A lo largo de toda la historia los dirigentes del mundo han llenado nuestras cabezas con sus buenas intenciones. La mayoría de sus compromisos se quedan en mero discurso, pero siempre hay que darles el beneficio de la duda y, claro, poner de nuestra parte, para que se realice.

Es el caso de la declaración política a la que se adhirió México en la ONU, en la que se comprometió a parar la epidemia del VIH-Sida para el año 2030. ¿Cómo, si ni cura hay? Bueno, no se trata de desaparecer el virus, sino de bajarlo de su categoría de amenaza para la salud pública. Para lo anterior, se han fijado una serie de metas específicas en determinados lapsos, esto en el marco del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, los cuales se adoptaron desde septiembre pasado.

En su oportunidad en el micrófono, José Narro Robles, resaltó lo que, en general, se ha hecho en contra de la enfermedad: desde convertirla en un síndrome crónico, hasta aumentar la calidad de vida de quienes la padecen. No obstante, apuntó, todavía se puede hacer más y de eso se trata la meta impuesta para el 2030:

“Existe la posibilidad real de detener en 2030 la epidemia de este padecimiento. Esto sólo se conseguirá si se mantiene el esfuerzo realizado, si se acelera el reforzamiento de las acciones que han mostrado tener el mayor impacto”.

La forma en que México intentará contribuir para la meta será enfocándose en la población juvenil, sobre todo en aquella que ahora concentra la mayor parte de las nuevas infecciones, que es la que ronda los 15-29 años. Además, se trabajará para identificar a los nuevos portadores de la enfermedad, sobre todo en las franjas poblacionales en las que se piensa que se corren menos riesgo de contagio… ahí es donde hay gente que ni saben que son portadores del VIH y, bueno, así es como surgen más contagios.

XXXIV FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO

“En México, una de cada tres personas que padecen la infección no lo sabe, no los tenemos identificados y no cuentan con diagnóstico”, reveló el ex rector de la UNAM, que resumió el plan de México en el tema como el 90-90-90… que son las medidas del cuerpo que tendremos todos los mexicanos, a ver si así optamos por la abstinencia.

Obviamente no. Se trata de las previsiones que se contemplan para los próximos años: contar con el diagnóstico del 90% de la población, que 90% de los infectados cuenten con el respectivo tratamiento y que el 90% cuente con supresores virales.

Claro, el (otro) gran reto es sacar presupuesto, ya que los costos de los medicamentos no son nada baratos… y menos cuando hay gente gandalla como Martin Shkreli, dueño de Turing Pharmaceutical, que tuvo la puntada de comprar los derechos del Darapin, uno de los fármacos con los que se trata el virus, y de 13.50 dólares que antes costaba, decidió incrementar el precio hasta 750 de los verdes. Pero bueno, el mundo lo puso en su lugar.

*Vía El Universal

 

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