Amigos godínez, amigos baristas, amigos sin ánimo de despertar, les tenemos una alarmante noticia. Si ustedes son de los que no se preocupan por el cambio climático y toda esa discusión les parece ajena o un tema de ecologistas clavados, esto les meterá de lleno en el asunto: el calentamiento global está generando el peor y más caro café que se haya cosechado en siglos.

En el mundo, casi 2 mil millones de tazas de café son consumidas diariamente. No obstante, este número podría verse reducido de cara a una “tormenta perfecta” en la que se unen el calentamiento global, climas extremos y plagas feroces, que golpea las caras frescas y sombreadas en las que el grano crece.

“El aumento en la temperatura global es de gran preocupación para nosotros en la industrial de café, porque pondrá en riesgo -esto ya ha comenzado- la oferta de café de calidad”, afirma el Dr. Tim Schilling, director ejecutivo del programa World Coffee Research, con base en la Universidad A&M, Texas. “También es obvio que el incremento de temperaturas, así como los desajustes climáticos que contrae, tienen un efecto muy negativo en la producción. Conforme pase el tiempo, definitivamente veremos cómo los precios del café suben a consecuencia de estas condiciones”.

Sí, la situación es clara: mientras menos café de calidad exista, el poco que sea respetable será más caro. Pero al mismo tiempo, habrá cada vez menos café en general, ya sea bueno o malo. Por otro lado, los consumidores no dejarán de exigir su tacita diaria, lo que tendrá como resultado una demanda alta y una oferta baja, que al final se traducirá en un café más caro, sin importar su calidad.

Mauricio Galindo, jefe de operaciones de la Organización Internacional del Café, se encuentra también bastante preocupado: “El cambio climático es la mayor amenaza para la industria. Si no nos preparamos, nos dirigiremos hacia un gran desastre”. Ya en junio, los bebedores de café verán afectados sus bolsillos y paladares, pero para los millones de productores en todo el mundo, el golpe llegará antes y créanos: cuando un sector de la industria tan importante sufre, todos nos vemos económicamente afectados.

El grupo más importante de investigación en el tema, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático o Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), incluye este problema en el informe que presentó el día de hoy. Según el IPCC, el aumento en la temperatura global esperando para 2050, que oscilará en entre 2 y 2.5°C, significará una reducción hasta de 50% en el campo de cultivo del café. Tan solo en Brasil, donde este año se registró un aumento de 3°C, el calor impidió el cultivo en dos terceras partes de los estados productores (en algunos de ellos, la afección fue de 100%).

El calor no solo acelera el metabolismo de la planta del café, alterando el equilibrio de los aceites y ácidos que le dan ese sabor tan peculiar, sino que aceleran la aparición y reproducción de muchas plagas, entre las que se cuentan el escarabajo de la broca, que causa 500 millones de dólares de daños anuales, número que, en los próximos años, podría multiplicarse por 10.

En Guatemala, el Salvador, Honduras y Nicaragua, los hongos que afectan al café han crecido 40%, atacando con un agresividad nunca antes vista. Esto ha hecho migrar a una cuarta parte de las personas que viven del café: un verdadero Holocausto. En países con cierta fortaleza económica, ya se están tomando medidas, que incluyen el traslado de las plantas a zonas de clima controlado o a las laderas de las montañas, donde la sombra se agudiza. No obstante, los países pobres y tradicionalmente cafetaleros no pueden darse estos lujos, con montañas llenas al tope de plantíos.

No todo está perdido para nuestros bolsillos ni para las economías globales: aunque existen múltiples variedades de café, éstas son fruto de pequeñas variaciones genéticas y del entorno del cultivo. Hay todo un campo de genética del café sin explorar. De él, podrían surgir plantas con metabolismos más lentos que, bajo las nuevas circunstancias, arrojen productos similares a los que hoy se están perdiendo. Sin embargo, aunque la manipulación genética del grano pueda tener efectos positivos, su impacto económico es mucho más difícil de manejar por cuestiones de derechos de código y cultivo especial de tierra. La experiencia con otros granos no es la mejor.

Como sea y por donde se vea, nuestra forma de consumir café está por cambiar drásticamente en muy poco tiempo y no podremos hacer nada para evitarlo.

Vía: The Guardian

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