Después de 35 días de berrinche cierre de gobierno, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que llegó a un acuerdo con el Congreso para reabrir el gobierno por tres semanas, aunque los legisladores aún no han aprobado el dinero que tanto ha pedido para el muro fronterizo.

El mandatario explicó que los trabajadores federales van a recibir sus pagos atrasados lo más pronto posible y agradeció a aquellos que “demostraron una extraordinaria devoción”, incluso alentándolo para “seguir luchando por la seguridad de la frontera”.

Este acuerdo, considerado como una victoria provisional para los líderes del Congreso, implica un “por lo mientras” en lo que continúan las negociaciones con el presidente. Sin embargo, sabemos que no dio paso sin huarache.

El presidente Trump explicó que durante esas tres semanas habría un comité bipartidista (demócratas y republicanos) trabajando para crear un paquete de seguridad fronteriza. La cosa es que amenazó con que si no estaba antes del 15 de febrero, se podría venir encima otro cierre de gobierno y la declaración de una emergencia nacional.


Recordemos que desde que Nancy Pelosi se convirtió en presidenta de la Cámara de Representantes, le dejó bien claro a Trump que no votarían por aprobar el dinero para el muro. Por lo que la funcionaria se mantuvo firme en no negociar hasta que finalizara el berrinche cierre de gobierno.

Pero ¿por qué cedió? 

Varios periodistas y analistas internacionales refieren que una de las principales razones podría ser el aplazamiento del discurso del Estado de la Unión, una de las tradición políticas más importantes en Estados Unidos.

Recordemos que dicho discurso estaba previsto para el próximo 29 de enero, sin embargo, es tradición que se lleve a cabo en la Cámara de Representantes y es justo la presidenta la que tiene que autorizar al mandatario su uso. Si esto no pasa, el presidente no puede entrar en ella.

Es por ello que Trump anunció por medio de su cuenta de Twitter —como siempre— que debido al cierre de gobierno el discurso tendría que ser aplazado. Estamos hablando de un discurso televisado bastante mediático, y como sabemos, al presidente Trump casi no le gusta eso.

La cosa es que estas consecuencias no fueron las únicas. Varios aeropuertos claves al noreste del país comenzaron a reportar retrasos significativos en las operaciones ya que había controladores de tráfico aéreo que no habían recibido su pago. Eso sin mencionar los más de 800 mil trabajadores gubernamentales que tuvieron que “descansar obligatoriamente sin paga”.

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