Por Sofía Mosqueda

El 14 de febrero se presentó el informe de ONU mujeres más reciente, primero en su tipo y a dos años de que se implementara la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible, cuyo objetivo es eliminar la pobreza, los diferentes tipos de desigualdad, proteger el medio ambiente y acabar con los conflictos contra la paz de aquí al 2030 mediante 17 objetivos específicos y a manera de continuación de los Objetivos de Desarrollo del Mileno. El informe arroja datos sobre el estado actual de la desigualdad de género en el mundo, recordándonos todo el camino que nos falta por recorrer.

Según lo consultado en 89 países, el 20% de las mujeres menores de 50 años vivieron violencia física o sexual de su pareja en el último año. Además, más del 50% de las mujeres y niñas que viven en un país en vías de desarrollo tienen al menos una de estas carencias: acceso a agua limpia, instalaciones sanitarias mejoradas, una vivienda durable o espacio suficiente para vivir.

Las mujeres, además, tienen 4% más probabilidad de caer en pobreza extrema que los hombres; y ello se exacerba en un periodo de edad muy específico. Las mujeres entre 25 y 34 años son quienes se ven más afectadas por esta brecha, puesto que es una edad clave en términos profesionales pero también en el ámbito reproductivo, y la responsabilidad de conciliar ambos aspectos recae exclusivamente en ellas. En este mismo sentido, informa que las mujeres hacen 2.6 veces más labres de cuidado que los hombres, casi siempre expresándose en dobles jornadas sin remuneración.

También llama la atención que aun cuando las niñas están teniendo mejor desempeño en la escuela y en las universidades que los niños, ello no se ha traducido en igualdad en el mercado laboral: La brecha de género en el empleo es de 23% en el mundo.

Niña en situación de pobreza
Foto: Shutterstock

Estas cifras son estremecedoras, pero también son insuficientes. La recopilación de información y estadísticas suele ser escasa, sobre todo en países en vías de desarrollo; por lo que el reto más inmediato es mejorar esa obtención de información, para así ser un punto de partida para el diseño y la implementación de políticas públicas. Las recomendaciones del informe, por lo tanto, incluyen la mejora en la recopilación de información sobre género y la formulación e implementación de políticas públicas integrales, así como una plena rendición de cuentas.

El valor de que este informe sobre desigualdad de género esté inserto en un proyecto global e integral como la Agenda 2030 recae en la perspectiva que provee sobre la tremenda desigualdad que hay en el mundo, y la necesidad de atender todas las desigualdades desde una perspectiva simultánea e interseccional. La importancia de que el esfuerzo sea integral y multisectorial radica en la posibilidad de que el progreso en algunos frentes se vea disminuido por la falta o retroceso en otros. De ahí la importancia de la interseccionalidad y el interés en integrar las dimensiones de pobreza, salud, educación, acceso a agua potable, empleo, cambio climático y degradación ambiental, paz y resolución de conflictos y desarrollo (entre otros) como parte de los esfuerzos de la lucha por los derechos de las mujeres y niñas.

La desigualdad afecta a todo el mundo, sea directa o indirectamente. Afecta la estabilidad social y política, detiene el crecimiento económico y es un obstáculo directo para el pleno otorgamiento y ejercicio de los derechos humanos, así como para la eliminación de la pobreza. Erradicar la desigualdad es una responsabilidad global enorme, sobre todo considerando cómo, además de las acciones nacionales impactan en diversas desigualdades localmente, fenómenos internacionales como los flujos financieros ilegales, el comercio ilegal de armas, la expropiación de tierras de parte de actores transnacionales contribuyen, entre otros factores, a exacerbar la desigualdad, afectando particularmente a las mujeres y a las niñas.

La responsabilidad de cada país para conjuntamente trabajar en pro de un pleno desarrollo se vuelve un reto mayor en la medida en que estamos viviendo un giro hacia políticas segregacionistas y basadas en el miedo o en políticas económicas ortodoxas que profundizan la desigualdad y relegan las posibilidades de las personas, fomentando el conflicto y la inestabilidad; ello sin considerar los millones de personas que están teniendo que desplazarse forzadamente por conflictos violentos y catástrofes humanitarias. En el marco de esta barahúnda socioeconómica y política el objetivo de la igualdad de género sigue estando pendiente, y se está enfrentando a nuevas formas de resistencia y conservadurismos; amenazando no sólo el proyecto y los derechos civiles y humanos por los que se lucha, sino a quienes abogan y defienden los derechos de las mujeres.

Urge, en este momento en el que hay tantas luchas de reivindicación por los derechos humanos, pero también tantas renuencias y conflictos, reconocer que el desarrollo del planeta sólo podrá ser sostenible si beneficia a hombres y mujeres por igual, y que los derechos de las mujeres sólo podrán alcanzarse si forman parte de una estrategia global de protección al planeta y a la dignidad y respeto de las personas.

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Sofía Mosqueda estudió relaciones internacionales en El Colegio de San Luis y ciencia política en El Colegio de México. Es asesora legislativa.

Twitter: @moskeda

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