El que viaja en transporte público sabe que tiene que estar a las vivas. En el trayecto pueden pasar mil y un cosas. Que la unidad en la que viajamos se desconchinfle, se le ponche una llanta, se incendie o se le cuele el agua. Que el conductor venga jugando carreritas, esté manejando de manera desconsiderada o no haga las pausas necesarias para que los usuarios puedan bajar en las paradas. Y esos, quizás, son los problemas menores. Uno tiene que viajar casi casi abrazado a sus pertenencias. Con un ojo al gato y otro al garabato, por aquello de los carteristas. Y ni se diga de cuando algún vendedor se sube al camión o vagón en el que estamos porque empezamos a sudar frío. Apenas basta con escuchar la frase “acabo de salir del reclusorio” para que nos pongamos lívidos y sintamos que todo el cuerpo se nos entume. Así, casi a diario, somos víctimas de aquello que los expertos llaman asalto psicológico: comprar dulces con sobreprecio o aflojar la morralla sin chistar para que no nos atoren ni nos asalten.

De acuerdo con la Encuesta de Movilidad Urbana y Medio Ambiente, realizada por el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados, 7 de cada 10 habitantes de la Megalópolis (Ciudad de México, Estado de México, Puebla, Hidalgo, Tlaxcala, Querétaro y Morelos) consideran que es inseguro viajar en transporte público (metro, Metrobús, camión o pesero) en su ciudad. La mayoría de los encuestados indicaron que el mayor riesgo al que se pueden enfrentar cuando se mueven en este tipo de transporte es el asalto (63.4%), seguido del robo de pertenencias (17.8%), los accidentes viales (7.2%), el acoso sexual (3.2%), las peleas entre pasajeros (1.7%), la imprudencia de los choferes (0.9%) y secuestro (0.8%). Solamente 1.7% de las personas consultadas consideró que en su ciudad no hay riesgo de viajar en transporte público.

En lo que respecta a la Ciudad de México, un estudio realizado por ONU Mujeres, el Colegio de México y el Instituto de las Mujeres reveló que la mitad de las mujeres capitalinas han sido violentadas en espacios públicos. Según el informe Diagnóstico sobre la violencia contra las mujeres y las niñas en transporte público de la Ciudad de México, estas agresiones se registran con mayor frecuencia en la calle (57%), en su casa (22%) y, sí, en el transporte público (12%). Las formas de violencia más comunes contra las mujeres son las miradas lascivas, chiflidos por la forma de vestir o la apariencia, acercamientos desmedidos, recargamientos del cuerpo, persecuciones, toma de fotos o videos, que les enseñen fotos o videos sexuales, insinuaciones para tener relaciones sexuales, frases con contenido sexual y tocamientos impropios.

Proponen practicar exámenes psicológicos a conductores de transporte público en la CDMX
Foto: Shutterstock

Según esta investigación –que tomó datos de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México, encuestas del INEGI y grupos focales– la tarde y la madrugada son los periodos del día en que se registran más agresiones (hostigamiento sexual, manoseo, exhibicionismo o intento de violación) contra mujeres en el transporte público. Es decir, de 12:oo a 18:00 hrs y de 0:0o a 6:00 hrs. Sobre las edades de las mujeres agredidas, el estudio arrojó que el mayor porcentaje (43.6%) se encuentra en el rango de edad entre 20 y 29 años. A este grupo le siguen féminas de 30 a 39 años (25.6%), de 40 a 49 años (18%), de 18 a 19 años (7.7%) y de 50 años en adelante (5.1%). En el informe también se identificaron los hot spots, o puntos calientes, donde se concentran ataques sexuales cerca de transporte público masivos. Estas áreas pueden considerarse como de mayor riesgo para las mujeres en sus traslados por la CDMX.

En las delegaciones Gustavo A. Madero, Cuauhtémoc y Venustiano Carranza se detectó que las violaciones tienden a realizarse en las cercanías de las distintas líneas del metro: Pino Suárez, Balderas, Pantitlán, San Lázaro y Tacubaya son las estaciones que presentan mayor incidencia.

Agresiones en el transporte público
Foto: UN Women

¿Quién es el acosador del metro?

Cuando pensamos en el perfil del agresor del metro lo primero que nos llega a la cabeza es un tipo con una peluca y un vestido floreado que se metió al vagón exclusivo para mujeres. Un “vestido para tortear”, pues. Tan sólo en lo que va del año ya se registró un caso de esta naturaleza. ¿Acaso no recuerdan al tipo que se disfrazó y agredió a una menor de edad en el metro? La creencia popular también nos lleva a pensar que el acosador del metro es una persona con enfermedades mentales, sin pareja, en estado de ebriedad o, incluso, bajo el influjo de alguna droga. Es decir, que las personas que llevan a cabo estas acciones no están conscientes de lo que hacen. En otro rubro, también ligamos la imagen del fisgón morbosón con personas con antecedentes penales. De acuerdo con el Consejo Ciudadano de Seguridad y el Instituto de las Mujeres, ninguna de estas descripciones ajusta al verdadero acosador.

Vestido para manosear: hombre se viste de mujer para tocar a usuarias del Metro
Foto: Especial

Después de reunir más de 2 mil entrevistas a agresores sexuales en las instalaciones del metro, realizadas entre 2008 y 2016, las autoridades concluyeron que 96% de las agresiones sexuales son autoría de personas del sexo masculino, mientras que sólo 4% provienen de las mujeres. El acosador del metro, según el estudio compartido por el periódico Reforma, puede ser cualquier hombre promedio que aprovecha las circunstancias de su entorno para cometer dicha conducta. Así es realmente el acosador del metro:

1.- 90% de los agresores sexuales lo hicieron de manera consciente y no lo hicieron bajo el influjo del alcohol y las drogas.

2.- Los adultos jóvenes son quienes más cometen acoso: 43% de los agresores entrevistados tenían entre 26 y 40 años.

3.- 1 de cada 3 imputados vive en pareja (casado o en unión libre).

4.- Sólo 6.5% de los agresores no tenía trabajo.

5.- Apenas 4% contaba con antecedentes penales.

6.- Los acosadores aprovechan estaciones con mayor afluencia y los transbordes para llevar a cabo sus acciones.

En pocas palabras, los acosadores del metro son jóvenes que actúan de manera deliberada, que tienen trabajo, que nunca han estado en la cárcel y que, en algunos casos, tienen pareja. De acuerdo con Moisés Arbitman, director del departamento de Psicología del Consejo Ciudadano de Seguridad, los acosadores no actúan de manera serial (presentan estas conductas en ciertos horarios o de manera repetitiva) pero sí lo hacen de manera premeditada y consciente.

 

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