Tuvimos la oportunidad de recibir a Mircea Cărtărescu y a Marian Ochoa de Eribe en su más reciente visita a México, apenas unas horas después de haberle sido otorgado el Premio FIL de Literatura 2022. Les compartimos la platica que tuvimos con ellos, una tarde, desde las oficinas de Sopitas.com

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Foto: José Antonio Martínez // Sopitas.com

Tatiana Tibuleac ha reconocido en repetidas ocasiones que Mircea Cărtărescu, más que cualquier otro autor, ha sido el responsable de abrir la puerta de la literatura de Rumania al mundo; y tú, Marian —Marian Ochoa de Eribe, su traductora al español—, has sido el puente invaluable para que conozcamos a Mircea Cărtărescu y, en consecuencia, también a Tibuleac.

La traducción en sí misma es un arte, porque una mala ejecución podría estropear toda una obra y ustedes han logrado algo sumamente difícil: traducir lo a veces intraducible y comunicar una obra íntima y compleja.

—Quisiera comenzar preguntándoles, a los dos, ¿cómo se conocieron? ¿Cómo ha evolucionado a través de los años su relación para establecer esta simbiosis única entre autor y traductora?  

Mircea Cărtărescu: Para mí es un placer conocer a Marian Ochoa. Somos amigos desde hace casi 15 años y a veces debo decir que no recuerdo que traduce mis libros, me imagino que es simplemente una amiga mía. Estoy asombrado por el esfuerzo que ha depositado en traducir tantos libros en estos años. Cuando nos conocimos éramos mucho más jóvenes, más deslumbrantes, más entusiastas y nos hicimos amigos inmediatamente. A partir de entonces todo se ha desarrollado junto con los libros. Ella tradujo en primer lugar Lulu que le gustó mucho, pero también la torturó bastante porque es un libro que no quiere gustar sino ser verdad. Luego siguieron libros más importantes, más fuertes, más poderosos y nos hemos reunido cada año a lo largo de este periodo. Enrique Redel y Marian son mis mejores amigos en España y son las dos personas a las que debo toda mi popularidad en España y América Latina.

Y aquí, en México, está apenas comenzando. México ha abrazado tu universo de una manera muy particular…

Cărtărescu: Yo ya me he asustado de lo que he podido ver. Durante estos últimos años he visitado América Latina, he estado varias veces en Colombia y en México y tengo un sentimiento de verdadera felicidad cuando estoy aquí. Hay una diferencia profunda con respecto a Europa. Europa para mí es como un país que está adormecido, no se puede comparar cómo se recibe el arte aquí y cómo se percibe en Europa. Aquí todavía la gente lee como leía yo cuando era adolescente, es decir, con todas mis fuerzas, con toda mi alegría y con todo mi respeto por los grandes escritores. Eso ya no sucede en el mundo europeo y puede que tampoco en Norteamérica, pero aquí está en la propia naturaleza de la gente mostrar ese entusiasmo. La gente vive la vida aquí como un milagro; se alegra con el color, con el brillo y el amor y por supuesto, con los libros. Ese es uno de los motivos por los que yo escribo, porque yo escribo con la misma alegría.

Otro motivo es que yo escribo literatura basada en la imaginación y probablemente esto les hace recordar a los lectores todos los escritores latinoamericanos, aquellos que se manifestaban a través del realismo mágico que fue el boom de los años 60 y 70, y que se encuentran entre mis grandes favoritos de la literatura. Durante toda mi juventud soñé con escribir como Vargas Llosa, Márquez, Cortazar, Borges, Bioy Casares, Sabato —en primer lugar— y muchos otros.

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Mircea Cărtărescu // Foto: Editorial Impedimenta // Alessandro Moggi

—Hace no mucho, te escuché decir que buscabas extender la escritura de tus libros lo más posible porque tu intención no es publicarlos, sino habitarlos. Pude, entonces, entender que tu amor hacia la escritura va mucho más allá del placer de hacerlo, o la mera necesidad de contar una historia. Imaginé que a través de las letras has escogido construir un mundo —si no es que mejor— mucho más tolerable, habitable, fantástico y ciertamente más ingenuo. ¿Cómo existe Mircea Cărtărescu cuando no está creando y viviendo dentro de un libro?

