Por Guillermo Rodríguez

Durante las últimas semanas se han reportado asaltos en unidades de la línea 6 del Metrobús y disparos en los trenes del Metro. Si bien los atracos no son novedad en esta ciudad, la invasión de estos sistemas de transporte atrajo la atención de más de un capitalino.

Por todos es sabido que la mayoría de calles, plazas y rutas de microbús de la Ciudad de México nos dejaron de pertenecer hace rato. Acompañada de la falta de cuidado e infraestructura, la inseguridad aparece como una de las razones principales por las cuales preferimos encontrarnos en los centros comerciales, viajar en automóvil –para quienes pueden costearlo- o de plano salir antes del convivio buscando llegar temprano a casa. Para las personas comunes casi no existen lugares libres de riesgo. Los conductores mejor suben ventanas y ponen seguro cuando les toca embotellamiento en avenida Constituyentes; mientras las y los caminantes salen en grupo o se desvían con tal de evitar esa típica calle sin luz.

Aun frente a esto, la ciudad conservaba un par de espacios de cierta garantía: los sistemas de transporte del Metro y del Metrobús. No son el paraíso gracias a su sobrecupo y falta de puntualidad, así como al acoso sexual y robos que se pueden vivir tomando una de sus rutas, pero los chilangos sabemos bien que se trataba de una zona de confort donde, poniéndote vivo, podías enseñar los audífonos, jugar Candy Crush o mandar mensajes sin el temor de que pudieran llevarte al baile.

Muy bonito y todo, pero si mides más de 1.70 no vas a caber en el segundo piso del Metrobús de la Línea 7
Foto: Notimex/ José Pazos

Con las noticias de las últimas semanas, parece que el último refugio contra la inseguridad podría estar en riesgo. Tres asaltos en menos de quince días contra pasajeros de las unidades de metrobús de la línea 6: y -lo que parece más bien un destape de coladera- el mismo cuento en la línea B del metro, con una persona a la que le dispararon en la cabeza. Parece ser la precarización final del transporte que acompaña al ya normalizado olvido de las micros y camiones. No es ordinario, pues uno podría exigir algo distinto para un par de transportes que tienen accesos y salidas controladas.

Los delitos de alto impacto dentro del metro no han hecho más que aumentar en esta administración. Mientras que entre marzo de 2012 y febrero de 2013 se reportaron 358 robos al interior del metro, para el mismo periodo entre 2016 y 2017 la cifra aumentó a 835. Pasando de un promedio de 0.98 al día en el primer periodo a 2.29 en la actualidad. Éstas son sólo las cifras que se reportan oficialmente a la SSP .

En distintos momentos, ambos sistemas se pusieron sobre la mesa como alternativas casi definitivas para la Ciudad de México. Primero el metro con sus faraónicas construcciones y después el metrobus como punto medio entre costo-beneficio. Grandes planes maestros con horizontes lejanos y promesas electorales ocuparon el centro de la discusión citadina. Sin embargo, el desmoronamiento de los últimos días acompaña la capa caída de la administración de Mancera y supondría la renuncia a ofrecer movilidad digna a los capitalinos.

Más de uno estaría dispuesto a ocupar los espacios vacantes: Uber, Cabify, EasyTaxi fueron los primeros; pero plataformas como Jetty vienen detrás, dispuestas a captar buena parte del mercado que el transporte público parece empeñado en perder. Lamentablemente estas nuevas opciones, potenciadas por las tecnologías de la información, no son accesibles para todos los bolsillos y han perdido también batallas importantes en seguridad para sus usuarios. Basta recordar las agresiones, violaciones y asesinatos a usuarias dentro de estos sistemas y el deslinde de responsabilidades por parte de Uber, anunciado hace pocos días. Además, a pesar de ser una aparente solución óptima frente al caos y rigidez del sistema público, no dejan de ser una alternativa menos eficiente para mover cientos de personas en una megalópolis como la Ciudad de México.

Cualquier ciudad con futuro debe garantizar un transporte público digno y seguro para todos, independientemente de su nivel de ingresos. Adicionalmente, cualquier ciudad con futuro sustentable debe procurar que los transportes colectivos predominen, sobre todo en un escenario de escasez de espacio, tiempo y recursos. Es por esto que requerimos que el impulso, la modernización y la expansión del transporte público estén al frente de la campaña por la jefatura de gobierno del próximo año. Urge un nuevo Plan Maestro de Transporte que brinde certeza a las ampliaciones de sistemas que le urgen a la ciudad y que deben ser financiadas lejos de intereses electoreros y plazos sexenales. El director del Metro ya ha llamado con anterioridad a realizarlo.

Hay malos tragos recientes como los escándalos de corrupción y el mal diseño de la línea 12 del metro. Pero un transporte público extenso, seguro y eficiente es la mejor alternativa para esta ciudad. O conservamos y mejoramos nuestros sistemas de transporte o le estaremos abriendo la puerta a la precarización completa de nuestra urbe capital.

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Guillermo Rodríguez  es coordinador de Wikipolítica CDMX, una organización política sin filiaciones partidistas.

Facebook: WikipoliticaCDMX

Twitter: @wikipoliticacmx |  @GRodriguez__

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