En el último informe que entregó el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) sobre el Caso Ayotzinapa, se dudó de la procedencia de las pruebas con las que las autoridades confirmaron la llamada “verdad histórica”.
De acuerdo con los análisis, las pruebas que sirvieron para demostrar que los 43 normalistas desaparecidos fueron incinerados en un basurero ubicado en Cocula, Guerrero, habrían sido manipuladas e incluso sembradas; además, acusaron, se desestimó evidencia que habría dado otro cauce a la investigación.
Pese a esto, el ex jefe de la Agencia de Investigación Criminal de la PGR, Tomás Zerón, aseguró estar “100% tranquilo por la investigación que realizó, y 100% convencido de lo que hizo al frente de las indagatorias’’.
En serio. Aunque hubo pruebas grabadas en las que se veía a Zerón en el lugar en el que se encontraron los restos del normalista Alexander Mora Venancio, un día antes de que los agentes dieran con esas evidencias, el ahora secretario técnico del Consejo Nacional de Seguridad, sostuvo que no le hace: el basurero de Cocula y los restos hallados en el Río San Juan son la “columna vertebral” que sirvió para saber qué fue de los estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos.
El hombre que evoca a Benito Bodoque realizó estos señalamientos mientras era entrevistado en el Senado, esto al terminar de reunirse con la comisión bicamaral de Seguridad Nacional. Citado por La Jornada, Zerón aseguró que “por medio de pruebas científicas, determinamos que llevaron a los estudiantes’’ al río San Juan y al basurero de Cocula.
Si todo está más que probado… ¿entonces por qué organismos internacionales y los padres de los normalistas siguen exigiendo que se esclarezca el caso? Pues quién sabe, pero si los familiares de las víctimas tienen algo que reclamar, “están en su derecho” de interponer recursos legales para fincar responsabilidades, comentó Zerón.
Pero no hay necesidad de eso: para rematar, apuntó que el Órgano Interno de Control de la Procuraduría General de la PGR se está encargando de determinar si hubo omisiones o cosas chuecas en la investigación.