Por Mariana Pedroza

¿Cómo podemos saber el significado de una palabra? Muy fácil, podemos buscarlo en el diccionario. Ahora bien: ¿los diccionarios son confiables? Ahí la pregunta se complica. El diccionario que más renombre tiene es el de la Real Academia Española, pero dicha obra presenta ciertos vicios: por una parte, hay circularidad en las definiciones, lo que significa que, en muchos casos, define una palabra a partir de otra, pero cuando buscas esa otra palabra, te remite a la primera; por otra parte, el diccionario de la RAE tiende a usar un lenguaje anticuado y está plagado de prejuicios culturales que, lejos de definir, imponen un tipo de mirada. Si consideramos, por ejemplo, que en la entrada «mujer» aparece cuatro veces la palabra «prostituta», ya nos da qué pensar.

María Moliner, una bibliotecaria y filóloga española, notó esos vicios en los diccionarios existentes y, a mediados del siglo pasado, se dio a la tarea de realizar un diccionario que los subsanara, que fuera mucho más orgánico y, en sus palabras, le regresara el lenguaje al pueblo; un diccionario que diera información sobre el uso de los términos y sobre las relaciones entre ellos, que contuviera ejemplos y estuviera estructurado por familias semánticas, ordenando las palabras por su raíz, todo de la forma más sencilla posible.

La empresa, interesante y ambiciosa per se, tenía además otros obstáculos: ¿quién iba a tomar en serio a una mujer en una sociedad preeminentemente machista, en la que no sólo se presuponía la inferioridad intelectual de las mujeres, sino en la que además era infrecuente encontrar a una mujer letrada? Por si fuera poco, María Moliner fue diagnosticada con artereoesclerosis cerebral antes de que terminara la segunda edición de su diccionario, enfermedad que tiene entre sus síntomas la pérdida de la memoria.

Ante tan atractiva biografía, Manuel Calzada decidió escribir una obra de teatro sobre ella, misma que acaba de montar la Compañía Nacional de Teatro bajo la dirección de Enrique Singer y que se encuentra actualmente disponible al público. Esta obra transmite bien la constante dualidad en el personaje de María Moliner: una mujer sumamente sencilla pero al mismo tiempo con una misión clara y un brío incesante, buscando conciliar –no siempre con mucho éxito– su rol como esposa y como madre, con su cometido de hacer un diccionario, zurciendo calcetines todo el tiempo (metonimia del resto de las tareas domésticas) y trabajando hasta altas horas de la noche en su máquina de escribir.

La obra, centrada principalmente en sus últimos años, cuando la artereoesclerosis ya empezaba a tomar terreno, conecta con el público desde dos ángulos: en primer lugar, es un deleite intelectual para los amantes del lenguaje, porque se toma el tiempo de dar cuenta de las clasificaciones de su diccionario, pone atención en las precisiones lingüísticas y construye humor alrededor de ellas; en segundo lugar, muestra a un personaje inconformista y revolucionario que, contrario a su ideología política, debe someterse al régimen franquista y, paralelamente, abrirse paso como intelectual desde su condición de mujer, lo que la hacía tropezarse continuamente con el rechazo, el escepticismo y la condescendencia.

Asimismo, me parece que hay en la obra una crítica de trasfondo hacia la medicina. ¿Cuándo una enfermedad mental es una enfermedad? La creciente falla cognitiva en los últimos años de María Moliner era innegable, pero aún desde antes de que eso supusiera un problema serio, el solo diagnóstico parecía condenarla, sobre todo frente a los ojos del médico que veía en su labor un delirio y en las fichas en donde escribía sus definiciones, una evidencia innegable de su pobre estado mental. ¿Diccionarista meticulosa u obsesiva delirante? Quizá no son excluyentes, pero el marco conceptual con el que se mire marca una tendencia en el modo de apropiarse de sus síntomas y de volverlos un problema, o, por el contrario, un punto de encaje para la creación.

*La obra se presenta en la Ciudad de México por última vez mañana, martes 27 de junio a las 19 horas, en El Colegio Nacional. Dado que es entrada libre, hay que llegar con antelación. Se puede ver en línea, en vivo acá.

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Mariana Pedroza es filósofa y psicoanalista.

Twitter: @nereisima

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