Por José Ignacio Lanzagorta García

Muchos sólo esperan se devele el misterio de la producción del video de la “niña bien” que va a votar por “ya sabes quién”. ¿Quién lo hizo? ¿Por qué lo hizo? En tanto eso no ocurra, no pueden formular opinión al respecto -aunque tienden a la desaprobación-. El peor escenario para ellos es el de quedar expuestos como víctimas de la mente maestra que los manipuló hacia uno u otro lado (porque: ¡¿de qué lado es realmente ese video?!); una mente que, conociendo las típicas divisiones entre los mexicanos, tendió una trampa. Es intolerable la idea de ser el bobo que no pudo desenredar el engaño tan evidente para los más listillos, para los que se creen más avezados en el lado oscuro de la política. Los cautos manifiestan su desagrado a la incertidumbre. Para los listillos, en cambio, todo es transparente: “solo un idiota no ve en ese video una clara estrategia antiamlo”, tuiteó con tal aplomo, uno de ellos. Y luego para otros los idiotas son esos listillos que no se dan cuenta que es todo lo contrario. Es una carambola.

La pieza es genial por histérica. Después de años de ejercitar una aburrida rutina de amlofobia y amlomanía, el reguetón de la presunta Almudena sacudió el campo al menos brevemente. Día con día, cualquier asunto público es inmediatamente procesado e identificado como propio o como adverso, de los “chairos” o de los “derechairos”, no hay margen de duda. Incluso aquellos temas que son de más difícil digestión para algunos como que el proyecto de izquierda pacte con la derecha evangélica, rápidamente exige posiciones, cerrar filas. En ese caso, para la derecha fue más sencillo, pero para la izquierda tocó defenestrar lo que ahora llaman con sorna “progresía”. Con Almudena no habido, hasta ahora, dónde esconderse. A la espera de que el propio video manifieste de qué lado está, sólo queda quejarse de la trivialidad de la conversación, de lo superfluo del asunto, regañarnos por elementales, ¡habiendo tantos problemas! A mí déjenme disfrutar el momento de histéresis.

El video lo liberó Milenio. Cualquiera que haya estado medianamente pendiente del deplorable ecosistema de medios del país sabe que eso significa que es una comunicación oficial: la agenda de poner ese video ahí sólo podría ser antilopezobradorista. Y así lo leyeron, ese domingo en la noche, algunos de los más entusiastas portavoces de la campaña de AMLO en redes sociales. Pero… el video llama a votar por “ya sabes quién”. Pero… lo hace mofándose de estereotipos de la élite tapatía –y nacional, para el caso-. Milenio ocultó la toma inicial en el que el video anunciaba que se trataba, presuntamente, de un proyecto escolar del ITESO. ¡Bingo! ¡El video es lopezobradorista y Milenio busca manipularlo para denunciar un acto de campaña en período de veda! Pero… sigue siendo un llamado al voto muy… sui generis. “Guerra sucia” lo llamaron en Morena en Jalisco. Pero, ¿y si nomás era “fan art”?

Como producto electoral de la campaña de López Obrador resulta incómodo. Como producto contra la campaña de López Obrador resulta todavía más incómodo. Pero justamente por incómodo resulta ineludible. En los chats de whatsapp donde la preocupación no es la de ver a un sacerdote perreando, se hacen apuestas sobre si el material viene de la campaña o no. Parece que sí. Y si sí, qué arriesgado. Y si no, ¿cuál era el punto?  ¿Quién mordió qué anzuelo?

Andres Manuel López Obrador

La histéresis es la tendencia de un objeto de recuperar su forma original luego de un estímulo. En las ciencias sociales se le llama así a un momento en el que la vida habitual de algún ámbito se ve interrumpida por un súbito cambio de reglas o un choque y todos intentan restaurar el orden. No es que el video de “Almudena” nos cambie la jugada pero ha sido, sin duda, un picotazo. En medio de la discusión de las últimas semanas sobre si la amlofobia tenía o no un componente clasista, vemos a una “niña bien” diciendo que aunque su familia sea panista y la tachen de populista, es AMLO el que la convence. No van a desaparecer los tacos, dice. Luego de discutir el pragmatismo de atraer el voto evangélico, de si está bien o no darle una plurinominal a un controvertido líder sindical refugiado en el país de las mineras patronas, ¿qué pasa en Morena cuando “atraen” el voto de una niña bien convencida con el proyecto… aunque espera que no le cambien el Audi por un Chevy?

A un par de días, la histéresis hace lo suyo: la comezón del picotazo se ha ido. Las indignaciones se van acallando aunque el misterio sobre si el video debe implicar o no una queja ante el INE sigue sin revelarse y seguramente así quedará. El video parece ser, sobre todo, una sátira del espanto que tienen las élites con el proyecto de Morena. Sobre todo, parece atender la idea tan anclada de que AMLO representa el socialismo bolivariano construido como un apocalipsis. Esta niña bien se rebela ante los suyos, incluso ante el altar, prefiere rifarse con Morena y arriesgar el Audi. Se trata de uno de los más brillantes contenidos propagandísticos que hemos visto en esta contienda. No es sólo una canción pegajosa, sino que nos interpela rabiosamente. Y es genial, encima, porque evidencia que nuestra regulación de ante-bajo-pre-inter-post campañas es, si no inoperante, al menos sí muy barroca. Y entre las láminas de oro, santos, columnas y adornos de la legislación, se asoman estos pequeños demonios… que por lo menos nos dan un buen momento de histeria.

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José Ignacio Lanzagorta es politólogo y antropólogo social.

Twitter: @jicito

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