Después de aplicar la inyección letal con deficientes resultados, el estado de Oklahoma tuvo que suspender otra ejecución que tenía programada.

El reo Clayton D. Lockett recibió puntualmente su respectivo cóctel mortal, pero lejos de ser letal al momento, la inyección que se le proporcionó lo tuvo jadeando y retorciéndose durante media hora. Sólo hasta 40 minutos después de ejecutada su sentencia el ex habitante de la cárcel de McAlester murió.

Por lo anterior, el otro reo programado para morir, Charles Warner (en imagen principal) vio pospuesta su ejecución –no le fuera a parar lo mismo que a su colega- además de colocarse de nueva cuenta en cuestionamiento la pena de muerte y sobre todo, las sustancias que se utilizan para dar muerte a los condenados.

El cuestionamiento no es para menos, la muerte de Lockett fue más que agónica: a las 6:23 se le inyectó la primera sustancia, la cual supuestamente lo debía dejar inconsciente. Diez minutos después –creyendo que la inyección surtió efecto- se le suministraron dos nuevas sustancias: una para bloquear la respiración, la otra para detener el corazón…

Pero ahí fue que empeoró la situación: el reo comenzó a convulsionarse, incluso a las 6:37 intentó levantarse y gritó. Hasta las 7:06 Lockett (abajo en imagen) murió de un ataque al corazón, aunque no se sabe en qué condiciones, ya que los testigos fueron impedidos de ver el final de la ejecución: el director de la prisión ordenó correr la cortina. “Era una tortura”, denunció uno de los abogados del fallecido.

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“Podría llevar a una suspensión de las ejecuciones hasta que los estados puedan probar que lo hacen sin problemas. Alguien ha sido asesinado esta noche por la incompetencia”, acusó Richard Dieter, director ejecutivo del Centro de Información sobre la Pena de Muerte.

Pese a que ya muchos abogados de condenados a muerte han denunciado que los cócteles que se les aplican a sus clientes causan procedimientos indebidos, violando las protecciones constitucionales contra la crueldad en los castigos administrados por el Estado, autoridades señalan que el error fue de procedimiento, no de las drogas.

Por el momento el Warner –el otro condenado a muerte- puede decir que salvó la vida… aunque sólo por dos semanas, que es el tiempo que se aplazó su ejecución, esto “después de que Oklahoma se negase durante semanas a desvelar información básica sobre las sustancias usadas en la inyección letal” razón por la que anoche, Clayton Lockett fue torturado hasta morir, comentó una de las abogadas de Warner.

*Vía El País

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