Por Esteban Illades

Ayer se cumplió un año de la elección de Andrés Manuel López Obrador como presidente del país. Fiesta, discurso, celebración por haber llegado al poder. Pero, más allá del ánimo de júbilo, vale la pena preguntarse, a un año de la llegada del nuevo gobierno, ¿hay algo que celebrar? Sí y no.

Lo bueno

Hay que empezar por lo bueno, y hay que reconocerle lo siguiente a esta administración: como ningún otro gobierno la política social es la prioritaria. El lema de “Primero los pobres” ha sido la guía de López Obrador. El salario mínimo aumentó de manera considerable y los programas para jóvenes y adultos mayores –becas en el primer caso, pensiones en el segundo– son un cambio importante en la manera de llevar las cosas en el país. Se podrá argumentar que se trata de una medida clientelar –dinero a cambio de votos–, pero el objetivo fundamental del programa es buscar sacar de la pobreza a casi la mitad de México. Si el programa es cambio de votos por dinero, pues eso lo sabremos en la siguiente elección.

¿Hay algo que celebrar?
Foto: Shutterstock

“Primero los pobres” se parece a “Bolsa Familia”, la estrategia que implementó Luiz Inácio Lula Da Silva en Brasil cuando llegó a la presidencia, y que logró sacar de la pobreza a cerca de un tercio de la población.

Se podrán decir muchas cosas de este gobierno –y se dirán en las próximas líneas– pero no se le puede regatear su intención, al menos, de reducir las brechas de desigualdad, que vaya que son grandes.

Lo malo

Lo malo de este gobierno debe ser su inicio con el pie izquierdo en términos económicos. Mientras que por un lado busca reducir los niveles de pobreza, por otro tomó dos decisiones que hoy afectan su manera de operar: la cancelación del aeropuerto de Texcoco y la autodenominada austeridad republicana. El primero fue una decisión que sin duda hizo que los inversionistas, nacionales y extranjeros, se pusieran tensos. Entendido el discurso de que el poder económico sería controlado por el poder político –que la clase empresarial no tomaría decisiones por encima del gobierno–, el problema fue la incertidumbre generada por la cancelación, y eso sin contar los costos que deberán asumir los mexicanos para terminar de pagar un aeropuerto que jamás se construirá.

Desde que se dio marcha atrás en Texcoco, las expectativas internacionales se han modificado. Y la semana pasada, con la decisión de la Comisión Federal de Electricidad de pelearse con una empresa canadiense, la perspectiva de negocios internacionales e inversión en México no es alentadora.

¿Qué celebrar del primer año de AMLO?

La austeridad republicana, por su parte, ha lastimado gravemente al sector salud. IMSS, ISSSTE y los órganos dependientes de la Secretaría de Salud han sufrido más que de costumbre desde el 1 de diciembre por la falta de recursos. Son comunes los reportes de desabasto de medicinas y de materiales en los hospitales. De recorte en gasto de energía eléctrica. Y de muchas otras cosas.

La salud de los mexicanos es primordial, pero en el interés del gobierno de recortar el gasto a como dé lugar, se está llevando a los mexicanos consigo. Como dice el dicho, AMLO está podando la hierba con la maleza, lo que no es bueno para nadie.

Lo preocupante

Lo preocupante, en particular, son dos cosas. La primera es la necedad de querer regresar a Pemex a lo que era hace décadas. El petróleo, si bien no va completamente de salida, sí se está quedando atrás. Muchos países, incluidas las grandes economías petroleras, están apostando por otro tipo de energías. Asimismo, México ya no está produciendo lo que producía antes. El famoso yacimiento de Cantarell es una sombra de lo que fue. 

Pemex no va a regresar. Y menos a través de la refinación. Si algo le han dicho los expertos en el ramo y los inversionistas a este gobierno es que si quiere intentar rescatar a Pemex no debe hacerlo a través de proyectos de refinación de gasolina. México no puede competir a nivel internacional en ese rubro y cualquier inversión ahí es dinero perdido. Sin embargo, ni en la secretaría de Energía ni en Pemex ni en Presidencia quieren escuchar a quien sí sabe del tema.

qué celebrar en el primer año de amlo
Foto: Cuartoscuro

Si se le sigue echando dinero a Pemex de esta manera no sucederá nada positivo y el país se enfrentará a un problema que él mismo creó y que quizá no pueda resolver. Es momento de que el presidente abandone el sueño de Pemex. No hay nada que hacer.

La segunda preocupación es el aumento en la confrontación con medios de comunicación y con quien piensa distinto a él. A través de sus conferencias de prensas matutinas y de sus giras por el país, el presidente busca imponer una versión de las cosas. Cuando alguien no está de acuerdo y se lo hace saber, entonces el presidente –con el poder que conlleva el puesto– aprovecha su posición y califica de “fií”, “conservador”, corrupto” y muchas más a quien no comparte su visión. Esto ha hecho, entre otros factores, que sus seguidores se volteen en contra de los medios de comunicación, muchos de los cuales sólo buscan hacer su trabajo: reportar las noticias. Al igual que con Pemex, nada positivo puede salir de este aumento en el discurso en contra de su oposición.

Y AMLO recicla candidato de la CRE para Consejerías en Pemex
Foto: Presidencia.

Y no sólo son los medios: la semana pasada el gobierno arremetió contra la Comisión Nacional de Derechos Humanos, una comisión que ha sacado a la luz las mayores injusticias cometidas por los gobiernos del país. Como botón de muestra sabemos de las ejecuciones extrajudiciales de Tlatlaya por ellos, entendemos el desastre que fue la investigación gubernamental del sexenio pasado respecto a Ayotzinapa gracias a su trabajo. Pero como actúan con este presidente como se actuó con los anteriores, a AMLO ya no le cayó en gracia el asunto.

En resumidas cuentas

Es muy temprano para celebrar. También es muy temprano para declarar emergencia nacional. Este gobierno lleva poco más de medio año en el poder; así como ha hecho cosas buenas, también se ha equivocado y también sigue caminos que no llevan a nada bueno ni para él ni para los mexicanos.

Un año de la elección, un año complicado. Eso sí, a fin de cuentas, AMLO hace lo que dijo que iba a hacer: un cambio radical. Para bien o para mal, aún necesitamos más tiempo para saber cómo calificarlo.

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Esteban Illades

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