Por Diego Castañeda

Es viernes 13, pero en lugar de una película protagonizada por Jason, tenemos una visita muy importante en México: la de Mike Pompeo, secretario de Estado de Estados Unidos, Kristjen Nielsen secretaria de seguridad interior, Steven Mnuchin, secretario del tesoro, y Jared Kushner, asesor y yerno del presidente Trump. Todos el día se reunirán con el próximo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador y parte de su equipo, como Marcelo Ebrard, próximo canciller, la doctora Graciela Márquez, próxima secretaria de economía y encargada de las negociaciones del TLCAN, y Alfonso Durazo, próximo secretario de seguridad pública.

¿Qué podemos esperar de esta reunión?

De entrada, además de las cortesías diplomáticas de costumbre, como las felicitaciones y las declaraciones sobre el deseo de colaborar en cientos de temas de interés mutuo, la reunión parece que tendrá los primeros planteamientos de una política de cooperación para el desarrollo. Parece que AMLO tiene como una prioridad para la reunión cambiar la discusión de meros asuntos de seguridad en la frontera y del TLCAN y ampliar la agenda para discutir medidas de combate a la pobreza para toda la región, sobre todo para los migrantes mexicanos y para los migrantes centroamericanos.

El equipo del presidente Trump sin duda encuentra atractivo este planteamiento por su interés en detener la migración. Explorar vías de cooperación económica con este fin bien podría ser un área productiva de estas conversaciones. Debemos recordar que AMLO tiene muy en mente un programa famoso del pasado “La alianza para el progreso” que, aunque al final no funcionara muy bien por falta de inversión de recursos, se podría pensar en beneficios potenciales si las inversiones fluyen.

Donald Trump demanda chofer
Foto: Getty Images.

Algunos puntos que pueden facilitar los acuerdos entre los dos lados son, por ejemplo, el deseo de que el salario mínimo se incremente en México (cosa que los Estados Unidos buscan como condición para la aprobación del TLCAN) y la apertura que ha estado mostrando México a negociar el TLCAN con pocos cambios, o incluso en hacerlo de manera bilateral.

Por un lado, se antoja complicado que se pueda llegar a una negociación del TLCAN este año. Trump ha expresado que esa agenda para él sólo estaría disponible después de las elecciones de noviembre en Estados Unidos. No obstante, lo que busca el equipo de López Obrador es, además de posibles avances, enviar una señal a los mercados para prevenir volatilidad si el año termina y el acuerdo aún no está cerrado. Es virtualmente imposible esperar que una reunión de esta naturaleza no incluya una discusión sobre la zona de libre comercio más grande del mundo.

En un escenario normal debemos esperar que las mesas de negociación sobre el TLCAN reanudarán hasta el mes de agosto y se cerrarán hasta el próximo año, por los diversos conflictos de agenda que hoy en día existen en el equipo negociador de Estados Unidos. Que de la reunión saliera algún entendido respecto a temas de inversión o sobre algún asunto específico del tratado sería visto como un gran éxito y podría hacer que los mercados estén más tranquilos y que el peso continúe en una buena trayectoria como en los últimos días.

Dados los perfiles en ambos lados de la reunión, el tema de seguridad estará muy presente y será por eso mismo una gran oportunidad para que Alfonso Durazo muestre una estrategia completa sobre cómo disminuir la violencia en México.

De todos los temas parece que la parte del TLCAN podría ser el más exitoso y donde una primera buena impresión entre los dos equipos podría facilitar enormemente la cooperación entre las dos partes. Una buena primera impresión podría mejorar la posición de México para negociar, una mala impresión podría generar un entorno hostil en un de por sí ya muy complejo gobierno de Estados Unidos.

Las condiciones son ideales para que el equipo de López Obrador, liderado por Ebrard y Márquez, consiga posicionar sus ideas sobre la mesa. La mayor legitimidad en la historia tras la enorme votación de hace 10 días es posiblemente una de las mejores herramientas en estas negociaciones, la imagen de un presidente con apoyo popular produce mucho capital político en México, pero también en el extranjero.

En un contexto donde el clima comercial en el mundo es complicado, en algunos casos incluso de guerra comercial, hace que esta posibilidad de reiniciar la relación con Estados Unidos se vuelva oro puro. Es muy probable que una muy buena reunión entre las partes se logre si el equipo mexicano logra hacer claro que los problemas de migración, violencia y desarrollo económico están interconectados. En este caso, una muy buena reunión quizá produzca pocas reacciones públicas y muchos comentarios políticamente correctos, pero en los hechos podría repercutir, por ejemplo, en los aranceles que se nos impusieron.

Si el tono de respeto que inaugure esta relación se mantiene y traslada hacia Trump, AMLO podría estar siendo más exitoso en su política exterior desde antes de ser presidente. Si puede desviar la atención en la agenda hacia la cooperación y los temas de desarrollo, no sólo a lo estrictamente comercial o a los temas de seguridad, estaremos en camino, al menos de forma parcial, de recuperar el liderazgo de México en la región y el respeto que ha perdido en la comunidad internacional, quizá aunque sea un asunto generalizado, la mejor política exterior si es la interior.

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Diego Castañeda es economista por la University of London.

Twitter: @diegocastaneda

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