Por Sofía Mosqueda

Junio es el mes del orgullo. Facebook tiene una reacción de orgullo en la que puedes llenar todas las publicaciones de arcoíris, McDonald’s tiene arcoíris en sus cajitas de papas fritas, en Google se llena todo de banderitas si haces una búsqueda relacionada con lo LGBTTTI, etc. En junio la diversidad sexual se enorgullece y los y las aliadas se solidarizan, llenando todo de colores. 

Este mes se hacen todas las marchas del orgullo; en México, a lo largo del país, en diferentes fines de semana. El domingo pasado, por ejemplo, fue en Guadalajara, y en la Ciudad de México será el 24 de junio. Sin embargo, por ejemplo, en EEUU este que acaba de pasar fue el Pride weekend (o sea, el fin de semana del orgullo). Por ello se llevó a cabo, en Washington, una marcha llamada Equality March for Unity and Pride. Además del tradicional Pride Parade (el desfile) que se hace cada año; esta marcha se ideó (igual que la Marcha de las Mujeres que aconteció en enero de este año) con el objetivo de crear conciencia sobre el peligro que la gestión de Trump representa para el tema de los derechos LGBTTTI (un ejemplo es el paso hacia atrás respecto de la recomendación federal hecha a las escuelas distritales para dejar que los estudiantes transgénero usaran el baño que prefirieran).

Esa dualidad, en la que paralelamente se lleva a cabo un gran festival de celebración, de orgullo y de fiesta; y una marcha que busca no sólo llamar la atención sobre el riesgo que corren los logros ya conseguidos sino recordar el camino que falta por recorrer, retrata un poco el estado actual de los temas relacionados con lo LGBTTTI: se ha avanzado un gran camino y ello es motivo de festejo, pero hay mucho por atender aún y no hay que perderlo de vista.

El tema de las marchas del orgullo es para algunos cuestionable por su naturaleza carnavalesca y por las atribuciones orgiásticas, descaradas y bacanales que se le hacen. Para muchas personas ya no es necesaria la celebración de marchas (o de desfiles) desde la disidencia sexual, puesto que –en un paralelismo con los reclamos que recibe también el feminismo- se considera que ya no hay necesidad de reivindicar algo. Sin embargo, esa creencia en la falta de necesidad proviene de un lugar de ignorancia.

El año pasado se hizo un intento desde la Presidencia de la República de hacer una reforma a la Constitución para que todas las personas pudieran casarse prescindiendo del sexo o del género que tuvieran, también para que las personas trans fueran reconocidas por todas las de la ley y para que las parejas homoparentales pudieran adoptar en todo el país. Esa iniciativa, sin embargo, no pasó ni siquiera de comisiones en la Cámara de Diputados. Peor aún, provocó que el Frente Nacional por la Familia planteara su propia iniciativa para prohibir todo lo antes mencionado además del aborto, la cual, afortunadamente, tampoco pasó.

Alfredo del Mazo, orgulloso gobernador electo del Estado de México no tuvo ningún reparo en profesarse durante su campaña completamente en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo, así como de la adopción en parejas homoparentales, argumentando que él está “a favor de la familia” (¿quién, en serio, QUIÉN puede creer que la familia es excluyente del amor y de la adopción?) y nadie se escandaliza. ¿POR QUÉ sigue habiendo tantas trabas en este país y en el mundo para alcanzar la igualdad, para fomentar el acceso a una vida digna y plena para TODOS sus habitantes? ¿Por qué no estamos poniendo atención a todos los temas pendientes relacionados con lo LGBTTTI?

Más allá de la vigencia del debate en torno a la postura a favor o en contra del matrimonio igualitario y de la adopción homoparental (en serio, ¿por qué, POR QUÉ estamos siquiera considerando la posibilidad de someter esos DERECHOS a consulta? ¿Cuándo se nos ocurrió que todo el mundo tendría que estar de acuerdo en la forma en que nos queremos y en la forma en que hacemos familia?), hay un chorro de temas que tenemos que atender que conciernen a las personas LGBTTTI y por las que debemos seguir trabajando, no sólo este mes, sino hasta que estén garantizados

Tenemos que lograr armonizar la legislación en todo el país para que pueda reconocerse y homologarse la identidad de las personas trans. Tenemos que mejorar las políticas públicas de salud, sobre todo respecto del VIH –puesto que entre las poblaciones más vulnerables siguen estando las personas LGBTTTI. Tenemos que crear más y mejores mecanismos para atender la violencia contra las mujeres trans (en ese sentido ya se hizo un esfuerzo por, legislativamente, idear un mecanismo para poder activar la alerta de género a raíz de asesinatos de mujeres trans, pero no ha progresado). Tenemos que procurar el acceso a la justicia que merecen los crímenes de odio. Tenemos que conseguir una educación integral en sexualidad. Tenemos que prohibir YA las terapias curativas. Y esos son sólo unos de los ejemplos de lo que falta por hacer; a la lista pueden sumársele muchas cosas más.

Es el mes del orgullo y orgullosos debemos estar. Sigamos desfilando y celebrando los logros que ya se han conseguido, pero sigamos marchando –y reclamando- porque todavía nos falta reivindicar espacios, derechos, entendimientos. Sí, a lo mejor alguna parejas del mismo sexo ya se pueden casar en la CDMX (y en algunos estados más) si son privilegiados; sin embargo, también siguen golpeando y matando a personas sólo por su sexualidad o por su identidad de género. Todavía hay mucha gente conservadora que cree que la felicidad de otras personas interfiere con la suya; todavía hay un montón de odio.

Como con el resto de las manifestaciones –de protesta o de celebración- que toman espacios públicos, siempre va a haber quienes no estén de acuerdo con que sucedan, con las consignas que se cantan y que se bailan, con la forma de vestirse de quienes asistimos. Pero también, como con el resto de las manifestaciones, las causas que nos hacen salir a la calle –a festejar o a reclamar, a estar orgullosos o a llorar- van a seguir valiendo mucho más que el odio que se pueda profesar en contra

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Sofía Mosqueda estudió relaciones internacionales en El Colegio de San Luis y ciencia política en El Colegio de México. Es asesora legislativa.

Twitter: @moskeda

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