NOCHE 1

Uno está parado como zombie en reposo, otro baila como si estuviera padeciendo un ataque epiléptico, otro está sentado en una esquina, contemplando un punto en el horizonte, y otro está tirado en el piso, quizás disfrutando la música con los ojos cerrados, o quizás totalmente ahogado. Hay muchas maneras de disfrutar las presentaciones nocturnas del MUTEK. No existe un manual sobre cómo bailar al ritmo de glitches o tonos de minimal, aunque en esta edición, los Nocturnos vinieron con más actos que buscan poner a su audiencia en movimiento.

La primera noche empezó tarde –como era de esperarse- lo cual generó un poquito de caos en los horarios ya de por sí apretados. Cada acto tampoco iba a tocar por más de 50 minutos, por lo que también se presentaron varias demoras entre un set y otro, aunque no ocurrió el desastre que tenía imaginado. A pesar de todo esto, podías terminar de ver a un artista en la Sala B y desplazarte sin mucha prisa a la Sala A para ver cómo otro empezaba su set. El hecho de que los escenarios estuvieran tan pegados tiene sus ventajas (como la ya mencionada) y desventajas, como cuando hay una “hemorragia” de sonido que llega de una sala a otra y puedo alterar la experiencia, tanto del espectador como del artista que se deja irritar por el ruido ajeno.

Las actividades multi-media audio-visuales qué-está-pasando arrancaron en la nueva Sala C, la cual estuvo ausente el año pasado cuando el MUTEK se trajo el Nocturno al Foto Museo Cuatro Caminos. En ese entonces era obra negra, pero este fin de semana nos presentó un inmueble más ameno a la vista. La Sala C estaba en el segundo piso, bajo un techo a cuatro metros del suelo, y un ambiente de sauna si se metían más de 100 personas al cuarto. Fue aquí donde se proyectaron los visuales de Effixx “1979 AV Document” acompañado por música de Neru, seguido por los sonidos hipnóticos de Jonas Reinhardt, mientras los ojos se fijaban en las imágenes abstractas de su película, Ganymede.

En la más amplia sala B había más espacio para respirar y el sonido no se atascaba tanto como arriba. Boundary nos dio uno de los mejores sets de la noche gracias a su fusión de fuertes percusiones (¡batería en vivo incluida!) y efectos oscuros de chiptune, ambiente y sintes ochenteros, algo así como el soundtrack de Tron si se prestara más a la pista de baile. En este mismo escenario también nos tocó ver a Planningtorock, proyecto de la alemana Jam Rostron, una talentosa cantante que acompaña sus vocales con synth-pop de la era post-punk con percusiones electrónicas. Y típico de cualquier artista alemán, Rostron se mostró algo quisquillosa sobre la calidad del audio (¡a propósito, Anika el martes en el Pata Negra!). De todos los actos en los Nocturnos, el que menos encajaba en el desfile electrónico era Planningtorock, tal vez porque el oído no venía preparado para escuchar vocales, o sea, una intervención más humana en el show de la máquina –incluso metió un verso de “Smells Like Teen Spirit” en la última canción de su setlist, lo cual fue extraño.

El plato fuerte del primer Nocturno fue Jon Hopkins, tercera vez en México, es cierto, pero ahora se presenta como la celebridad de la noche tras ser incluido en la lista corta del premio Mercury 2013 por su más reciente álbum, Immunity. Pudimos escuchar algunos temas de este disco, como la brillante “Collider”, una canción que me urgía escuchar en vivo para apreciar los cambios de intensidad en los efectos de atmósfera. La parte visual de su set consistía de un fondo en forma de rombo que se abría como una plataforma a otra dimensión, acentuado por el baile de proyectores de luz multicolores. A final de cuentas, con menos de una hora, el set de Hopkins se sintió demasiado corto para terminar de sumergirnos.

Andy Stott por su parte, dio un set menos accesible que el de Hopkins, aunque no por eso se haya sentido hermético. La audiencia supo disfrutar –más o menos- los brillantes experimentos del productor británico. Para cerrar la noche, Daniel Avery tuvo el raro privilegio de un set de hora y media, que incluso me dio la impresión de que nunca iba a acabar cuando dieron las 4:30 de la madrugada. Cuando estás en estado zombie, el presente es eterno.

