Felipe de Jesús Pérez Luna, conocido como El Ojos, fue abatido en un inmueble de la colonia La Conchita Zapotitlán, Tláhuac, el pasado jueves 20 de julio. El narcotraficante que controlaba la venta de droga en el oriente del Valle de México fue tumbado en un operativo realizado por la Secretaría de Marina y la Policía Federal. El grupo criminal y las autoridades federales se enfrascaron en un enfrentamiento a balazos que duró unos quince minutos y el saldo del encontronazo fueron ocho presuntos integrantes del Cártel de Tláhuac muertos—incluido El Ojos—. En el lugar, comunicó la Marina, se aseguraron armas de alto poder, droga, objetos personales y documentación. El descabezamiento de la organización fue un trabajo coordinado entre fuerzas federales y de la Ciudad de México. La refriega prendió después de que los presuntos infractores de la ley atacaran a personal naval que hacía un patrullaje por la zona.

Los miembros del grupo delictivo presuntamente se dedicaban a la extorsión, secuestros y homicidios en las delegaciones Iztapalapa, Milpa Alta, Xochimilco y, obviamente, Tláhuac. El Ojos operaba en la zona, al menos, desde 2012 y se le vincula con la ejecución de cincuenta personas. Las imágenes del operativo encendieron las alarmas en la ciudad donde se dice —copiosamente— que no opera el narco. Bloqueos, civiles armados rafagueando a las autoridades y vehículos en llamas fueron las postales del enfrentamiento del jueves pasado. Mientras esto pasaba en la Ciudad de México, el jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, aplanaba el terreno para su potencial candidatura en 2018 con el pretexto de la presidencia de la Conago. El George Clooney mexicano aseguró a principios de mayo, cuando asumió la presidencia de la conferencia, que su nuevo puesto no interferiría con su chamba en la capital.

Sobre el Cártel de Tláhuac y El Ojos
Foto: Captura Foro TV

Escribe el periodista Roberto Zamarripa al respecto: “mientras hervía la ciudad de muertes callejeras, Mancera llevaba patrullas a Chihuahua. Cuando la Marina tomaba posiciones en Tláhuac, Mancera cabalgaba en Parral, a mil kilómetros de la ciudad que debe gobernar. Pagó publicidad para decir que ese día entraba a Parral igualito que lo hizo Pancho Villa… a caballo, mientras marinos entraban a Tláhuac como cuando detuvieron al capo Beltrán en Cuernavaca (…) Mancera elude; resbala culpas con su inacción. Muerto El Ojos, se acabó la ceguera, supondrá“. Fiel a su narrativa, el mandatario capitalino negó que existiese un cártel del narcotráfico en Tláhuac. Más bien se trató de una “organización de narcomenudeo fuerte que teníamos que atacar con mucho cuidado”. Los eufemismos os harán libres.

¿Entonces, si los criminales de Tláhuac eran narcomenudistas y no un Cártel, por qué atacó la Marina —federal— con blindados y vehículos artillados una pobre colonia urbana de Tláhuac“, pregunta Zamarripa en su columna del diario Reforma.

Mancera Espinosa definió al grupo criminal de El Ojos como amplio y violento, además de indicar que su cobertura había rebasado los límites la delegación Tláhuac. Aun así, desde su punto de vista, estas organizaciones no califican como cárteles. El grupo de Pérez Luna contaba con el apoyo de bicitaxistas y mototaxistas, que no solamente daban servicios de transporte público, sino que, además, ayudaban con el trasiego de droga. Aun así, a su parecer, estas organizaciones no califican como cárteles. Estos transportistas realizaron bloqueos con vehículos incendiados a las arterias tlahuaquenses para evitar que refuerzos federales llegaran a la escena del enfrentamiento.

Lo que hay en la CDMX no es narco, aunque no se descarta solicitar a apoyo a la Marina o a otras instancias federales.

