Por Esteban Illades

Este fin de semana, en el anuncio más grave que ha hecho el gobierno respecto al coronavirus, el subsecretario de Salud Hugo López-Gatell nos dio la advertencia final: quedémonos en casa porque es la última oportunidad de evitar que tengamos una crisis como las que viven otros países del mundo. La conferencia de prensa de las 7 de la noche del sábado fue distinta a las anteriores por el tono. Sí, López-Gatell ya había dicho antes que llegaría el día y sí, ya nos había advertido durante la semana que lo mejor era no salir al menos que fuese indispensable. Pero ahora el lenguaje fue duro: “Es nuestra última oportunidad de frenar, mas no de eliminar, la transmisión de este virus. No es posible evitar la epidemia (…) La única manera de reducir la transmisión es quedarse en casa de forma masiva y durante un mes”, dijo.

El presidente ya había adelantado las medidas el día anterior. En un anuncio en redes, casi cumplidas las 11 de la noche, hizo mención de la famosa curva que debe aplanarse y dijo que ahora sí había que quedarse en casa. Que el anuncio proviniera de él, quien días antes decía que debíamos seguir consumiendo en fondas y restaurantes y que debíamos seguir afuera, hacía notar la gravedad del problema.

El Subsecretario de Salud, Hugo Lopez-Gatel informa sobre los casos de Coronavirus en México

Sin embargo, poco duró el llamado presidencial. Minutos después de que López-Gatell terminara de hablar el sábado, el presidente subía otro video de sus rutinarias giras del fin de semana. Al día siguiente hizo lo mismo, e incluso presumió quedarse en el hotel donde se hospedó el primer contagiado de coronavirus en la ciudad de Culiacán.

Pero la cereza en el pastel no fue un video elaborado por su equipo de comunicación social, sino uno que apareció en medios de comunicación al poco tiempo: era él saludando –de mano– a la madre de Joaquín “Chapo” Guzmán, el narcotraficante más infame en la historia del país, uno de los principales responsables de la guerra sin cuartel de los últimos 15 años y actual preso en la cárcel más terrible de todo Estados Unidos. Después aparecieron fotografías del presidente con alguien muy parecido al abogado de Guzmán.

Entre los más fieles seguidores del presidente se ha manejado lo ocurrido el domingo en Badiraguato como algo positivo: el presidente puede ir al pueblo del “Chapo” sin que le pase nada; tiene trato humano con todos, sin importar quiénes sean; y a fin de cuentas la mamá de Guzmán tiene 92 años.

‘No te bajes, ya recibí tu carta’; AMLO saludó a la mamá del Chapo en su visita a Badiraguato
Captura de pantalla

En otro contexto lo sostenido ahí quizá no sería tan errado; o, más bien, no sería tan grave como es hoy. Pero en tiempos actuales no hay manera de defender lo hecho por el presidente el fin de semana. Primero, porque él mismo evita cumplir con lo que pide: quedarse en casa. Él sostiene que si se refugia en Palacio Nacional los “conservadores” –el enemigo que saca a colación cada que necesita– aprovecharán el vacío de poder y lo quitarán del puesto. Nadie le está pidiendo que se encierre y deje de hablar, sólo se le está pidiendo que ponga el ejemplo de que este mes hay que evitar el contacto para evitar el contagio. Pero hasta eso lo toma como afrenta.

Segundo, porque el presidente se mueve en una pista completamente distinta al sector salud. Es difícil saber a quién escuchar cuando el mensaje es tan contradictorio: por un lado, el especialista López-Gatell alerta del tamaño del problema; por otro, el presidente actúa como si la pandemia ocurriera en un planeta distinto al suyo. Se ha dicho con anterioridad aquí: para muchos mexicanos el presidente es la voz que escuchar, y si él no se guarda, por qué habrían de hacerlo ellos.

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Foto: Cuartoscuro.

Tercero, por el mensaje que manda en su reunión con la madre de Guzmán. No sólo no se queda en casa, sino que en su gira aprovecha para reunirse con la madre del narcotraficante más importante del último siglo –y de paso saludar a una persona de la tercera edad con la mano–. Más cuando hace unos meses rechazó reunirse con familiares de víctimas de la guerra contra el narcotráfico porque tenía que “cuidar la investidura”.

Mientras tanto, la fase tres se aproxima y los contagios serán muchos. No lo digo yo, lo ha dicho López-Gatell en más de una ocasión. Vienen semanas críticas y el sector salud está mermado. Hay una cantidad muy limitada de camas y de ventiladores, y la apuesta de los especialistas es detener lo más posible el contagio para que el sistema pueda lidiar con los contagiados sin venirse abajo. Pero para eso hay que QUEDARSE EN CASA.

Pero esa idea es completamente ajena al presidente, que la tiene en un segundo plano muy lejano. Para él lo importante es seguir haciendo política, porque es lo único que sabe hacer. Seguir saliendo, seguir dando mensajes alejados de la realidad. Claramente nadie quiere que entre en pánico y espante a los mexicanos. Lo que se le pide es seriedad y enfoque. Que siga las recomendaciones, ahora órdenes, de los especialistas que él mismo nombró. 

Que lidere y que no distraiga, porque éstos vaya que son tiempos difíciles, y él es el único que parece no darse cuenta, o que no lo quiere aceptar.

Porque si algo hemos aprendido de su mandato desde 2018 es que todo, todo en esta vida, es un interminable ataque en contra de su persona. No ha aprendido aún que hay cosas más grandes, y mucho más importantes que él.

Sería bueno que, por primera vez en su presidencia, hiciera lo que le dicen los demás, no lo que él se dice a sí mismo. Sólo así, quizás, se evitará lo peor del Covid-19 en México.

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Esteban Illades

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