Después de leer esta nota sabrán por qué hay tanto gordito en México.
Llámenlo presentimiento o como ustedes quieran, pero el inglés Danny Ross sentía la proximidad de un ataque y tomó sus providencias. ¡Y cómo no sentir la huesuda merodeando si el muy canalla, además de cometer el pecado de gula, también era dedos finos (o sea, robaba)!
Lo anterior de acuerdo a la versión del agresor, David Johnson, quien es familiar de la víctima del robusto ladrón… pero bueno, el caso es que el buen Danny se encontraba en su casa viendo la TV (y seguramente botaneando) cuando Johnson llegó a reclamar lo robado y -como casi siempre pasa en estos casos- de las palabras pasaron a los golpes, hasta el punto en que el verdugo estaba ahorcando a la choncha víctima con su cinturón.
Ya inconsciente la presa, el atacante quiso hacer suadero con Ross y le asestó sendas puñaladas con un cuchillo de cocina: nomás 38 piquetazos le dio.
Al ver a su victima bañada en mole, Johnson hasta celebró su crimen con un amigo: “Listo, lo maté”… pero con lo que no contaba el remedo de asesino es que Ross se había preparado con una dieta alta en grasas, la cual había forjado una sebosa armadura que le sirvió para protegerse del ataque: “Si fuera delgado, estaría muerto… El cuerpo médico tuvo mucho tacto para describirme lo que había pasado… ellos dijeron que ese sobrepeso fue lo que salvó mi vida”, confesó Ross.
¡Lo ven!… ahora nos damos cuenta que ante la ola delictiva en el país, tantos puestos de garnachas por la ciudad realmente son pequeños centros de blindaje humano… ¿o qué más?