Creo que a muchos nos ha pasado que vamos tarde, decidimos tomar un taxi y no encontramos ninguno, o que salimos del antro a las 3 de la mañana y la única manera de trasladarse es en taxi, pero nos la pensamos dos veces porque sabemos que nos podría costar 300 pesos pasar de una colonia a otra. Tal vez esto explica el éxito de aplicaciones como Uber, presente en 56 de 300 ciudades en el mundo.
Todas estas apps sirven para conseguir un chofer que te lleve de un punto a otro, generalmente con una tarifa regular. La app te dice quién es tu chofer, a qué distancia está y cuánto te costará ir a tu destino.
Ello sumado al problema de movilidad que tenemos en la Ciudad de México, han hecho a estos servicios subir entre los usuarios como espuma en tu cerveza. Tanto metrobús, como metro, ecobicis y demás servicios no han logrado terminar con la imposibilidad de trasladarse de manera eficaz, rápida y hasta segura a través de nuestras calles.
Mientras Uber y demás aplicaciones se hacen más exitosas, sectores como el de los taxistas se ven perjudicados. Taxistas de toda la ciudad se han organizado para pedir al gobierno de la ciudad que haga algo certero para poner fin a las pérdidas millonarias que Uber representa para el sector.
Claro que la manera en que operan los concesionarios de taxi en la ciudad tampoco es la mejor. Se trata de un sistema parasitario y burocrático que, como todo en este país, está pervertido: hay evasión de impuestos, se lucra con los permisos, se explota a los choferes… lo que se traduce en tener taxis caros y un mal servicio.
Esto debe hacernos entender que Uber no está abriendo un nuevo mercado, el mercado de servicios de taxi en esta ciudad de hecho está muy poblado.Lo que hizo Uber fue facilitar la ubicación del servicio y su pago al poner GPS, incluir tarjeta de crédito y proporcionar un gran servicio.
Un auto pintado en España sirvió durante las numerosas protestas contra Uber, que terminaron con la prohibición del servicio en el país.
Incluso frente a aquellos servicios de taxi que cuentan con aplicaciones similares, Uber presenta ventaja de movilidad por no depender de sitios particulares, por lo que constantemente, sus autos llegan más rápido que los taxis habituales.
Pero esta nueva competencia tal vez no mejore el servicio de taxis como muchos esperan, ya que si el servicio es tan malo, es precisamente por el exceso de competidores.
En la última década se ha multiplicado considerablemente el número de placas de taxi en el DF sin pensar en las consecuencias que esto traería al servicio, pues los ingresos de cada taxista disminuyeron, por lo que se volvió más complicado tener dinero y disposición para invertirlo en mejorar el servicio.
Una multitudinaria protesta contra Uber en España
Y para controlar el precio se aplicó un “desmembramiento” de la ciudad en el que los taxis de ciertas regiones se hicieron de un pequeño monopolio.
Sin embargo, Uber no se salva de problemas similares. Para garantizar un ingreso varios choferes de estos servicios se juntan en ciertas zonas en una especie de sitio informal para tener ventaja sobre los taxis (pongamos por ejemplo Auditorio en la noche después de un concierto importante).
Además Uber funciona como si fuera un lider gremial más de taxis: a cambio de una comisión -que en el caso de Uber asciende al 20% de los ingresos- el emprendedor ofrece a los agremiados tres cosas fundamentales: acceso a un flujo constante de clientes, servicios de mantenimiento y acceso a refacciones a precios preferenciales, y protección contra los esfuerzos de la autoridad por regular sus operaciones.
Al final, el Gobierno de la Ciudad decidió perseguir a los choferes de estos servicios de transporte, por lo que nos hacemos la pregunta: ¿ésta es la solución que necesita la ciudad?, ¿no necesitamos, de hecho, ver qué es lo atractivo en Uber para proyectarlo sobre el servicio de transporte de la ciudad?
Parece que lo que más agrada a la gente son dos cosas: certeza del servicio y facilidad de acceder a él, ¿no es lo que quiséramos que pasara con todo en este país, tener certezas y que el acceso a la justicia, a los servicios, a la participación política, etcétera, fuera más fácil?
En todo caso, el GDF parece no tener la autoridad suficiente para exigir que confiemos en el transporte público de la ciudad ni en su forma de regular los taxis comunes. Basta echar un ojo al metro de la ciudad, accidentado y trunco en su servicio.
Por supuesto, no todo con Uber son buenas historias. A decir verdad, siempre ha estado rodeado de polémicas. En diversos países en los que ha tenido éxito, Uber ha sido acusado que elevar unilateralmente las comisiones que deben pagar para prestar su servicio, orillando a conductores a hacer turnos cada vez más largos. Al ser un servicio estrictamente no regulado, resulta muy complicado proteger a sus trabajadores.
Un riesgo similar corren los usuarios, que en aquellos casos en los que han sido víctimas de delitos por parte de choferes, han quedado en posiciones difíciles de resolver por haber usado un servicio irregular. Casos de violación en India y Brasil.
En Nueva York Uber está tan regulado que no pueden salir de la ciudad u ofrecer sus servicios en algunas zonas (como los aeropuertos).
Pero si la oposición de taxistas no se dio tanto en Nueva York (principalmente porque no hay un sindicato y la mayoría de los choferes son inmigrantes), en España esa oposición fue la muerte de la app.
En el país europeo las protestas de los taxistas fueron tan grandes, sobre todo en Madrid, que se cesó el servicio y se dictaminó que debía prohibirse. De hecho Uber interpuso una queja formal ante la Comisión Europea alegando que lo que trata la decisión española es “proteger el monopolio tradicional del taxi”
Por último, en Alemania también se debate su legalidad, pero la misma polémica le ha beneficiado muchísimo al servicio y ha conseguido aumentar en un 590% el número de descargas (parece que eso de que cualquier publicidad, es favor o en contra, termina siendo buena, es verdad).
Y mientras usuarios en México utilizan el #UberSeQueda para protestar, parece que la cuestión debería ser exigir que se mejore tanto la movilidad como el servicio del Transporte Público en la ciudad y que no nos obliguen a tener que recurrir a un servicio “irregular”, porque hasta ahora no tenemos alternativa ¿o sí?
El problema no es si queremos a Uber o no en nuestras calles, el problema es que este pleito le ha demostrado a las autoridades capitalinas que la manera en que hacen las concesiones de Transporte Público no sirve y sólo termina perjudicando a las personas de a pie. Necesitamos un cambio en el sistema.
¿Ustedes qué opinan?