Bueno sí, pero de dónde y para qué eran tanta lana en efectivo…

Tras pasar un amargo “Grito de Independencia” y ser detenido por las autoridades en posesión de 600 mil pesos, de los cuales no pudo comprobar su procedencia ni en el momento de su revisión ni ante la Procuraduría General de la República, Pedro Pablo de Antuñano, brazo derecho de Ricardo Monreal, jefe delegacional de la Cuauhtémoc, prefirió emprender la graciosa huida (es un decir, no se ha dado a la fuga) y renunciar a su cargo.

Ante esta situación, Monreal (que nunca acusó a su funcionario… pero tampoco lo defendió) comentó que los problemas del buen Pedro Pablo se han tomado para intentar desacreditar a Morena” (partido al que pertenece). Así es: tomando el discurso de López Obrador, el jefe de la Cuauhtémoc señala que el golpeteo mediático es para bajarle fuerza a su partido, el cual “es la principal fuerza política en la Ciudad de México y (…) es el mejor partido posicionado para 2018”.

MONREAL

En fin… en lo que Monreal se peleaba contra “la mafia del poder”, Pedro Pablo presentaba su renuncia a través de una sentida misiva dirigida al propio jefe delegacional que, aún sin ser abogado, le dejó a cargo la dirección general de asuntos jurídicos y de Gobierno:

“Por medio de la presente, comunico a usted que a partir de esta fecha y por así convenir a mis intereses, doy por terminada voluntariamente la relación de trabajo y por virtud de la cual venía prestando mis servicios en el puesto de confianza de Director General de Jurídico y de Gobierno, de acuerdo a lo estipulado por el artículo 5 de la Federal de Trabajadores al Servicio del Estado”.

Agradeciendo que siempre le llegó puntualmente su quincena, siempre gozó de sus vacaciones de ley, así como de aguinaldo y demás prestaciones que cualquier trabajador recibe (y más si tiene un corazón tan grande como para hacer ‘donaciones particulares’ de 600 mil pesos), Pedro Pablo dio por terminada su labor en la Cuauhtémoc, a unos cuantos días de haber solicitado su separación temporal del cargo.

Bueno, era sólo cuestión de tiempo: con denuncias por parte de perredistas por presuntas operaciones con recursos de procedencia ilícita y con la Contraloría General del gobierno capitalino y Fiscalía Central de Investigación de los Delitos Cometidos por Servidores Públicos atrás, el buen Pedro Pablo ya no estaba muy cómodo en la chamba.

*Vía Proceso

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