“El negocio está en la armas”, dice Ammar Kurabi, líder de la oposición Siria en el exilio, “Rusia vende armas a Bachar, por eso el gobierno de Putin vetó la resolución de condena a Siria en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas”.
La resolución a la que refiere Kurabi, buscaba imponer sanciones contra el régimen de El Asad si este no detenía el uso de artillería pesada en los centros de población, y abría la posibilidad de intervención armada en Siria ante el vacío del poder.
Los rebeldes, según los últimos reportes, se han hecho del control de las fronteras con Turquía e Irak, mientras que las fuerzas leales a el régimen se han replegado hacía Latakia y Tartsus, las dos principales ciudades de mayoría alauí, la minoría étnica en el poder a la que pertenece Bachar y su familia.
El día de ayer, Rusia y China vetaron la resolución, cerrando la vía a una intervención armada que pusiera fin a la guerra civil que en los últimos días se ha extendido hasta la capital del regimen: Damasco.
En kilómetros y kilómetros, usted puede caminar y no encontrar un policía, un soldado, el estado se desvanece y no siempre el Ejército de Liberación está ahí para cuidarnos, la inseguridad es terrible. Siria es el caos…
, agrega Kurabi, desde su apartamento en Londres.
Después del ataque en Damasco del miércoles, en el que fallecieron el ministro y el viceministro de Defensa, Daud Rajha y Asef Shawkat, la ONU ha tenido que confirmar que “no estamos en el camino a la paz en Siria, y la intensificación que hemos visto en Damasco en los pasados días en muestra de ello”.