Cărtărescu: En primer lugar debo decir que yo escribo todos los días porque escribo mi diario. El diario yo lo considero lo más importante de mi escritura. Es un libro que llevo escribiendo desde hace 50 años, así pues, es el libro de mi vida; en cierto sentido es como una segunda piel. Puedo, por ejemplo, imaginar dejar de escribir novelas o relatos durante un año pero no puedo imaginar no escribir en mi diario todos los días. Yo tengo la costumbre de escribir cada día y el diario por supuesto lo escribo a mano porque es imposible hacerlo de otra manera.

Tengo también un culto por la escritura a mano y es algo que también se ha manifestado en mis libros. ‘Solenoide’, por ejemplo, está escrito a mano, ‘Cegador’ está escrito a mano, y en mi casa conservo todos los cuadernos que he escrito a mano con toda lentitud tal como lo has manifestado. Nunca he escrito más de dos páginas a la vez, es por eso que parece que mi escritura es muy amplia, pero la verdad es que yo escribo muy poquito cada día.

¿Cómo soy cuando no escribo? Soy exactamente lo que ves. La persona más corriente del mundo que no hace nada distinto a lo que hace el resto de la gente. Disfruto con mi familia, paseo, veo películas y procuro relajarme. Tengo un jardín en mi casa, vivimos con nuestros 4 gatos y disfrutamos de la vida, pero cuando vuelvo a mi mesa de trabajo me convierto en otra persona. Es una especie de autohipnosis, como un caso de personalidad múltiple. Cuando estoy frente a mi escritorio, ya no soy esa persona corriente; de hecho no sé quién soy. Cuando escribo olvido que existo de verdad, empiezo a vivir en mi libro como vivo por las noches en un sueño. Cuando estás soñando no eres consciente de que existe la realidad, eres consciente sólo del sueño en el que te encuentras inmerso. Así es como vivo yo en mis libros. No escribo para publicar libros, ese es un asunto de los editores, yo escribo para vivir en los libros. Yo recuerdo mis libros pasados como algunos dicen que recuerdan sus vidas anteriores. 

—Eso es muy atractivo para quienes te leemos en México, porque somos un país muy surrealista. Aquí amamos la muerte tanto como la vida, a veces incluso creemos que la muerte es más importante que la vida. Al momento que uno empieza a leer tus libros, podemos quizá comprender la belleza que puede existir en otros planos. ¿Recuerdas el momento en el que decidiste ser arquitecto de un mundo propio, el mundo de Mircea Cărtărescu?

Cărtărescu: Naturalmente México tiene esa parte de surrealismo y de romanticismo mágico, y eso se debe a que toda la cultura hispanoamericana se vio sumamente influenciada por el surrealismo europeo. Cortazar y otros escritores sudamericanos vivieron en París durante la explosión más importante del surrealismo y, en cierto sentido, lo exportaron a América del Sur. Al mismo tiempo, aquí existe una especie de surrealismo ancestral que procede de esa mezcla de civilizaciones. Del recuerdo de las civilizaciones prehispánicas, de estos carnavales, digamos, en torno a la celebración de la muerte; esas Catrinas, los cráneos que hay por todas partes, las calaveras y muchos otros objetos que hacen de la muerte algo alegre, algo feliz, algo que no inspira temor a la gente.

Esto también es una especie de surrealismo, está por encima de la realidad. Así que estoy de acuerdo con lo que dices, México es un país especial y su literatura también lo es, porque todo está en la filosofía de Juan Rulfo o Carlos Fuentes.

El primer libro mexicano que leí, Terra Nostra de Carlos Fuentes, fue un libro que me marcó profundamente y para siempre porque con él comprendí que la literatura no tiene límites; que puedes escribir dejando que tu imaginación vaya más allá de las estrellas y de los cielos. Puedes imaginar, por ejemplo, que en un determinado momento todos los edificios de una ciudad se vuelven de cristal, que todas las mujeres dan a luz a la vez y otras infinitas visiones que yo he encontrado en Carlos Fuentes….

