En septiembre de 2012, un estudiante originario de San Luis Potosí, identificado con el nombre de Carlos, fue presentado por la Secretaría de Marina (SEMAR) como uno de los supuestos escoltas de Iván Velázquez Caballero, narcotraficante conocido como “Z-50“, “L-50” o simplemente como “El Talibán“, después de que este fuera detenido en la colonia Tangamanga, en la capital potosina. En su versión oficial de los hechos, la Marina comunicó que, después de localizar el domicilio de Velázquez Caballero, desplegaron un operativo para su captura. Al llegar al lugar, sostuvieron las autoridades, se percataron de que “dos personas armadas ingresaban corriendo al inmueble“.

Al final, informaron, el capo y “dos escoltas” fueron detenidos. La SEMAR difundió una grabación para probar que los hechos sucedieron como informaron, sin embargo, en el video no se observa el momento en que Carlos fue capturado, de acuerdo con un reportaje publicado por el portal Animal Político este viernes 12 de enero. En la evidencia presentada por la Marina, informó el medio de comunicación, se pasa del recorrido de los marinos al interior del inmueble a una escena en la que se ve a los tres imputados descendiendo de una aeronave.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) concluyó que Carlos no fue detenido en dicha locación ni en compañía del “Z-50”, sino que fue arrestado mientras comía con un amigo en un restaurante de pollos momentos antes de ir a la escuela. Según el organismo defensor de derechos humanos, el joven de 19 años fue utilizado como “chivo expiatorio” y acusado de delitos contra la salud (en su modalidad de portación de mariguana) y portación de armas y cartuchos de uso oficial de las Fueras Armadas SOLAMENTE POR LLEVAR UN TATUAJE EN EL BRAZO.

Los marinos presentaron una supuesta arma que Carlos llevaba al momento de ser capturado; la Procuraduría General de la República (PGR) no encontró huellas dactilares del inculpado, aun cuando los elementos de la SEMAR afirmaron que el adolescente se las había entregado con sus propias manos y de manera voluntaria.

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“Escoria de la sociedad” y “malandrín”: el testimonio de Carlos

En la narración de hechos ante el Ministerio Público, Carlos relató que iba a llevar a uno de sus amigos a visitar su escuela pero que, antes de ir a su destino, pasaron a comer. Al establecimiento, alrededor de las 18:10 hrs, entraron “unos soldados revisando al personal”. “A mí se aproximó un oficial o soldado, me sacó del negocio, y al revisarme se percató que en mi muñeca izquierda tengo un tatuaje, y me empezó a decir que era una escoria de la sociedad y un malandrín, yo le dije que por qué me agarró, y él me puso contra la pared, poniéndome en la cara un trapo o algo, no sé que era, me tapó los ojos”, contó entonces el joven.

En su declaración, Carlos señaló que fue esposado con las manos a la espalda y que lo pusieron a bordo de un vehículo, mientras continuaba con los ojos vendados. Fue llevado a un inmueble deshabitado. Estando allá, le descubrieron la vista solamente para tomarle una foto y luego lo volvieron a vendar. Después le asestaron “patadas en el estómago”, “golpes con la rodilla en la espalda”, “pisotones en los tobillos” y hasta utilizaron un cuchillo para provocarle una cortada en el brazo. Después lo amenazaron con que le sacarían todo el músculo. La dosis fue repetida en al menos cinco ocasiones hasta que perdió el conocimiento.

Estas son apenas algunas de las irregularidades presentes en el proceso de Carlos, quien sigue preso cinco años y cuatro meses después de ser detenido, a pesar de que la CNDH, después de aplicar el protocolo de Estambul, concluyó que el joven fue torturado, en un periodo de al menos 17 horas, para sacarle una confesión.

Marina torturó y acusó a joven de ser sicario por llevar tatuaje

Las irregularidades en el caso, según la CNDH…

1) La comisión consideró que la detención del joven fue ilegal, ya que esta no ocurrió en el lugar y las circunstancias expuestas por la Marina. De acuerdo con el testimonio de algunos comensales, Carlos fue identificado por uno de los uniformados como “otro tatuadito” y por esa razón fue arrestado.

2) La CNDH concluyó que la arma y los doce kilogramos de marihuana que “se le encontraron” al joven, fueron sembrados por las autoridades para inculparlo.

3) La Marina elaboró un reporte en el que avisaban que Carlos no presentaba ninguna lesión, a pesar de que fue sometido a varias prácticas violentas. El personal médico del Ministerio Público elaboró otro reporte, en el que se da fe de las marcas que la tortura dejó.

De acuerdo con la investigación del portal Animal Político, la CNDH indicó que no es su facultad expresarse sobre la “inocencia o culpabilidad” del imputado respecto a los presuntos delitos por los cuales es juzgado, aunque la comisión “sí puede certificar que este joven es víctima de la violación a su derecho a la libertad y la seguridad personal, y a la integridad personal por actos de tortura, cometidos por el personal de la Marina”. En la pieza periodística se expone que existe una investigación penal, desde hace cinco años, contra estos elementos. Hasta hoy no se ha llegado a ninguna conclusión.

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