La administración del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, acaba de hacer el oso más grande del que se tenga registro en sus primeros 89 días de vida. Bochornoso y ridículo. Y, claro, como los peores osos, le pasó justamente enfrente del que más mal le cae: Corea del Norte. La historia está así: después de que los estadounidenses atacaran una base aérea en Siria el pasado 6 de abril, las tensiones entre el régimen de Kim Jong-un y la nación dirigida por Trump se reavivaron. El pasado 10 de abril, el gobierno estadounidense anunció —como una advertencia o quizá una provocación— que enviaría a la península de Corea un grupo naval de ataque liderado por el portaaviones Carl Vinson, que originalmente se dirigiría a Australia. El despliegue estadounidense tenía el propósito de realizar, en conjunto con las Fuerzas Armadas de Corea del Sur, pruebas y ejercicios militares como para que los de Pyongyang le bajaran a sus provocaciones. Se esperaba que el portaaviones Carl Vinson y el grupo de ataque llegara a la península coreana el 25 de abril. Pero algo pasó en el camino.

Resulta que todo salió mal. Que todo fue un engaño. Que todo este tiempo estuvimos equivocados. Y nosotros con el Jesús en la boca. Todo fue en vano. La flota que supuestamente se dirigía a la península de Corea para tratar de amedrentar las actitudes desafiantes provenientes de Corea del Norte nunca tomó esa dirección, sino que navegó en sentido contrario. A pesar de que el miedo y las tensiones empezaron a escalar, el portaaviones Carl Vinson nunca se dirigió a la península coreana, sino que siguió su curso original y partió a Australia, para realizar maniobras con la marina local. El poderoso equipo de combate conformado por más de 6 mil soldados, 60 aeronaves y el dichoso portaaviones nunca llegó a acercarse a Pyongyang porque nunca se dirigió hacia allá, a pesar de lo que habían confirmado tanto el presidente Trump, y el mismísimo secretario de Defensa de Estados Unidos.

Es decir, lo que se había vendido la semana pasada como una amenaza de Trump contra Corea del Norte, terminó siendo una operación conjunta con Australia en el Océano Índico. Por diez días Estados Unidos vendió la idea de que un conflicto bélico entre las dos naciones era casi impostergable. Aun no se sabe con certeza a que se debió este cambio. Algunas versiones indican que no se pudo cambiar el itinerario de la flota y se continuó con el curso programado, otros indican que el gobierno de Trump le estaba dando tiempo a China para que presionaran al régimen de Kim Jong-un. No obstante, cualquiera que sea la razón, la estrategia ha sido criticada dada a la condición delicada y crítica de las relaciones entre ambos países. De acuerdo con los reportes más recientes, todo apunta a que el portaaviones y la flota ahora sí se dirigen a Corea del Norte.

Portaaviones Carl Vinson
Foto: Matt Brown/U.S. Navy via Getty Images

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