Por Esteban Illades

A nivel federal, la Jornada Nacional de Sana Distancia termina el lunes 1 de junio. Su lugar lo tomarán el sistema de semáforo de cuatro colores y el protocolo de “nueva normalidad”. Sin embargo, esto no quiere decir que en automático puedas y debas de salir de tu casa. Todo lo contrario.

De hecho, las nuevas medidas ya empezaron a operar la semana pasada en los municipios que al gobierno se le ocurrió llamar “de la esperanza”. Pero contrario a lo contemplado por las propias autoridades federales, varios municipios dijeron que no se iban a arriesgar a levantar sus órdenes de confinamiento porque no estaban listos para hacerlo. Temían que, de reabrir, aumentaran los contagios y tuvieran una ola con la que no pudieran lidiar. Dicho y hecho, porque algunos incluso tuvieron que retrasar la reapertura y no por decisión propia: detectaron casos de COVID-19 donde antes no había.

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Foto: Hugo López-Gatell (@HLGatell).

Esto se debe en gran parte a que no hay pruebas. Han dicho el gobierno y el subsecretario López-Gatell –y sí, sí veo las conferencias, antes de que alguien me regañe– que eso no es necesario, que la idea es que no se saturen los hospitales. El problema es que para evitar esa saturación hay que saber cómo avanza el contagio del virus; de lo contrario, estamos caminando con los ojos cubiertos. Y así parece que vamos. Sin pruebas, caminando hacia una reapertura llena de incertidumbre.

Porque así como los municipios “de la esperanza”, otros empezarán a retomar actividades en los próximos días. Cada uno con su sistema particular y sus diferencias, pero ninguno con un aumento de pruebas

Claudia Sheinbaum quédate en casa
Foto: Claudia Sheinbaum

En la Ciudad de México, por ejemplo, operará otro semáforo sin fechas fijas: conforme aumenten o se reduzcan los contagios se pasará de un color a otro. Aun así, el escenario más optimista es que para septiembre estemos en verde (cosa que es necesaria recalcar, no significa el regreso a una vida sin COVID-19), sí y sólo sí se siguen las medidas de la autoridad. Poco a poco, en teoría, podremos retomar algunos trazos del pasado: cine, gimnasio, restaurantes. Pero todo de una manera distinta; siempre y cuando se respeten las indicaciones.

Cosa que no parece estar sucediendo. Es anecdótico, pero cada vez se escuchan más automóviles en la calle, cada vez hay más fotos de las vías principales saturadas, cada vez hay más reportes de negocios que decidieron reabrir a pesar de la contingencia. Dirán algunos que qué bueno, que así generaremos inmunidad de grupo estilo Suecia. Dirán otros que ni tan grave es, que si les da COVID-19 les da y bueno.

Y pues ambos están mal…

Ni los suecos han logrado volverse inmunes –tienen la peor tasa de muerte de toda Escandinavia–, ni el COVID-19 es un invento. Las consecuencias, en particular para la población más vulnerable, pueden ser desastrosas. Van cerca de 95 días desde que supimos del primer caso en México. Y hoy, más de tres meses después, hay que seguir repitiendo lo siguiente: el COVID-19 es un asunto de vida o muerte. No sólo de inconvenientes.

Pero pongámoslo en los términos más egoístas posibles, a ver si así. Pongamos la inconveniencia por encima de la muerte. Quieres regresar al estadio de futbol, al centro comercial. Quieres volver al parque a correr –o eso dices; caminar por la ciudad como antes; irte de viaje a la playa porque ya urge, ¿no?

Pues nada de eso es posible todavía.

Si lo intentas ahora, como muchos otros también lo están pensando, lo único que vas a lograr es que ese viaje a la playa no sea este año sino el siguiente, o en 2022. Que los eventos masivos en donde vives se retrasen; que el futbol, en el mejor de los casos, regrese en varios meses. No por nada hay todo un equipo de la LigaMx que se contagió, incluidos varios que fueron a una fiesta de cumpleaños en pleno confinamiento.

El punto es: sales ahora, lo pagas después. Lo pagamos todos, de hecho, pero eso a muchos no les importa. Lo vas a pagar tú cuando no puedas hacer lo que quieras y te obliguen a encerrarte otro rato. O lo vas a pagar cuando te contagies y contagies tú a los demás porque como que unos chupes, ¿no, güey?

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Foto: Getty Images

Quédate en casa. Y si por algún motivo no puedes hacerlo –porque tienes un trabajo esencial, no porque tienes que ir al Oxxo a ver si ya empezaron a vender cerveza otra vez–, sal con tapabocas, mantén distancia, no te toques la cara y lávate las manos. De lo contrario, ese confinamiento que ahorita te parece excesivo, se va a tener que alargar indefinidamente.

Como dice el meme: ser héroe en este momento es quedarte encerrado a jugar videojuegos, o a ver la tele, o a leer. Sé un patriota y échate en el sillón de la sala otro rato.

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Esteban Illades

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