Respecto a mis mundos, yo no me considero un arquitecto; la metáfora que utilizo siempre es la de una mujer que da a luz. Una mujer que lleva un niño en su vientre no sabe “hacer” a ese niño, el niño se hace solo sin el conocimiento ni intervención de su madre. La madre puede trabajar, puede hacer sus compras y ocuparse de sus asuntos, y al mismo tiempo, el niño sigue desarrollándose en su vientre. Esa es la manera en la que yo escribo. Yo no soy consciente de mis libros, casi no los tocó en ningún punto. Dejo que se desarrollen solos, tal y como un jockey que tiene que ser menudo o delgado porque no es él el que va a ganar las carreras, sino el caballo. Lo ideal es que el jockey no tenga peso alguno, que no tenga contacto, incluso, con ninguna parte del caballo. Debería flotar sobre él. Yo pienso que mi mente es mucho más inteligente y sabe mejor que yo lo que hace.

—Escribir tus libros ha tomado tanto tiempo como 14 años en el caso de la trilogía ‘Cegador’… ¿Qué papel juega el tiempo en tu escritura? ¿Cómo estructuras u ordenas cada idea y cada palabra si no tienes nada preestablecido? 

Cărtărescu: Otra metáfora: pensemos en la impresora 3D. Yo escribo mis libros tal como lo hace una impresora 3D, es decir, yo no construyo una novela ensamblando piezas previamente construidas. Por ejemplo, es como si yo quisiera hacer un coche. En la banda de montaje no tengo las ruedas, carrocería o todas las piezas del vehículo. Yo hago todo el coche a la vez, rodaja a rodaja, como un tomógrafo. De tal manera, cada una de esas porciones es todo el libro. Hay trozos del parabrisas, un trocito del volante, un trocito de los pedales, un poquito del caucho de las llantas y luego viene la siguiente sección. Yo no conozco a otro escritor que escriba así, sin ningún plan, sin saber si va a hacer coche, una motocicleta o un avión y siguiendo este proceso de inspiración permanente a lo largo de todo el libro.  

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Mircea Cărtărescu // Foto: Editorial Impedimenta // Nementhi Barna

—Y aún así, logras en todos tus libros una simetría. En el camino de las historias, como lectores, encontramos respuestas a cabos que creíamos se quedarían sueltos. Toda tu obra parece estar conectada.

Cărtărescu: Es una observación muy pertinente. Evidentemente la simetría no solamente es un elemento esencial en mi pobre obra, sino en la vida en general. Por ejemplo en la embriología, la simetría es algo esencial y en mi caso la simetría domina prácticamente todo. Yo lo llamo mariposa y ese es el motivo por el que mi obra está llena de mariposas, porque la mariposa es la simetría en sí misma. Yo construí mi trilogía ‘Cegador’ en forma de mariposa porque la mariposa es fundamental, pero para mi un libro abierto es una mariposa. El cerebro es una mariposa con los dos hemisferios que serían sus dos alas y puedo llevar esta discusión muy, muy lejos.

¿Por qué escogí la mariposa como símbolo central de mi trilogía?  Porque recordé que para los griegos el símbolo de la eternidad y el alma no era el pájaro sino la mariposa. Psique, la diosa del espíritu, era representada como una joven con alas y siempre me había planteado por qué este ser tan bello con alas, que es la mariposa, había sido tan amado a lo largo de la historia.

Encontré la explicación bastante tarde pero creo que es la mejor: La idea de la inmortalidad es un regalo hecho al individuo por parte de la mariposa. Sin las mariposas no hubiéramos sabido que somos inmortales, porque el hombre al observar la evolución de la mariposa se comparó con ella y se dio cuenta que al igual de la mariposa, al principio, él también es una lombriz, un gusano que se arrastra por el suelo así como nosotros también vivimos la vida de forma humilde y sin saber por qué vivimos. Pero luego observamos que la mariposa se encierra en una crisálida así como el hombre al final de la vida también termina en un féretro. La gente al observar que de esa crisálida donde estaba encerrada la mariposa sale un ser maravilloso pensaron también, que del mismo modo, de ese féretro donde estaban encerrados saldrían en una vida posterior y estarían vivos y bellos de nuevo. Así pues, en nuestra mente nosotros mismos somos una criatura que sufre una metamorfosis. 

—¿Cómo podrían las nuevas generaciones acercarse a la poesía cuando las nuevas tecnologías parecieran estar alejando a más y más personas?

