La primera imagen de Adiós mundo cruel nos muestra a un hámster que corre y corre en la rueda de su jaula sin llegar a ningún lado. Su dueño es Ángel, un contador que lleva siete años trabajando en la misma agencia de seguros y, muy probablemente, en el mismo puesto. Un mejor símbolo que el roedor enjaulado no podría ser más apropiado para Ángel, un honesto padre de familia, conforme con su situación mediocre y, por ello, víctima de la mentalidad mexicana que nos ha enseñado que “el que no tranza no avanza”. Cuando el patán de su jefe dice verse forzado a hacer un recorte de personal, naturalmente el protagonista es echado a la calle. Ya desempleado, vemos a Ángel liberar a su tótem (su hamster, pues) en el parque. Sólo bastan unos segundos para que el pobre roedor sea devorado por un gato. Ángel mira la escena con resignación, quizás consciente (quizás no) de la metáfora.

Adiós mundo cruel es el primer largometraje del mexicano Jack Zagha Kababie. En su experiencia previa hay varios cortos, quizás el más famoso de ellos sea el de Yo también te quiero. Después de pulir sus herramientas en este medio, Zagha Kababie nos deleita con una comedia que no va a decepcionar al público que va dirigido. Cuántas veces nos hemos visto sometidos a esos ridículos exámenes picométricos o las preguntas sin-sentido del personal de recursos humanos. Por supuesto, el protagonista no opone resistencia, ni se queja de los abusos cometidos por el entrevistador, el franelero, o incluso por su propia mujer. Simplemente los acepta.

La comedia se inclina hacia la farsa cuando la honestidad de Ángel lo lleva a la cuna de una banda de ladrones. Ya sea por necesidad o ya sea por hartazgo, nuestro héroe se va incorporando al grupo de malandrines que en realidad tienen más de ineptos que de bandidos. Después de hacer el ridículo un par de veces (nada mejor que la escena del pesero), Ángel conjura un plan para robarse un león del zoológico y exigir una recompensa de 4 millones de pesos. Para fortuna de los secuestradores, las fuerzas de la ley y el orden son más ineptas que ellos mismos y consiguen “escabullirse” con el animal. Las cosas se complican cuando, al parecer, el león no vale tanto como ellos esperaban. Todo depende ahora de la astucia de Ángel, una característica de su personalidad que se va desarrollando a lo largo de la película.

El personaje de Ángel es interpretado por Carlos Alberto Orozco, quien ha sido todo un descubrimiento ya que esta pelicula representa su primer crédito fílmico. Quizás ya estamos algo acostumbrado a ver a Damián Alcazar en este tipo de papeles, como el tipo humilde e ingenuo que termina siendo corrompido por el sistema y se transforma en el patrón gandalla. Pero quizás, el personaje de Ángel tenga más en común con el de Sam Lowry en Brazil. Aquí tenemos un tornillo en la enorme maquinaria del sistema que es expulsado y ahora busca seguir adelante en un mundo salvaje, donde sólo el fuerte… y el astuto sobreviven.

La crítica social que vemos en el planteamiento de Adiós mundo cruel es lo mejor de la cinta, sin embargo, la sátira que pudo haber sido se vuelve farsa cuando Ángel se involucra con los bandidos. Claro, la película no pierde su tono humorístico y nos mantiene entretenidos. El personaje principal sufre una transformación, aunque carezca de un fuerte antagonista. Todos los demás personajes -como la esposa, el exjefe, Inocencio, Beto- están más preocupados con sus propios asuntos que a duras penas le hacen caso al personaje principal. Nadie lo respeta, nadie lo admira, nadie lo sigue (más que Beto), pero nadie le obstruye el paso. Nadie le dice que “no”. Simplemente lo hacen a un lado, como un perro latoso. Quizás por ese motivo puede hacer algo tan caricaturesco como robarse un león del zoológico y sin que nadie se de cuenta. Es tan patético que resulta gracioso.

ADIÓS MUNDO CRUEL
Director: Jack Zhaga Kababie
Reparto: Carlos Alberto Orozco, Mónica Bejarano, Justo Martínez
Reseña: Shy

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