Desaparecido desde el pasado 12 de noviembre, el sacerdote Erasto Pliego de Jesús fue hallado calcinado en el municipio de Nopalucan, específicamente en el ejido de El Silbato, esto en el estado de Puebla.
A pesar de que la localización del cuerpo del padre Erasto fue realizada desde el lunes por la tarde y los mismos familiares del clérigo confirmaron que los restos coinciden con quien fuera el encargado de la parroquia de Santa María de la Natividad, en Cuyoaco, las autoridades de la Procuraduría del estado señalaron que se harán las respectivas pruebas genéticas para confirmar la identidad de los restos.
Pero en lo que se da por sentado que el cuerpo localizado en El Silbato sí es el del sacerdote, la dependencia comunicó que los restos presentaban lesiones en el cráneo, así como diversas quemaduras… a pesar de esto, se descartó que el padrecito haya sido secuestrado, ya que no hubo ningún tipo de comunicación en la que se exigiera rescate por la víctima.
Después de dos días de ausencia, fueron los propios habitantes de Cuyoaco quienes emprendieron la búsqueda de Pliego de Jesús, esto mediante la distribución de diversos carteles en los que se informaba de la desaparición del sacerdote. Además, se organizaron brigadas que recorrieron comunidades aledañas, para ver si por esos lares andaba el clérigo.
De acuerdo con las primeras informaciones, familiares señalan que antes de su desaparición el padre Erasto recibió la visita de dos ex seminaristas. Fue al día siguiente (el viernes 13) que los feligreses y trabajadores de la parroquia notaron que el sacerdote brillaba por su ausencia. La alerta se extendió al ir a buscarlo a su casa y descubrir que ésta se encontraba en desorden y que en ella había restos de sangre: cajones fueron saqueados, un sillón estaba boca abajo y en otro había gotas de sangre… lo mismo en la alfombra.
Por lo anterior se presume que el clérigo fue víctima de un asalto y fue el propio arzobispo Víctor Sánchez Espinosa quien presentó la denuncia ante la PGJE.
La muerte de Pliego de Jesús se suma a la de otros sacerdotes asesinados en México, país considerado como el más peligroso del mundo para ejercer el ministerio sacerdotal… aunque no lo crean: tan sólo en los dos primeros años del sexenio de EPN los ataques contra sacerdotes aumentaron 100% respecto del mismo periodo del sexenio anterior.