Por Esteban Illades

Desde el miércoles pasado, querido sopilector, las noticias son Venezuela, Venezuela, Venezuela. Que si Nicolás Maduro, que si Juan Guaidó, que si Donald Trump, que si México está a favor de una dictadura… seguro escuchaste eso y más.

Pero, ¿qué está pasando en Venezuela? Acá una guía básica.

Lo primero es lo primero: ¿Venezuela tiene dos presidentes?

Depende.

El miércoles 23, Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela –el equivalente a nuestro Congreso–, juró como “presidente encargado” del país. Esto unos días después de que Nicolás Maduro jurara, a su vez, como presidente.

Guaidó juró como “presidente encargado” porque la oposición no reconoce el mandato de Nicolás Maduro: Maduro fue reelecto en mayo del año pasado en una votación en la cual ni siquiera se sabe cuánta gente votó, y en la que no participó la oposición. Según el gobierno votó el 46% de la población, según la oposición ni siquiera el 20%.

Por lo tanto, para la oposición Maduro ya terminó su encargo original como presidente y ya dejó de serlo. Según la constitución venezolana, entonces, el presidente de la Asamblea debe asumir el poder y convocar a elecciones.

Pero, según el gobierno actual, las elecciones fueron legítimas y la oposición está usurpando sus funciones.

Al día de hoy Venezuela tiene dos presidentes, dos Congresos y dos Tribunales de Justicia (uno está en el exilio).

Foto: Reuters

¿Por qué reventó esto el 23 de enero?

Porque el 23 de enero se cumplieron 61 años del regreso de la democracia a Venezuela: el dictador Marcos Pérez fue derrocado tras casi seis años en el poder. Es una fecha simbólica en Venezuela. Digamos, un 20 de noviembre de aquí.

¿Por qué la oposición no reconoce la elección del año pasado en la que ganó Maduro?

Vamos un poco más atrás. En 2015 Venezuela tuvo elecciones legislativas. La oposición al gobierno chavista arrasó en la Asamblea Nacional, y obtuvo mayoría calificada para modificar la Constitución de 1999, promulgada por el entonces presidente Hugo Chávez. Parecía el fin del gobierno de Maduro.

El Tribunal Supremo de Justicia invalidó la elección de cuatro asambleístas, los necesarios para evitar esa mayoría, y lo hizo bajo argumentos, si somos amables, controvertidos.

La Asamblea ignoró al Tribunal y el Tribunal decidió transferir poderes a Maduro. Maduro, a su vez facultado en la Constitución, llamó a una Asamblea Constituyente. Esa asamblea tomó el lugar de la Asamblea Nacional. Y se llenó de maduristas: a la oposición se le puso todo tipo de trabas para participar.

Aquí es donde empieza todo el problema legal: para el gobierno de Maduro, la Asamblea Nacional dejó de representar a la gente cuando violó la ley; para la Asamblea Nacional el gobierno de Maduro dio un golpe de Estado en el que borró a uno de los tres poderes.

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Foto: Getty Images.

¿Qué países reconocen a qué gobierno?

A Guaidó lo reconoce parte de la comunidad internacional occidental: casi todo el continente americano y parte de la Unión Europea, que ha llamado a nuevas elecciones.

A Maduro lo reconocen Bolivia, China, Rusia y Turquía, entre otros. Ambos tienen pesos pesados de sus lados.

¿Y México?

México en estos momentos ha invocado el artículo 89 de nuestra Constitución, y lo ha hecho con una interpretación de no meterse en asuntos internos de otros países –la fracción X, que establece nuestra política exterior, puede leerse de varias maneras–. En un principio dijo que mientras no cambiara la situación en Venezuela, Maduro seguía siendo presidente en ojos de nuestro gobierno; en días recientes ha dicho que buscará ayudar a una solución pacífica y ha pedido que se convoquen elecciones.

¿Por qué está todo mundo tan interesado en Venezuela? ¿Por qué no en otros países donde la cosa también está fatal?

Por varios factores. En primera, porque los efectos de Venezuela son tangibles en el continente: cerca de tres millones de venezolanos han abandonado el país en los últimos años.

En segunda, porque las condiciones cada vez están peor: la desnutrición es rampante, en los hospitales no hay ni luz ni medicinas, el crimen está por los cielos. Venezuela se asemeja cada vez más a un Estado fallido.

En tercera, porque Venezuela era, hasta hace no tanto, uno de los principales productores de petróleo a nivel mundial. Su producción ahora es muy baja, pero el petróleo ahí sigue. Y a todos los países les importa el petróleo y cómo obtenerlo.

En cuarta, porque Venezuela comparte historia con América Latina. No es lo mismo que Myanmar, por ejemplo, donde las violaciones a derechos humanos también son notorias. Venezuela es un país de historia, cultura y sociedad similar a la del resto del continente. Hay y debe haber empatía. (Como debe haberla con toda violación de derechos humanos, claro está.)

Si las cosas están tan mal, ¿por qué sigue Maduro en el poder?

Por una razón sencilla: los militares. En Venezuela el Ejército siempre ha tenido una posición muy importante. Y mientras sigan apoyando al presidente, nada cambiará.

¿Por qué lo apoyan los militares?

Uno, por lo obvio: porque es el presidente conforme a la ley reconocida en el país.

Pero, dos, porque Maduro ha cooptado a los liderazgos: a través de sobornos y participaciones en la empresa estatal de petróleo los ha mantenido contentos mientras el resto del país sufre.

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¿Qué sigue?

Difícil saberlo. Estados Unidos tiene desde hace tiempo interés en que se vaya Maduro. Por el petróleo, por el sistema de gobierno que representa –el socialismo es el cruz, cruz de los gringos desde siempre– y ahora porque Donald Trump quiere un triunfo en política exterior a como dé lugar.

Estados Unidos y Venezuela ya rompieron relaciones, pero eso no cambia mucho las cosas. El gobierno de Maduro tiene tiempo en la lista negra de EEUU, al grado de que Tareck El Aissami, miembro del actual gobierno venezolano y exvicepresidente, está acusado de narcotráfico por Estados Unidos.

Por lo pronto, Venezuela tendrá dos gobiernos. Uno, el de Maduro, que controla el territorio del país y el Ejército. Y el otro, el de Guaidó, que controlará el dinero proveniente del extranjero.

Habrá que estar atentos.

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Esteban Illades

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