Después de vivir varios años a la sombra del gasolinazo y tras un año de la liberación de los precios de la gasolina, los mexicanos y mexicanas continúan susceptibles a este tema que ha ido de promesas en promesas, lejos ya de quedar sólo en una canción de reguetón o unos cuantos versos callejeros de Daddy Yankee.

Y es que “dale más gasolina” en el sentido literal de las cosas ha sido uno de los problemas a los que México se ha enfrentado desde hace varios sexenios y que con Felipe Calderón se incrementó —pues en 2010, el entonces presidente propuso que la gasolina tuviera un alza, algo así como un desliz con un aumento de nueve a once centavos, mensual para amortiguar las finanzas públicas—.

Luego, el gobierno de Enrique Peña Nieto prometió erradicar los subsidios a la gasolina, pero en su tarea se topó con que no era una cosa fácil.

Así que en el escenario entró la Reforma Energética —promulgada en 2013— y la liberación de los precios de la gasolina mexicana al extranjero —que tenían como objetivo reducir el costo de los energéticos e incentivar la modernización del país—.

¿El resultado? 

Los mexicanos dejaron de sufrir el incremento mensual de la gasolina y el diesel. Peeeeero también se enfrentaron a un nuevo problema: el alza de este producto, pues el gobierno había dejado de tener el control de su precio, otras compañías a parte de Pemex se encargaron de proveer gasolina y los precios se dispararon a la buena de cualquier compañía —desencadenado la vieja práctica del huachicoleo y la toma clandestina de combustible en refinerías-.

Y, ¿qué pasó?

Para tapar este hoyo, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) echó mano del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) —que es el impuesto que se paga por la producción o venta de gasolina, por ejemplo, u otros productos como alcohol, tabaco y cerveza—.

El papel del IEPS era ejercer un control en aquellas compañías dedicadas a la venta de gasolina y diesel, pues el impuesto recaía en éstas y no en los consumidores.

Sin embargo, conforme avanzó 2018, el gobierno federal ha tenido que ajustar el IEPS a los cambios en el mercado internacional.

¿Vendrán futuros gasolinazos?

Ahora, ante la inminente salida del PRI del Ejecutivo y la entrada de ya sabes quién para el sexenio 2018-2024, muchas han sido las teorías, las promesas y las expectativas con respecto a la economía y, por su puesto, a la gasolina.

De acuerdo con López Obrador, el propósito —como ha sido el de todos los gobiernos anteriores— será al menos mantenerlo estático, sin que se alebreste.

Pero, ¿en realidad puede cumplirlo?

Con la experiencia de la Reforma Energética y la liberación del precio de la gasolina, fue claro que México no podía regresar a los viejos precios y bonanzas. Debido a su atraso en la producción de energéticos, la débil exportación y los casos de corrupción, Petróleos Mexicanos se quedó detenido ante la competencia de otras empresas extranjeras.

Entonces, prometer que se reducirá el costo está en chino, pues México debe compensar su gasto en finanzas públicas de alguna manera.

Este día, en entrevista con Carlos Loret de Mola, Carlos Urzúa, virtual secretario de Hacienda, del virtual gabinete de Gobierno de AMLO, mencionó a la audiencia que el equipo está “pensando en incrementar cada año por la inflación el precio (de la gasolina), en términos reales no se va a incrementar, pero en términos nominales, sí, por la inflación…

Un momento, Urzúa… ¿aumentar? Según, el equipo habló de no incrementar los precios y menos el de la gasolina.

Entonces, ¿en qué quedaron?

Antes de irnos tan rápido en las acusaciones, es necesario saber qué significan los costos en términos reales y nominales.

El término real se refiere al rendimiento de un interés. O sea, si por ejemplo, tú le prestas cien pesos a un amigo y le pones un interés del 3% a tu préstamo, lo que recibirás será 103 pesos. Así, sin considerar la inflación y otros factores que pudieron incidir en tu 3%.

El término nominal se refiere al rendimiento con variables a un interés. Regresamos al ejemplo del préstamo que le das a tu amigo. Son cien pesos y le pones un 3%, pero en este caso tendrías que recibir un incremento más allá de los 103 pesos, porque el porcentaje que le aplicaste tuvo que haber crecido por factores como la inflación.

Ojo, la inflación no es un aumento en los bienes y servicios que determine y controle el gobierno federal, sus variaciones dependen del mercado, durante determinado periodo.

Y, ¿en qué quedan los de AMLO?

Se supone que el equipo de López Obrador prevé controlar el precio de la gasolina como justo lo está haciendo el gobierno de EPN: adaptando el IEPS a las condiciones del mercado internacional y los precios, sin que los mexicanos y mexicanas lo resientan de manera tan trágica como sucedió en el gasolinazo.

Es decir, tener el control del precio de la gasolina en un mercado abierto.

LEER: ¿Así nomás? Hacienda baja los subsidios y se viene un ‘mini-gasolinazo’

**Foto de portada: Getty Images.

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Hola, soy Lucy Sanabria. Desde 2018 redacto y reporteo para Sopitas.com, con especial entusiasmo en temas de derechos humanos y LGBT+. En 2021 fui parte de la generación de la beca de Periodismo Incluyente...

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