Miguel Ángel Mancera, jefe de gobierno de la CDMX, asegura que no hay cárteles en la capital sino narcomenudistas
Foto: Notimex/Oscar Frasser

No sólo es Tláhuac… la presencia del narco en la Ciudad de México

De acuerdo con Víctor Manuel Sánchez, investigador y especialista en seguridad pública de la organización Causa en común, la presencia de las organizaciones criminales se ha extendido en la CDMX y el Estado de México. En la región, afirma el experto, operan al menos 14 grupos delictivos de mediano y gran tamaño, los cuales han propiciado una escalada en la comisión de delitos, como es el caso de los homicidios. Según el doctor Sánchez, uno de los factores por los que este tipo de células están incrementando en el Edomex y la capital es que estas entidades concentran más de 21% de la población de México. Esto resulta atractivo para los grupos ya que estos estados representan un mercado para las extorsiones, secuestro, la operación de giros negros, narcomenudeo, robo de combustible, etcétera.

El autor menciona que hace tres años solamente había nueve grupos delicuenciales; dichas organizaciones estaban repartidas en 81 de los 125 municipios del Estado de México y se limitaban a operar en algunas partes de Tláhuac, Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Cuauhtémoc. Ahora la cosa es distinta: hay al menos 14 células operando en 96 municipios del Edomex y diez de las facciones criminales tienen presencia en las 16 delegaciones del otrora Distrito Federal. El doctor Sánchez Valdés advierte que lo más peligroso de esta situación es que en, al menos, 70 de estos municipio y delegaciones opera más de una organización, lo cual incrementa la posibilidad de que haya enfrentamientos por el dominio de los territorios. La Familia Michoacana es el cártel con más presencia en ambas entidades: opera en 80 municipios mexiquenses y seis delegaciones.

A la Familia Michoacana le siguen, en orden de presencia e importancia, los Caballeros Templarios, los cuales tienen presencia en al menos 40 municipios del Estado de México y dos delegaciones de la capital. El Cártel Jalisco Nueva Generación también se ha extendido por estos territorios; de acuerdo con la base de datos de Víctor Manuel Sánchez, este cártel opera en 23 municipios mexiquenses y cinco demarcaciones chilangas. Esta organización criminal, indica el especialista, mantendría una alianza estratégica con la Unión Tepito, una banda local de la CDMX. En el centro del país también hay presencia de los Zetas, Guerreros Unidos, Cártel de Sinaloa, Cártel de los Beltrán Leyva, y aquello que conocemos desde hace algunas semanas como el Cártel de Tláhuac.

De acuerdo con el periodista Héctor de Mauleón, el grupo criminal de Tláhuac comenzaba a salir de su demarcación para operar en otras y esto conllevaba el riesgo de protagonizar enfrentamientos con contra otros grupos de la zona, como la Unión Tepito.

(Lean el análisis completo del doctor Víctor Manuel Sánchez en este enlace).

Cártel de Tláhuac: abriendo los Ojos

Las primeras noticias que tuvimos sobre el Cártel de Tláhuac hablan sobre su presencia en la Universidad Nacional Autónoma de México. El periódico El Universal denunció la presencia de traficantes que vendían marihuana, cocaína, cristal, LSD, hachís y tachas en la Máxima Casa de Estudios. La semana pasada la realidad escaló y se transformó en una escena de narcoviolencia ante nuestros ojos. Una escena que no nos es familiar. Ayer, lunes 24 de julio, surgió otra postal inusitada en la capital: la expresa apología del crimen. Cientos de personas acompañaron a Felipe de Jesús Pérez Luna en su último adiós. El Ojos fue sepultado en el panteón de San Lorenzo Tezonco en la compañía de cerca de 350 personas, quienes ofrecían coronas de flores a la memoria del líder criminal y canturreaban consignas como “se ve, se siente. Felipe está presente“.

En el evento fueron detenidas siete personas: dos por presuntamente portar armas y traer droga y otros cinco por tratar de evitar su arresto.

El Ojos ha sido descrito como “un individuo muy violento”. Sobre él pesaban acusaciones por la comisión de al menos 50 asesinatos y 30 desapariciones entre 2012 y 2016. De acuerdo con el periodista Héctor de Mauleón, Pérez Luna se formó en la escuela de violencia de la organización criminal La Mano con ojos. El líder criminal montó una fuerte red de narcomenudeo que involucraba a taxistas y mototaxistas que ocupaban el cargo de halcones, refiere de Mauleón. El Ojos, además, mantenía aterrorizados a comerciantes ambulantes de la zona, a quienes les cobraba derecho de piso. Otros testimonios sobre Pérez Luna señalan que era un benefactor de las colonias que “influía más que el delegado y daba más dinero que el gobierno, al estilo de los grandes capos“.

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