Cada vez quedan menos lugares donde Donald Trump y sus secuaces secretarios sean recibidos con gusto. Entre la tradición conflictiva del presidente de Estados Unidos, la actitud ‘chiquitibumbista’ de sus colaboradores y la enorme polarización política en el gabacho, ya ni la hora de la comida está a salvo. Este viernes, la vocera de Trump, Sarah Huckabee Sanders, estaba cenando en un restaurante en Virginia cuando le pidieron que ahuecara el ala, ya que no era bienvenida en el lugar.

El evento sucedió el viernes por la noche en el municipio de Lexington, cuando la portavoz de la Casa Blanca llegó a cenar al restaurante Red Hen con su marido y otras seis personas. Mientras esperaban su orden, la propietaria del lugar se acercó a decirle que tenía la necesidad de hacer valer los “estándares” del establecimiento, como la “honestidad, compasión y cooperación”. Por ese motivo, le pedía que por favor se marchara del local.

Sanders dijo que abandonó el lugar sin hacer mucho escándalo, pero utilizó su cuenta de Twitter para quejarse de la situación.

Aunque pareciera un evento aislado, la situación ya desencadenó toda una discusión pública sobre libertades, injusticias, criterios diferenciados, doble moral y la enorme necesidad de encontrar la convivencia pacífica en nuestro vecino del norte. Obvio, todo arrancó después de un tuit de Trump, porque ya nada nos sorprende. 

Donald Trump dijo que el restaurante Red Hen debería enfocarse en “limpiar sus sucias marquesinas, puertas y ventanas”, en lugar de negar el servicio a una persona como Sarah Sanders.

¿No se mordió la lengua?

Que Donald Trump se quejara de la supuesta “suciedad” del restaurante que corrió a su consentida terminó por salirle mal. En 2017, el fabuloso club de Mar-a-Lago, propiedad de Trúnterminó multado por 15 violaciones de higiene. 

Entre los malos tratos de la comida que tenía el exclusivo club del presidente estaba servir comida sin refrigerar, preparar salmón sin desparasitar, tener moho en las tablas de picar y que sus cocineros no tienen la costumbre de lavarse las manos.

Ya no comen en paz

Hace menos de una semana, otra de las estrellas del gabinete de Trump, la titular del Departamento de Seguridad Nacional —y porrista de las políticas migratorias—, Kirstjen Nielsen, se lanzó a cenar comida mexicana. En su aventura culinaria con los ‘me gusta como cocinan pero no los quiero en mi país‘ terminó siendo increpada por una serie de manifestantes y activistas.

“Si la cena de la secretaria Nielsen fue arruinada, no es nada en comparación con los horrores que ha infligido a familias inocentes”, señalaba una de las activistas.

Para como va la cosa, los miembros del gabinete de Donald Trump tendrán que apreciar la comida casera, a menos que quieran hacer una visita al pulcro establecimiento del presidente. Ahí si serán bienvenidos.

*Foto de portada: PopSugar

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Soy Max Carranza y me he pasado la vida rodeado de memes, cultura digital y bastantes horas frente a las pantallas. En el camino me encontré la pasión por abordar los temas sociales más urgentes e intentar...

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