Por Adrián Montemayor

En días pasados nos enteramos que la Semarnat había renunciado a administrar el Parque Bicentenario de Azcapotzalco por considerarlo “ocioso e improductivo”. Consecuentemente, se otorgó la concesión de su operación a un privado, entre señalamientos de vecinos sobre su supuesta venta para la construcción de viviendas y centros comerciales. Si bien esta acusación ha sido desmentida por las autoridades, lo cierto es que el abandono del parque y su desincorporación demuestra el abandono generalizado de la creación y mantenimiento del espacio público en favor de intereses privados.

Llamar “ocioso e improductivo” a un parque es un pleonasmo. Ésa ha sido su función histórica: la recreación. Ahora podemos también reconocer su valor estético para nuestras comunidades, su promoción a la salud y el ejercicio, el enriquecimiento a nuestro ecosistema y cómo mejoran nuestra calidad de vida y convivencia social. 

La OMS mantiene que la salud debe ser la prioridad de los urbanistas. Para esto ha recomendado que las zonas urbanas cuenten con sistemas de transporte público accesibles y áreas verdes para el entretenimiento y ejercicio. La organización aconseja que entornos urbanos se tengan entre nueve a once metros cuadrados de áreas verdes arboladas por persona. En el caso de la CDMX, esta cifra es de 6m2 según investigadores de la UNAM y de 17m2 según la Secretaría de Medio Ambiente (aunque incluye panteones, unidades habitacionales y camellones en esta cifra). En comparación, Buenos Aires tiene apenas 2m2 pero Viena cuenta con 120m2 por habitante.

Todos queremos vivir cerca de espacios públicos seguros y bien conservados. Además, son considerados como catalizadores de la actividad comercial. Es por eso que hay una presión inmobiliaria en los alrededores de estas áreas. Nuestras autoridades, en vez de  ampliarlas y defenderlas en pro del beneficio público, buscan hacerlas más atractivas para los desarrolladores. Ése es el peligro que corre el Parque Bicentenario y que ya es patente en La Mexicana en Santa Fe.

El parque de La Mexicana es un espacio hecho y custodiado por y para intereses privados, con una gran cantidad de espacios comerciales en plena expansión. Recientemente se anunció su expansión en razón de la construcción de un centro comercial subterráneo en sus terrenos, además del desarrollo de residenciales en sus límites. Este parque ejemplifica plenamente la privatización del espacio público y la invasión del consumismo en todos los aspectos de nuestra vida social, transformando nuestra relación con la ciudad.

Otro problema de La Mexicana es que es poco accesible en transporte público. Las buenas prácticas internacionales en desarrollo de áreas verdes establecen que las personas deben poder caminar a los parques y la naturaleza. Vancouver se ha propuesto ser la ciudad más verde del mundo para el 2020 y su plan de acción incluye la meta de hacer que sus habitantes estén siempre a 5 minutos caminando de un área verde. Aunque el estándar es que un área verde es accesible si se puede llegar a ella con una caminata de 10 minutos. ¿Cuántos podemos decir que vamos un rato a caminar al parque?

Nos toca defender el Parque Bicentenario. Una vez que se construya una vivienda en él, se perderá para siempre un espacio que nos  hace falta en la ciudad. El acceso a las áreas verdes y los espacios públicos de calidad debe ser prioridad de nuestros gobiernos locales. Tenemos que priorizar la creación y mantenimiento de verdaderos espacios públicos, no plazas comerciales disfrazadas. Si algo se va a construir que sean más parques y menos plazas.  

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Adrián Montemayor es integrante de Wikipolítica CDMX, una organización política sin filiaciones partidistas .

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