Después de semanas de grilla y pleitos tuiteros, la Cámara de Diputados por fin se está poniendo de acuerdo para ver quién será su nuevo presidente. Un importante puesto que ha terminado convertido en un codiciado botín político, en donde sin mayor pudor, algunos de nuestros legisladores han sacado las garras para conseguirlo.
Entre chapulines, tratos a escondidas, alianzas impresentables y un intercambio de diputados entre partidos —como si fueran estampitas del Mundial—, en estos días hemos tenido un recorrido completo por su arsenal de artimañas.
Sin embargo, conseguir la presidencia de la Cámara de Diputados se ha vuelto clave en nuestro contexto político.
“¿Pero de dónde tanto pleito?”, nos preguntamos muchos… y es que el puesto normalmente pasaba sin pena ni gloria. La cosa es que este año, con las elecciones intermedias en puerta, vale la pena recordar que el presidente en San Lázaro tomará importantes decisiones para dirigir la discusión.
¿Qué hace el presidente de la Cámara de Diputados?
De acuerdo con la Ley Orgánica del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos, el puesto de presidente en la Cámara de Diputados tiene varias funciones protocolarias que le dan caché al codiciado asiento.
Por ejemplo:
- Abre, levanta y puede suspender todas las sesiones del Pleno.
- Concede el uso de la palabra y dirige los debates, discusiones y deliberaciones
- Puede decretar recesos cuando lo considere necesario.
- Se encarga de mantener el orden.
- Firma la correspondencia la correspondencia oficial.
También, el presidente de la Cámara tiene otras atribuciones que son un poco más simbólicas, por no decir cursis, como encargarse de la unidad de los diputados, velar por el equilibrio en los debates y ser quien busque el interés general del Congreso.
También, es el único que puede pedir que las fuerzas del orden —o sea, policías— entren a la Cámara de Diputados.
En asuntos de tradición, es el presidente de la Cámara de Diputados quien pone la banda presidencial y quien recibe el Informe de Gobierno que elabora el presidente.
Hasta ahorita solo hemos hablado de funciones medio solemnes, pero el puesto incluye también algunos puestos importantes en la construcciones de leyes y en la grilla política que vemos todos los días.
Las funciones ‘políticas’ del presidente de la Cámara
Además de tener labores simbólicas y algunas cosas interesantes que vienen con el puesto, el presidente de la Cámara de Diputados también tiene varias funciones claves en la política mexicana.
Por ejemplo: el presidente es quien pide comparecencias de funcionarios públicos, ya saben para que respondan preguntas frente a los diputados.
También es quien firma todos los proyectos de ley y todos los decretos. De igual manera, cuando se está organizando alguna discusión para cambiar la Constitución, el presidente es el que organiza la lista de diputados que pueden hablar frente al pleno y exponer sus argumentos. Bastante selectivo, ¿no?
Y la última —chance la más importante— es su relación con la Suprema Corte de Justicia (SCJN).
De acuerdo con el artículo 233 del Reglamento de la Cámara de Diputados, el presidente podrá —por sí mismo, sin consultar a nadie más— mandar una controversia constitucional a la Suprema Corte. Esta controversia será considerada a nombre de todos los diputados y puede ponerle un freno a cualquier ley o decreto. Incluso a los que vengan directitos de la pluma presidencial.
Importante, ¿no?
Entonces, eso explica muchas de las discusiones, grillas y artimañas que nos chutamos las últimas semanas.
El puesto del presidente de la Cámara de Diputados pareciera ser nomás para la foto, para la firma o para el momento simbólico. Sin embargo, escondidas entre las leyes hay varias facultades importantísimas que pueden cambiar el futuro de la discusión legislativa.