Un hombre, aún desconocido, entró a un templo Sij -la quinta religión más practicada del mundo: fusión del monoteismo islámico y tradiciones hindúes- en Oak Creek, al sur de Milwaukee, ayer a las 10:30 del día y asesinó a cuatro personas.
Luego, el mismo hombre, salió del templo y en el estacionamiento mató a otras tres que intentaban escapar de los disparos. Se metió a su auto y espero a que llegara la policía. No pasaron más de cinco minutos, bajo del auto y disparó varias veces contra uno de los agentes, el primero en llegar al estacionamiento.
Al final, el hombre que había disparado contra los miembros de la comunidad Sij que se encontraban rezando cayo muerto por los disparos de un policía.
“El autor de la másacre ha muerto”, declaró el jefe de la localidad, Bradley Wentlandt, a la prensa, pero no pudo confirmar si las versiones de los testigos que referian que había más de un hombre armado en el templo eran ciertas. Tampoco pudo confirmar el estado de salud de tres personas más que resultaron heridas en el tiroteo y fueron trasladadas a hospitales de la comunidad con heridas en el cuello, cabeza y piernas.
Las versiones, aquí se vuelven confusas, según algunos medios, había más de un asaltante y estos habían tomado rehenes, según otros, tres horas después del tiroteo, un equipo de fuerzas especiales de la policía rastreaba el templo cuando se pudo escuchar una explosión, aunque no ha trascendido la causa.
El gobernador de Wisconsin, el republicano Scott Walker, afirmó en un comunicado que las autoridades locales trabajan con el FBI para esclarecer los hechos.
Oficialmente, el tiroteo se investigará como un crimen de “terrorismo local”, a pesar de la oposición de algunos miembros de la comunidad Sij que han dicho a la prensa local que “no ha sido terrorismo, es racismo contra la comunidad Sij y nosotros, ha sido un hombre blanco el que ha disparado, decir que es terrorismo es insinuar que el enemigo no está en casa”.