Cărtărescu: Yo no tengo miedo en absoluto a la tecnología. Vivo en la tecnología y en los nuevos medios como pez en el agua, y no me importa mucho el soporte en el que se escriba. Yo mismo leo en una tablet o incluso en el teléfono móvil porque establezco la diferencia entre el hardware y software. El software es la literatura de verdad, y el hardware son las máquinas con las que leemos. Un libro puede ser una máquina de leer, pero una computadora o una tablet también. Puedes leer a Homero perfectamente en una tableta, y sin embargo, entre ellos, han transcurrido 3 mil años. En mi opinión, los nuevos medios han democratizado la poesía. La poesía no vive solamente en los libros de poemas ni tampoco en competiciones poéticas o cualquier manifestación pública, vive en todos los medios. En Facebook, Instagram o TikTok puedes encontrar muchísima más poesía que en todo aquello que se ha escrito hasta ahora. De hecho, estos medios ofrecen a cualquiera la oportunidad de convertirse en poeta como era el sueño de los surrealistas. Esto no quiere decir que toda esta poesía, o siquiera una parte de ella, sea buena. Sigo pensando que la buena poesía se escribe en los libros pero yo siento mucho respeto por la mala poesía. La poesía mala no mata a nadie, no roba a nadie y no destruye nada. Es algo hermoso porque todos los poetas malos se creen buenos y todos aman la poesía porque escriben. De la poesía no consigues ganar nada, la poesía es lo más gratuito que hay en este mundo. Es un estado de alma, un estado de espíritu, te produce alegría pero no te produce ni dinero, ni gloria. Por lo tanto, no puedes sospechar de un poeta que, aunque no escriba bien, tenga como intención hacer el mal. Creo que hay poesía para todo el mundo, desde el nivel más bajo hasta el nivel más alto, y que la poesía es poesía. George Harrison decía “Amor bueno o amor malo, no importa, todo el amor es bueno para mi” y yo como él, me alegro con todas las formas de la poesía. 

—En varios de tus libros es notable la presencia de la música. Puedes hablar desde Sara Montiel, Bob Dylan, Elton John, Dire Straits hasta los Beatles. ¿Qué tan importante es la música en la obra de Mircea Cărtărescu?

Cărtărescu: Mi generación fue una generación de beatniks. Por supuesto no sucedió en 1968 cuando el mundo se transformó sino 10 años más tarde, pero ocurrió con la misma fuerza. En los años 70 durante una gran época de represión en Rumania, el rock era un flotador de salvación. Nosotros no solamente obteníamos entretenimiento de la música sino también una ideología. El rock norteamericano era en su totalidad anti-establishment y lo mismo pasaba con el rock rumano. Tuvimos grandes grupos de rock que cantaban en estadios, venían decenas de miles de personas a sus conciertos y ellos así nos mostraban la libertad. Éramos felices escuchando esa música porque por lo demás en Rumania existía un solo discurso, que era el que provenía del poder, como en cualquier otra sociedad tiránica. La música fue salvadora para nosotros en aquella época, el rock era tolerado y en cierta medida utilizado por el gobierno. Existía por ejemplo un fenómeno que se llamaba el ‘El Cenáculo Flacăra’ (o Círculo Literario de la Llama) que mezclaba la ideología oficial con el rock o el folk, pero los jóvenes no aceptaban la ideología y se quedaban con la música. 

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Mircea Cărtărescu // Foto: Editorial Impedimenta // Cosmin Bombut

—Tus libros son relativamente nuevos para nosotros pero sabemos, por otro lado, que el boom latinoamericano con todo su realismo mágico tuvo un fuerte apogeo en Europa durante los 70 y 80. ¿En qué momento crees que esta literatura afectó absolutamente todo, al grado de influenciar fuertemente a autores como Goran Petrovich y crear un realismo mágico europeo?

Cărtărescu: Debo decir, en primer lugar, que me siento muy orgulloso de los artistas y colegas de Rumania porque la mayoría de ellos mantuvo su dignidad y luchó en contra del régimen de Ceaușescu en los años 60 y 70. A pesar de la represión gubernamental consiguieron mantener una cultura relativamente viva; por ejemplo, en Rumania se tradujeron muchas más obras que en cualquier otro país de la órbita socialista. Por supuesto que cualquier libro que se traducía tenía que enfrentarse a una lucha con la censura, pero al final aparecían.

