Por José Manuel Ruiz Ramírez

El final del mes del orgullo está cerca. Estas semanas, en las que se intensificó la discusión pública acerca de la diversidad, así como del derecho a la igualdad y a la no discriminación a través de foros, eventos culturales, memes, intercambios en medios de comunicación y más, nos han preparado para el magno evento final: la XXXIX Marcha del Orgullo en la Ciudad de México. Mientras algunos hemos estado preparando nuestras consignas y la diamantina, el Frente Nacional contra las Familias ha intentado traer una nube para que llueva en nuestro desfile.

La semana pasada comenzó a circular por la calles de la ciudad y otras partes del país aquello que llaman el autobús de la libertad –espacio para risas grabadas–. Con el mensaje “Dejen a los niños en paz” el vehículo naranja forma parte de la campaña del Frente en contra de la tan temida y jamás explicada ideología de género (y miren que que hay que estar un poco enterados porque cuando vi el autobús circulando con rumbo a la catedral, bien pudo haberse interpretado como una campaña contra la pederastia en el seno de la iglesia católica). Y es que, desde hace más de un año, la organización ultraconservadora se ha dedicado a contar una historia de terror, digna de las peores pesadillas, en la que los derechos sexuales y reproductivos son la mayor amenaza para nuestra sociedad (ni la guerra, ni el hambre, ni las epidemias son tan malas para ellos, vaya, ni el gluten ha sido tan atacado).

En ese contexto en el que han transformado a la diversidad en la peor de las apariciones, conviene honrar las palabras de Mark Ashton y utilizar una de las más antiguas tradiciones de la comunidad gay: cuando te ataquen con alguna idea, toma esa idea y hazla tuya. Si ser distinto es su peor pesadilla, entonces tenemos a la pesadilla más fabulosa para ellos: el Babadook.

¿Quién es el Babadook?

Hasta hace unos meses, el Babadook era el monstruo que aterrorizó a una mujer viuda y a su hijo en la película australiana de 2014 que lleva por título el nombre de la criatura. Sin embargo, el carisma, la singularidad, la osadía y el talento (C.U.N.T. por sus siglas en inglés) de este personaje no podían quedarse en las sombras por mucho tiempo. El primero en darse cuenta fue un usuario en Tumblr llamado Ianstagram quien, en octubre de 2016, inició la babadiscusión así: “Cada vez que alguien dice que el Babadook no es abiertamente gay es como: ¿siquiera viste la película?”.

Lo que fue un comentario en Tumblr pronto escaló en una fabulosa discusión que rápido se transformó en memes (lo que equivale a entrar al salón de la fama de la internet). Para cuando un usuario de Twitter subió una imagen –cuya veracidad jamás se comprobó– en la que aparecía la película en el catálogo LGBT de Netflix, fue claro que el Babadook tenía su lugar asegurado en el panteón de íconos gays (seguro en el espacio entre Judy Garland y Cher).

¿Qué tiene que ver el Babadook con la diversidad?

Al igual que otras criaturas como la de Frankenstein o Mr. Hyde, el Babadook simboliza mucho más que una noche de terror. Si bien comenzó como la manifestación del sufrimiento de una madre viuda, su historia también puede contarse como la de cualquiera que ha sido demonizado como una aberración o una fuerza oscura que trata de corromper la pulcra santidad de la familia heterosexual. Los rasgos chocantes del Babadook encarnan aquel discurso fundado en prejuicios al que tantas veces se han topado quienes son diferentes: “abominación”, “contra la naturaleza”, “enfermo”, “anormal”.

La fuerza de las imágenes que circulan del Babaqueer radica en que no es el monstruo que sigue en las sombras, sino que se ha convertido en este ser sonriente que aparece con los colores del arco iris o mostrando su mejor look para la pasarela de RuPaul’s Drag Race. Como dice el libro poseído del que salió el Babadook: “entre más me niegues, más fuerte me vuelvo”. No importa qué tanto se esfuercen los grupos conservadores en antagonizar, blasfemar e insultar a quienes son diferentes, pues muchxs han luchado y muchxs más lo seguimos haciendo para que nadie tenga que vivir en las sombras de un clóset.

Será mejor que cuiden sus sueños porque tenemos un nuevo símbolo y, por más que traten de negarlo, no puedes deshacerte del Babadook.

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José Manuel Ruiz Ramírez es abogado.

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