Todo ser humano, sin importar cuál sea su raza u origen, ha sentido tan sólo una vez pulsaciones aceleradas del corazón por el miedo, desigualdad e injusticia vivida dentro del país que lo acoge. Esta sensación, ya no tan particular, es la relación estrecha que comparten México y Sierra Leona. Esta última, al cumplir hoy 21 años tras el estallido sangriento y prolongado de la pasada guerra civil.

Cualquier lector de este blog puede comprender la información nombrada anteriormente, pero la pregunta radica en ¿por qué interesarse como mexicano en la vinculación de estos problemas sociales? La respuesta se vuelve fácil: cuando nos percatamos que la diferencia de cultura y distancia, no nos aleja de la similitud de la problemática social.

Para esto, es necesario realizar un breviario de lo acontecido en México, durante el último sexenio (2006-hasta la fecha).

Actualmente nos encontramos gobernados por el Partido Acción Nacional (PAN) con el presidente en curso, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa. Durante su administración, se lleva acabo uno de los tantos proyectos nación a tratar, entre ellos: la guerra contra el crimen organizado (donde se encuentra inmerso el narcotráfico).

La estrategia efectuada por el gobierno mexicano generó conflicto, no sólo con los criminales; también con la opinión pública, es decir los medios de comunicación y la sociedad civil. Se intentó solucionar, por vía del orden público (fuerzas armadas) y la misma fue perdiendo el control al cobrar una gran cantidad de daños colaterales (entre ellas, más de 50 mil muertes registradas al final del 2011).

Dejando así, un país con fracturas expuestas y orillando a los ciudadanos al cuestionamiento del funcionamiento y capacidad del Estado para la resolución de su táctica.

Tras la inconformidad de la sociedad mexicana y visualización de las cifras expuestas por la información mediática, emergió la necesidad de alzar la voz; para expresar la frustración e impotencia de una nación. Llevando así al nacimiento de lo que hoy serían nombrados “movimientos civiles pacíficos”. Entre ellos; No + Sangre y Movimiento Por la Paz con Justicia y Dignidad.

Y sólo con el logro del conocimiento de la historia no repetiremos los errores del pasado. Es por éllo que es tan necesario, y nuestra obligación como ciudadanos mexicanos, detenernos tan sólo un momento y cuestionar de manera analítica, crítica y constructiva si ésto es lo que realmente queremos para el futuro de nuestro país, yaa que sólo en nosotros se encuentra el cambio y la exigencia de un política de seguridad pública efectiva.

Es tiempo de recordar la situación catastrófica de Sierra Leona. Durante marzo de 1991 comenzó la guerra civil en aquel país africano, entre el gobierno de Joseph Mamoh y el Revolutionary United Front (Frente Revolucionario Unido o FRU), este último apoyado por un grupo revolucionario de Liberia que buscaba liberar al país del régimen de Mamoh. El enfrentamiento tuvo duración una de once años, es decir hasta 2002, dinde se perdieron más de 200 mil vidas.

Sierra Leona, uno los países más pobres del mundo en aquel entonces, tenía un fuerte mercado de diamantes. En un principio, la venta de las radiantes piedras se negociaba entre el gobierno y reconocidas firmas de la industria, como De Beers. Pero al inicio de la guerra, las minas cayeron bajo el poder del FRU, entre ellas la de Kono, lo que aseguró el financiamiento de una guerra.

Haciendo corta esta larga historia, los revolucionarios se convirtieron en un grupo de traficantes de diamantes, esclavizadores, saqueadores y asesinos. Y el gobierno tuvo que acudir a ayuda internacional y mercenarios. Desafortunadamente, cualquier grupo de resistencia civil se transformó en el mismo enemigo del que se defendían.

Hasta ahora, la guerra cicil de Sierra Leona tiene una similitud bastante evidente con la cotidianidad que se vive en México.

Entre todas las historias registradas de los sobrevivientes de la guerra civil de Sierra Leona existen numerosos casos de gente que era secuestrada por el FRU. Los revolucionarios llegaban a los pueblos, violaban y asesinaban a las mujeres junto con niños, adultos y personas de la tercera edad.

En otros casos, a los hombres se les cortaban las manos o los explotaban como trabajadores en las minas de diamantes. Murieron miles de personas y muchas más fueron víctimas de tortura, mutilación, secuestro y violación.

Casos como los de Sierra Leona han salido a la luz en nuestro país. Si recordamos casi un año atrás, al encuentro de las narcofosas; donde descansaban los cuerpos mutilados de decenas de personas.

Entre todos los testimonios que se han dado a conocer en el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, se habla de secuestros y asesinatos sin resolver; sólo números agregados a una lista que no acaba.

Los casos y víctimas no terminarán mañana, ni empezaron el año pasado. De manera diaria, desde finales  del 2006, los crímenes relacionados con el narcotráfico y crimen organizado, han ido en incremento.

En un contexto así, es natural que grupos de resistencia ciudadana surjan. Se ha visto a lo largo de la historia, como México en la actualidad, Sierra Leona, no fue una excepción.

En los años que duró la guerra en Sierra Leona, existía un grupo civil armado conocido como los Kamajohs, quienes se dedicaban a proteger a la población de los ataques del gobierno y de los “revolucionarios” del FRU.

Durante las caravanas y marchas de Javier Sicilia y en otros grupos de ayuda salieron a la luz varios casos semejantes al de Sierra Leona. Representantes de municipios de Guerrero, Michoacán y otros estados declararon que su comunidad había expulsado a la policía municipal, ya fuera por su incompetencia o corrupción, para instaurar cuerpos de seguridad formados por los mismos civiles.