En los años 70 muchos libros importantes del movimiento del realismo mágico pudieron ver la luz y eso sucedió porque los escritores sudamericanos eran presentados como de izquierdas, es decir como aliados del régimen ¡aunque no lo eran! Esa fue la puertita por la que se coló la literatura hispanoamericana en Rumania, porque, claro, ellos sabiendo que estaban en contra de los norteamericanos, eran socialistas y marxistas, asumían que lo correcto era publicarlos. De esa manera todas aquellas maravillas literarias sudamericanas consiguieron colarse en Rumania; se tradujeron en primer lugar a todos los escritores cubanos porque venían de un país comunista y luego aquellos escritores que tenían una inclinación hacia la izquierda como García Márquez pero finalmente terminaron traduciendo incluso escritores de derechas como Borges o Vargas Llosa.

—¿Cómo podría contribuir la literatura al equilibrio de estas ideologías para acercarnos a un balance?

Cărtărescu: Muchas veces la derecha camufla a la izquierda y la izquierda camufla a la derecha. Por ejemplo, el gobierno rumano no era en absoluto un gobierno comunista, era nacional socialista, es decir, nazi, fascista. En ese llamado comunismo rumano estaban incluidas todas las características de una ideología fascista. Por otra parte, en mi es muy poderosa esa tendencia hacia el equilibrio y hacia el centro. Siempre me he considerado un liberal en el más amplio sentido de la palabra y un humanista. Mi método personal para conseguir el equilibrio mental es el del ‘zig-zag’. Intento tomar lo que es mejor de la izquierda y de la derecha trazando una especie de zig-zag de los valores.  Así pues, aunque no soy de derecha ni de izquierda, creo en la élite pero también en la necesidad de luchar en contra de las discriminaciones. Creo que tanto la derecha moderada como la izquierda moderada contienen valores verdaderos y ambas pueden configurar la columna vertebral de la conciencia y dignidad humana. 

—Una de las situaciones más difíciles y complejas por las que atraviesa hoy México es la desaparición forzada de miles de personas. Uno de los textos más desgarradores de tu obra es quizá ‘El Ojo Castaño de Nuestro Amor’ donde narras el destino que tuvo tu hermano Victor al desaparecer, probablemente, en manos del gobierno. ¿Cómo escribe Mircea Cărtărescu una historia a partir del dolor? ¿Cómo se cambian estas situaciones sin más violencia?

Cărtărescu: Este capítulo de la desaparición de las personas se escribe en un capítulo mucho más amplio en la vida sudamericana. Lo que pasó en Argentina durante la dictadura militar, en Colombia, Perú —donde los secuestros los hacía Sendero Luminoso—, estuvo basado en un profundo desprecio por la vida humana. Ha sucedido con gobiernos dictatoriales y autoritarios pero también con movimientos de todo tipo. Se burlan de la vida humana, consideran a las personas menos que nada. No logran ver que las personas son insustituibles.

En Rumania también hemos conocido este fenómeno, bajo formas diferentes y especiales. Por ejemplo, las instituciones de salud mental fueron utilizadas para encerrar allí a los disidentes que estaban perfectamente sanos. Una vez encerrados en estas instituciones fueron tratados de tal manera que una enfermedad inexistente acabó apareciendo; algo que, en mi opinión, es incluso peor que un secuestro. Fue una destrucción de la mente de mucha gente que sucedió también en Rusia, China y todos los países satélites de la Unión Soviética. Evidentemente muchas de las sociedades de hoy en día siguen despreciando la vida humana, esa es la diferencia entre la democracia y la dictadura, independientemente de que sean dictaduras religiosas o políticas.

¿Qué podemos hacer? Algunos dicen que nada. Emmanuel Kant decía que el ser humano es una madera torcida y no se puede hacer nada para enderezarla. Thomas Hobbes decía que el estado natural del individuo es la lucha de unos contra otros pero yo no soy tan escéptico. Yo también creo que en el hombre hay un lado luminoso y creo también que la solución es que cada uno de nosotros participe. Cada uno de nosotros, independientemente de lo que hagamos en la vida, debemos ser ciudadanos. Debemos protestar con nuestra voz, porque ahora todas las voces se escuchan; yo protesto contra cualquier cosa que vaya en contra de la vida humana. Los escritores, los filósofos y todos aquellos que se ocupan de la fuerza de las palabras, tienen muchísimo más que hacer en este sentido. 

