Por Roco Casillas

Desde su aparición en la parrilla televisiva de TV Azteca, Los Simpson tuvieron un gran impacto en México, entre otras cosas, por el fabuloso doblaje de las primeras temporadas. Éste fue producto de una acertada traducción del inglés al español mexicano, cuyo doblaje, como sucedía a menudo, era utilizado en la mayoría de los países de Latinoamérica. Hay que tomar en cuenta que la labor de la traducción para doblaje no significa simplemente pasar de un idioma a otro un texto, así nomás, como con el Google translate. En realidad, para que las traducciones de productos masivos como la televisión sean exitosas es necesario que pasen por un proceso de tropicalización. Esto no significa calipso y piñas coladas para todos, sino la adaptación de una franquicia a las necesidades culturales de sus consumidores potenciales, como demuestran varias entradas de marketing en la red. Además de Los Simpson, existen grandes ejemplos de tropicalizaciones exitosas en la televisión, como Don Gato y su Pandilla, que en Estados Unidos pasó sin pena ni gloria, mientras que acá fue un trancazo, y épicos momentos como cuando Bebop se alburea a Rocoso en un capítulo de las Tortugas Ninja:

Todos sabemos que existe un antes y un después en Los Simpson, marcado por el reemplazo de las voces originales de Humberto Vélez y compañía, y que de ahí pa’l real todo ha ido de bajada (no necesariamente por el doblaje, pues es una realidad que la serie lleva varias temporadas malviviendo de sus glorias pasadas). Aunque el reemplazo de las voces de Los Simpson fue el cambio más visible, hubo más repercusiones, y la transformación de la serie llegó a afectar el delicado ecosistema de su estudio de doblaje, donde habitaban los resilientes traductores, capaces de vivir con una dieta blanda de café y puré de cartón con lechera.

En el caso de Los Simpson, este grupo fue dirigido por Francisco Reséndez durante las primeras 7 temporadas, para luego ser relevado por Humberto Vélez (el mismísimo Homero Simpson) hasta la temporada 15, cuando se dio el pleito entre Grabaciones y Doblajes Internacionales y la Asociación Nacional de Actores (ANDA), que culminó con el reemplazo del casting de voces originales y la muerte de nuestra infancia. Poco antes de este pleito, síntoma de la crisis venidera, había cerrado puertas el estudio de doblaje Audio 3000 donde, además de Los Simpson, se habían realizado los doblajes de series como Ranma 1/2, Ren y Stimpy, ¡Oye, Arnold!, Rugrats, South Park, Power Rangers y Pokémon. Ahí nomás. Afortunadamente, este pleito no obligó a redoblar las primeras temporadas de la serie, y podemos agasajarnos todavía con sus chistes y guiños a la cultura y lenguaje del centro de México. A continuación proseguiré con un ejemplo muy claro, Marge contra el monorriel (4×12), que caería dentro de la gestión de Francisco Reséndez para ver estos logros del estudio.

Quiero destacar dos momentos, uno que tenemos tatuado en la memoria colectiva, y otro más sutil. Ambos funcionan como muestra de la gran destreza con la que se tropicalizaron los diálogos de este capítulo. El primero de éstos es ese bello momento en que Marge descubre que, en vez de extintores, el monorriel está equipado con una familia de zarigüeyas. El segundo, sucede mientras Bart prepara a su padre para tomar el examen que lo acreditaría como conductor de monorriel.

En el primer ejemplo, en el texto original en inglés, la respuesta de Homero al descubrimiento de Marge es que la zarigüeya madre se llama Bitey. La ruta fácil hubiera sido traducir este nombre directamente y que se llamara Mordelona. La chamba hubiera sido realizada, y con el cheque se podría haber comprado mucho cartón y mucha lechera. Un mes más con vida. PERO… el heroico cuerpo de traductores de Audio 3000 no iba parar ahí, y encontraron, a través de la tropicalización, una solución infinitamente mejor: llamarle Cuca. Al ser este un nombre común en México, acá pueden ver un estudio del INEGI que demuestra que el 90% de la población del país tiene una Tía Cuca, el consumidor potencial pudo relacionarse con la broma y nació un momento entrañable para la historia del idioma español.

El segundo ejemplo es bastante más sutil, y sucede cuando Bart está probando los conocimientos de Homero como conductor de monorriel. El diálogo que quiero observar es el siguiente:

Bart: “Cierto o Falso ¿Puede convertirse en mono conduciendo un monorriel?

Homero: “Hmmm… ¡Falso! Hmmm… No, no, no. ¡Puede ser cierto!”

Así como en las caricaturas de antaño podíamos intuir las partes que se iban a mover del fondo por su coloración sospechosa, aquí era claro que la relación Mono-chango-Monorriel era un artificio de la tropicalización. ¿Pero de dónde venía?

En inglés el intercambio es el siguiente:

Bart: “True or False. You can get mono from driving a monorail.”

Homero: “Hmmm… ¡False! Hmmm… No, wait! Maybe it’s true!”

Muchas letras inglesas y acreditaciones de idioma, pero no tenía idea de qué significaba “mono” en este diálogo. Después de mucho buscar, porque al parecer en Estados Unidos “mono” es una expresión tan común que no necesita explicación, di con el significado correcto. Aquí “mono” hace referencia a la Mononucleosis Infecciosa, que suena más grave de lo que es en realidad, y que es conocida como la Enfermedad del Beso porque se transmite de esta manera. Así pues, un juego equivalente en español podría ser algo como “¿Puede contraer paperas por comer peras?”. Afortunadamente los traductores fueron más hábiles que uno, y una vez más transformaron la broma para que tuviera sentido tanto con el personaje como con el idioma de la cultura receptora, y decidieron usar “mono” en el sentido de chango, que creo es una respuesta bastante más Homérica que aquella de la enfermedad en el original.

Como vimos, la traducción de un programa de televisión no puede ser sólo textual. Debe tropicalizarse para ser capaz de replicar o reemplazar la mecánica interna de los diálogos de acuerdo a la función que tienen. Es decir, si tenemos una broma es necesario respetar que es una broma, aunque esto involucre alterar radicalmente el “significado original” de ésta, como en los casos mencionados aquí. Así que aprovechemos esta sopi-semana de Los Simpson para viajar sobre La Cumbancha Volante a aquellos tiempos en que el dólar estaba a 10 pesos y no teníamos que hacer nuestra declaración anual de impuestos.

 

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Roco Casillas estudió literatura inglesa en la UNAM. Es músico y estudia una maestría en gestión cultural.

Twitter: @rocorcholata

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