El problema no sólo emana en que la población realice una organización propia en busca de su bienestar, asignadas a la protección del ciudadano; sino que el gobierno acuda a mercenarios, tras el fallo de las instituciones gubernamentales para garantizar la seguridad al pueblo.

En Sierra Leona, al ver que el Estado no logró solucionar la guerra, se convencieron de contratar a un grupo de paramilitares (principalmente sudafricanos) llamados Executive Outcomes. Con astucia, los mercenarios lograron la victoria y contener el avance de las tropas del FRU para retomar las minas de diamantes, creando un entendimiento de “estabilidad” en Sierra Leona.

A comparación de México, a mediados del año pasado, el 2011, fuimos testigos del surgimiento de los primeros paramilitares de la guerra contra el narcotráfico, autonombrados como los Matazetas de Veracruz, México; tolerando autoridades su existencia, pero negado por el sentimiento acontecido del paramilitarismo ante el gobierno mexicano.

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La violencia por el narcotráfico es considerada la primera causa de temor entre los jóvenes de 18 a 23 años y consecuentemente de manera secundaria; en los jóvenes 12 a 17 años dentro de materia de seguridad pública a nivel nacional. Con base en los resultados de la encuesta nacional sobre la discriminación en México (Enadis) 2010. Sin olvidar la obtención de los empleos, en el 35.4% de los jóvenes de entre 12 y 29 años el principal problema es la falta de oportunidades de empleo.

La interpretación e información de lo acontecido, no siempre tiene que ser por un medio escrito, claro está. El ejemplo de un medio audiovisual que es el del largometraje titulado “Diamante de Sangre” (“Blood Diamond” en inglés) reconocido a nivel internacional y no sólo por las academias de cine, también por Amnistía Internacional.

Dirigida por el director estadounidense Edward Zwick en 2006 (mismo año de inicio de la guerra contra el narcotráfico en México), representa e ilustra distintos aspectos de la vida cotidiana en Sierra Leona, durante la guerra civil. Y funciona en la generación de conciencia en el consumo ilegal de diamantes, que hoy en día siguen siendo adquiridos.

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Realizando un paralelismo, México en 2010 con un retrato cinematográfico, cuneta sobre la guerra acontecida contra el narcotráfico para festejar los 200 años de la independencia de los españoles. La película llevaría el nombre “El infierno” y fue realizada por Luis Estrada y Jaime Sampietro.

“El Infierno” es la significación de un país semejante a Sierra Leona, donde las autoridades no alcanzan a proteger al pueblo. Es un país donde la gente es orillada, y no atendida por falta de oportunidades y corrupción constante, a unirse a las filas del crimen organizado para cometer terribles actos de naturaleza homicida y criminal.

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A finales del 2010, después de todo el impacto que “El Infierno” logró en el audiencia, nuestro colaborador Pebito conoció a un chihuahuense que comentó lo siguiente: “La película de ‘El Infierno’ es justo el espejo de como se ve por donde yo vivo [Chihuahua]”. Su nombre era Alejandro, un joven de 18 años, originario de Delicias, Chihuahua.

México, se encuentra en una situación que genera la pregunta final ¿Es México como Sierra Leona? Una tierra donde domina el más fuerte y la civilidad del pueblo se desvanece por pocos dólares y algunos años de bienestar, si es que sus ciudadanos logran a vivir esos años o a conocer aquel supuesto bienestar.

Es en un momento como éste cuando una de las propuestas de Amnistía Internacional emergió para combatir contra el tráfico de diamantes. Se dio la idea el compartir imágenes para concientizar a toda la gente que compraba diamantes. De ese modo, además de usar testimonios de víctimas de la guerra, los consumidores se convirtieron (en cierta medida) en un mercado que exigía diamantes, ahora sí, limpios de sangre.


De esa manera, la estrategia que la población estadounidense y mexicana deberían tener sobre el consumo de las drogas es a través de informar a quiénes las están comprando y qué consecuencias se tiene que pagar por un gramo de cocaína o por un porro de marihuana.

A continuación una galería del trabajo que realizaron Elena Rojas y Alejandro Juárez de la ENAP y la Escuela Activa de Fotografía de México como propuesta para concientizar sobre el consumo de las drogas.

Todos somos conocedores y por lo tanto, todos somos culpables, al permitir que este dolor que nos aqueja a cada uno de nosotros como mexicanos, no sea detenido y mucho menos confrontado.

Una idea como la de arriba, semejante a la de Amnistía Internacional, tomada de la mano con un impulso a la educación y mejores trabajos en el país; podría ser una estrategia pacífica para combatir una problemática social como la que vivimos, donde jóvenes prefieren vivir una corta vida criminal en lugar de terminar sus estudios y tener un trabajo legítimo.

A diario, al caminar por la calle y observar en un puesto de periódicos víctimas de la guerra que caen día a día o ver en la televisión o escuchar en la radio cifras interminables de muertos, todos nos hacemos culpables. Si nosotros no expresamos nuestras necesidades y miedos ¿quién lo hará?, si nosotros no exigimos un responsable y comprometido gobierno, que cuide de sus ciudadanos ¿quién lo hará?

Depende de nosotros, con o sin ayuda del gobierno, de que la ola de violencia y el sufrimiento que padece nuestro país se detengan.

“Debes ser el cambio que quieres ver en el mundo” Gandhi.

Por: Esteban González de León y León y Sandra Sofía Sánchez Calderón.

Fuentes: Amnistía Internacional, Human Rights Watch, Animal Político, Proceso, The Economist, Triple Pundit, El Blog del Narco, Animal Político.

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