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Mircea Cărtărescu // Foto: Editorial Impedimenta // El Temps

—Cuando uno se adentra en tus libros, muchos sentimos la necesidad de regresar las páginas y volver a leer y hacer la lectura mucho más lenta. Creo que esto sucede porque lo que narras no se puede medir en la escala de la razón. ¿Estarías de acuerdo con la afirmación que tus historias son la combinación de vigilia o realidad, delirio y el sueño? ¿Cuál de estos tres estados crees que es el más dominante?

Cărtărescu: Yo creo que mis textos tienen un fuerte sustrato realista sin el cual las otras dimensiones no resultarían creíbles. Para que lo fantástico o lo onírico resulten creíbles tienen que partir de la más pura realidad, de lo contrario, alguien que lee 10 páginas de sueños tira el libro. Yo siempre he sido consciente de esto y lo aprendí de algunos autores, incluidos algunos latinoamericanos  como Bioy Casares, cuyas novelas presentan tres cuartas partes reales y una parte fantástica que dejan para el final. Entonces, cualquiera de mis libros parte de una estructura realista; por ejemplo, la vida común y corriente de un profesor de una escuela general. Yo fui 10 años profesor, este profesor de ‘Solenoide’ soy soy yo mismo. Así que yo, en cierto sentido, he utilizado mi biografía real para añadir posteriormente estas arquitecturas oníricas, míticas y metafísicas, pero la base tiene que ser muy sólida.

Respecto a las características del resto de mis textos, tengo que decir que yo escribo en direcciones muy diferentes. Creo que la palabra más importante es la metafísica, mis libros son en primer lugar filosóficos, son metafísicos. Siguen la línea de esos pensadores que se plantearon la relación entre la realidad y la conciencia. Para mi estos dos elementos son lo mismo porque se encuentran en las dos caras de una banda de Möbius. Yo no sé donde termina la realidad y dónde empieza la conciencia, se reflejan una de la otra.

En estos últimos años de mi actividad literaria me he visto cada vez más absorbido por estas ideas eternas de la filosofía. En cierto sentido, al igual que mis personajes, yo intento encontrar una fisura en la capa lisa de la realidad. Estoy convencido que lo que vemos no es todo, y podríamos tener sorpresas increíbles si cavamos lo suficiente en la pared de la realidad. Y para llegar hasta ahí podemos utilizar una infinidad de instrumentos, por ejemplo, piensa en la caja de herramientas lingüísticas de Wittgenstein. En ella encuentras un martillo, un desarmador o un bote de pegamento. Estas herramientas, muy diferentes entre sí, tienen una función muy específica y lo mismo sucede con mis libros. Mis libros son muy diferentes entre sí, yo he escrito incluso libros para niños, libros de memorias, diarios, libros de correspondencia, libros de viajes, tengo libros escritos específicamente para las mujeres. Así que por el momento en el mundo hispánico, puesto que no están todos traducidos, lo único que se puede ver es la punta del iceberg. 

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Foto: José Antonio Martínez // Sopitas.com

—¿Cómo organizas o estás revaluando tu obra para presentarla precisamente para quienes hablamos español?

Cărtărescu: Afortunadamente en el mundo hispánico mis libros se han traducido de forma masiva. Aproximadamente unos 12 libros míos, y los más importantes, ya están traducidos. Creo que las lagunas son esencialmente tres: en primer lugar mis diarios, del que ya he publicado en mi país 4 volúmenes; luego el conjunto de relatos titulado Melancolía, y por último un libro que acaba de aparecer en Rumania titulado Theodoros. Es un libro muy distinto a lo que he escrito hasta ahora y es el que considero, mi muy modesto, ‘Cien Años de Soledad’. Espero que guste al mundo del español.   

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Mircea Cărtărescu y Marian Ochoa de Eribe estuvieron en México a finales de 2022 cuando recibieron en nuestro país el Premio FIL de Literatura. Al terminar, hicieron una escala por Sopitas.com para tener esta plática.

La obra poética, ensayística y narrativa de Mircea Cărtărescu, actualmente la puedes encontrar traducida al español, directo del rumano, gracias al enorme esfuerzo de la Editorial Impedimenta y la dirección de Enrique Redel.

¿Qué libros te recomendamos para entrarle a este gran autor?

El Ruletista, El Ojo Castaño de Nuestro Amor y Nostalgia.

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Mi nombre es José Antonio pero si me dicen solo “José” siento que soy un personaje de la biblia. Si me dicen “Antonio” siento que estoy en una serie de gangsters chafa; todas las demás combinaciones...

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