NOCHE 2

Así como el Corona Capital o el Vive Latino, siempre es un poco raro volver al mismo lugar donde unas horas antes dejaste los residuos de tu energía flotando en el aire. Algo así como regresar al bar cuando todavía padeces la cruda de la noche anterior. No hay duda de que un maratón electrónico es apto solo para fanáticos, dispuestos a sufrir físicamente con tal de obtener su inyección de adrenalina sonora. Quizás por tal motivo, el segundo Nocturno contaba con un número menor de asistentes, por lo que el tráfico de un escenario a otro ya no era como la estación de metro Hidalgo a horas pico. Aunque es un alivio tener más oxigeno qué respirar, también es una lástima porque los ausentes se perdieron la mejor de las dos noches.

Iniciamos (tarde, otra vez) con un breve set de M. Geddes Gengras, y esta vez llegué temprano para adueñarme de una de las “bean bags”. Música ideal para disfrutar recostado mientras te olvidas de todas tus preocupaciones y ansiedades. El siguiente acto en tomar el escenario el escenario fue Millie & Andrea, y seguro no fui el único sorprendido entre el público al ver que se trataba de dos hombres (esos nombres puede ser algo engañosos). Los dos productores tal vez nos vieron muy aburridos porque a los pocos minutos resultó evidente que no venían con la intención de dejarnos dormir con música contemplativa. En lugar de eso, nos tocó escuchar algo de techno ruidoso para sacudir el cansancio, y poco tiempo después, la gente fue saliendo de su trance para bailar.

El acto estelar de la noche hizo su aparición relativamente temprano. Ben Frost tomó sólo el escenario para saturar los espacios con una andanada de hermoso RUIDO a máximo volumen. Aun sin el apoyo de sus extraordinarios percusionistas, Ben Frost nos dio uno de los mejores sets de la noche (incluso de todo MUTEK). El vikingo islandés llega a México sobre las alas de su tan aclamado AURORA, un álbum pesado, con todos los sonidos que pudo meter, uno sobre otro: sintes, drone, distorsión, y quizás por ahí, un ligero rastro de melodía. La experiencia fue DENSA, o sea, a nada de que te dejaran con sangre en la nariz como poseído por un dios nórdico o un demonio africano. Los rugidos de animales salvajes hacia el final no podrían ser más apropiados.

Y bueno, Deadbeat nos regresó a la planta baja para poner los pies sobre la tierra con un set que en un festival ñoño de EDM sonaría como algo marginal, pero que esta noche me parecía más bien muy convencional (cualquier otro acto sería un regreso a la norma después de presenciar a Ben Frost). De cualquier forma, los sintes Giorgio Morodescos de Deadbeat eran un ajuste bienvenido para nuestros oídos. Acto seguido, en la Sala A, Axel Boman nos demostró que tan atrasada está la escena comercial del EDM con sus viejos crescendos y sus bajos punchis-punchis. Auténticos artistas como Deadbeat y Boman no suelen ser digeridos por audiencias acostumbradas a los viejos trucos de siempre. Después de un MUTEK, es una hazaña imposible ser entretenido por los mismos comerciales de DJs como David Guetta, Calvin Harris, Tiesto, o Avicii. Y alguien tal vez me dirá, “Pero es un estilo diferente.” Por supuesto que es un estilo diferente, empezando por aburrido.

Y para terminar de que murieran todas las células en nuestros tímpanos, The Bug tal vez tronó dos o tres monitores con un set que muy probablemente dejó a media audiencia sorda de por vida. Todo un purista, The Bug fue el único productor que se presentó en este festival de creatividad digital con TORNAMESAS, porque a final de cuentas, la revolución será una victoria para los medios análogos (aunque no dudo de que tuviera un sampler por ahí) (y me informan que Objekt también usó tornamesas). A mitad del set subió Flowdan al escenario para que el público por fin sacara a relucir su lado cerdo. Los efectos dementes y el noise ensordecedor de The Bug con las rimas de Flowdan nos llevaron hasta el punto del agotamiento, y en el proceso, lo más cercano a tener a Death Grips en México.

TEXTO: @ShyTurista
FOTOS: Fernando Fuentes

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