Tuvo que pasar más de una década para que las autoridades aceptaran que, si van a inventar acusaciones, éstas deben de ser más creíbles.

En 2006, Teresa González Cornelio, Jacinta Francisco Marcial y Alberta Alcántara Juan, fueron encarceladas por supuestamente haber sometido y secuestrado a seis indefensos agentes de la extinta Agencia Federal de Investigación (AFI).  Además de esto, que colocaba a las tres indígenas hñähñú al nivel de Black Widow, las autoridades se inventaron que las mujeres se dedicaban a la venta de droga.

El caso se remonta a marzo de 2006, cuando agentes de la AFI decomisaron las mercancías de comerciantes de un tianguis de Santiago Mexquititlán, Querétaro, alegando que se trataba de “piratería”. El injustificado despojo de su material de trabajo, provocó protestas contra los abusos de las autoridades, las cuales derivaron en la aprehensión de las tres mujeres que, con engaños fueron imputadas.

En diciembre de 2008, Jacinta fue la primera en recibir sentencia: 21 años de prisión y 2 mil días de multa. Al mes, Teresa y Alberta corrieron la misma suerte, por andar levantando agentes. Sólo que a Alberta se le añadieron 10 meses más de condena, por la venta de cocaína.

Sin embargo, al año siguiente, se comenzó a desbaratar el caso: ya que la PGR no presentó conclusiones acusatorias, Jacinta Francisco obtuvo su libertad… eso sí, para que las autoridades no quedaran tan mal, se aclaró que la mujer no salía “por ser inocente, sino porque no encontraron pruebas para inculparla”.

En el caso de Alberta y Teresa, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) decidió por unanimidad ordenar su inmediata libertad. A pesar que se les había ratificado su sentencia de 21 años, los ministros señalaron serias irregularidades en el proceso.

Foto: Octavio Gómez / Proceso

Jacinta, que obtuvo su libertad antes, había comenzado una petición para exigir al Estado una reparación de daños. Ya después, cuando las tres mujeres estuvieron en libertad, pidieron una disculpa pública por parte de la PGR… la cual se negó en un principio, alegando que sus elementos habían actuado de modo regular. No obstante, el Tribunal Federal de Justicia Administrativa (TFJA) les llevó la contraria y determinó que los funcionarios de la PGR cometieron irregularidades.

Así que llegó el día. Y la hija de Jacinta lo dijo todo.

“Señor procurador: espero que no sea la última ni la primera que reciba una disculpa pública porque hay muchas víctimas más que la esperan”, pidió Alberta, al tomar el micrófono en el acto en el que el titular de la PGR, Raúl Cenvantes, reconoció públicamente la inocencia de las tres mujeres.

Y bueno, ¿y los jueces y agentes AFI que hicieron que Alberta, Jacinta y Teresa cayeran en prisión, qué?, ¿no es castigo la fabricación de delitos?

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