Esta semana, el Museo universitario del Chopo inauguró tres exposiciones que exploran nuestra relación con el espacio, el movimiento y el arte y finalmente, que ponen en perspectiva nuestra sociedad a través del miedo y el terror. Aquí les contamos de qué se van estas propuestas.
Primero está la obra de Iker Vicente (ciudad de México, 1975), artista plástico, titiritero, inventor e ilustrador de cuentos. En “La Esmeralda“ estudió Escultura y Grabado y Artes Plásticas en la Escuela de Pintura.
Sus trabajos se dedican a explorar el movimiento, las tecnologías rústicas y el humor. Sus instalaciones casi siempre necesitan de la interacción del espectador para que se muevan, justo como los títeres y otros artefactos teatrales. En sus trabajos suelen convivir mecanismos ingeniosos con referencias a la cultura popular.
Hace algunos años, el artista comenzó una investigación centrada en mover dibujos, objetos y figuras de manera sutil y a través de mecanismos simples que dejaran espacio para el azar. La instalación que se acaba de inaugurar en el Museo del Chopo tiene com título Correrías sin prisa, las nuevas aventuras de Lázlo Lózla y La Banda Sin Fin y es una continuación de este experimento.
Con esta instalación, Iker rinde homenaje a las figuras caminantes de Alberto Giacometti, con claras referencias al Circo de Alexander Calder, o a las procesiones de siluetas de William Kentridge, así como a las máquinas poéticas de Jean Tinguely o Arthur Ganson.
Caminar es para el artista una experiencia que nos enfrena al encuentro del otro, que además pone en perspectiva el tiempo y el espacio que un cuerpo habita (pero dinámicamente cuando está en movimiento). En pocas palabras, caminar es hacer que el cuerpo entre en pugna con el espacio, el tiempo, y el otro.
El rústico sistema debe ser activado por el espectador/usuario/caminante. El mismo artista dice que “Estas figuras son personajes que intentan andar (mujeres, niños, ancianos y hombres), objetos personales y familiares del artista (un par de zapatos, una cafetera vieja, entre otros), así como algunos animales (pájaros y lobos) hechos de alambre, madera, cuero, huesos de pollo, fleje y tornillos. De este modo, la instalación representa un doble juego entre objetos que se asemejan a personas, y personas que juegan a dotar de vida a objetos“.
Las reflexiones sobre las caminatas y el movimiento de lo cuerpos son muy fructíferas en la Historia del Arte, y esta instalación definitivamente dialoga con esta tradición y nos da la oportunidad de enfrentarnos a estas espinosas cuestiones de manera lúdica y divertida.
Está también la instalación de Georgina Bringas (ciudad de México, 1975), miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte del FONCA. Estudió la Licenciatura en Artes Plásticas en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”. Desde 1996 ha trabajado con video, instalación, dibujo y escultura, entre otros soportes, como recursos para investigar la percepción del espacio, el tiempo y sus representaciones plásticas. La instalación que acaba de inaugurar en el Museo universitario del Chopo se titula Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra y consta de tres cuerdas de diferentes características y colores que cuelgan de un dispositivo que las hace moverse y cuyo propósito es la reflexión sobre el espacio, el tiempo y la energía.
Los curadores nos dice que “La artista parece sugerir, de este modo, que si todo está moviéndose, el campo de representación en el arte también debe hacerlo mediante su transformación constante. Esta obra subraya dos dimensiones: una temporal, donde las oscilaciones continuas y cíclicas de las cuerdas marcan el paso del tiempo; y una espacial que enfatiza la vertical, dirige la atención de los visitantes a las proporciones originales del edificio, las cuales están fuera de toda escala humana. El movimiento de la pieza refuerza esa escala y la experiencia espacial de quien la visita“.
Finalmente, pueden visitar la exposición colectiva Horror en el trópico, que reúne las obras de 21 artistas cuyos temas son el mal, la locura, la muerte, lo monstruoso y lo paranormal.
Las obras proponen reflexiones que surgen de algunas características del espíritu gótico: “el cuestionamiento y subversión de los valores que rigen a la sociedad y su ímpetu por visibilizar aquello que se busca mantener reprimido y oculto“.
La exposición cuenta con cuadros, esculturas, películas, fotografías e instalaciones que ponen de manifiesto el poderoso discurso de los fantástico y el horror pero impactados por la industria cultural y que, por lo tanto, ponen el acento en la sociedad actual.
El terror siempre ha sido una herramienta magnífica a la hora de criticar y repensar nuestro presente, sus figuras y metáforas ponen en jaque lo cotidiano, de tal forma que, al enfrentar, romper y jugar con lo “normal“, nuestras vidas cobran un sentido diferente.
El poder de lo terrorífico no radica solo en su coqueteo permanente con lo desconocido sino, sobre todo, en su obsesión por expander los límites de nuestra normalidad para proponer nuevas formas de abordar lo problemas.
Si todas las criaturas de la ficción fantástica representan nuestras obsesiones (por ejemplo la horda de consumo en los zombis, la finitud y el eros en la muerte en los vampiros o el miedo a la mujer, dadora de vida y por lo tanto misterio irresolubles en las brujas, y un largo etc.) las criaturas del horror cotidiano representan las consecuencias de nuestros actos, los asesinos, los desclasados, los fanáticos, etc.
Esta es una de las mejores exposiciones que hemos visto en mucho tiempo y una de las más propositivas así que no pueden perdérsela.
Visiten el Museo universitario del Chopo para ver estas exposiciones.
Dr. Enrique González Martínez 10
Col. Santa María la Ribera
Horarios:
Visita: Martes a Domingo / 10:00-19:00 hrs.
Costos:
Galerías:$30.00 general, $15.00
estudiantes con credencial vigente e INAPAM
Martes y miércoles entrada libre
Cinematógrafo:$40.00 general, $20.00 estudiantes con credencial vigente e INAPAM