros de la OCDE con mayor desigualdad, ya que en su índice Gini alcanza una medida de 0.50; en contraste, los menos desiguales son Eslovenia con 0.24 y Noruega, con un índice de 0.25.