El cabildeo, conocido como lobbying, es la negociación que realizan determinados grupos sociales con intereses específicos, para poder influir en la aprobación, rechazo o reforma de alguna ley.

Se trata de una actividad que efectúan empresas, cámaras empresariales, organizaciones no gubernamentales, sindicatos y hasta el Ejecutivo de la nación

El número de sobornadores profesionales cabilderos aumentó en los últimos años. El senador Miguel Barbosa, asegura que son “un enjambre”. La polémica más reciente ocurrió hace unas semanas, cuando El Universal aseguró que PriceWaterhouseCoopers pretendía cobrar un millón de dólares por modificar un artículo de la Ley del Impuesto sobre la Renta (ISR), que buscaba cambiar las tasas vigentes para las personas físicas que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores.

El problema, sin embargo, no reside sólo en los cabilderos sino también en diputados, senadores o funcionarios públicos que ceden a las presiones. De hecho, la Cámara de Diputados modificó su reglamento interno para prohibir a los legisladores aceptar regalos de los cabilderos. La nueva disposición se aprobó después que se dio a conocer el cabildeo intenso de fabricantes de bebidas azucaradas para evitar que se aplicara un impuesto especial sobre sus productos.

El cabildeo es relevante porque están a punto de discutirse en el Congreso mexicano las reformas energética y de telecomunicaciones.

“Se van a discutir la reforma energética y las leyes secundarias de la telecomunicaciones y entonces habrá un despliegue importante de cabilderos. Hay que regular el cabildeo para volverlo un procedimiento perfectamente legal, adecuado a escuchar los intereses legítimos de quienes son afectados”, advierte el senador Miguel Barbosa.

La Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), la la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco) y la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) agrupan a la mayoría de los centros económicamente poderosos de México, estas organizaciones funcionan como auténticos congresos de patronos que tienen una enorme influencia en la legislación y en la elaboración de políticas públicas

En 2004, por ejemplo, el Congreso modificó la Ley de Juegos y Sorteos para permitir la operación de casinos en el país, después supimos que algunos empresarios de apuestas invitaron a diputados a viajes de lujo a Las Vegas y Mónaco, para convencerlos de autorizar una industria similar en México.

Otro polémico caso fue cuando el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) promovía una propuesta para reducir a la mitad, 10 años, las patentes de medicinas clasificadas como ”básicas”. El PVEM fue fundado por Jorge González Torres y dirigido por el senador Jorge González Torres, hermano y sobrino, respectivamente, de Víctor González Torres, dueño de una exitosa cadena de farmacias que vende sólo genéricos y medicinas de patentes extintas.

Fabricantes de alimentos “chatarra”, hicieron lobby para evitar que se prohibiera la venta de sus productos en escuelas públicas. Últimamente cabilderos ligados a empresas mineras son señalados como responsables de lograr que no se legislara sobre las minas clandestinas, según una denuncia de la senadora Dolores Padierna.

Si lo vemos por el lado positivo el cabildeo permite la activa participación ciudadana en los procesos de toma de decisiones públicas. El problema es que el cabildeo puede encubrir una práctica reservada a grupos poderosos, que buscan satisfacer sus intereses haciéndolos pasar como intereses colectivos.

Vía: BBC

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