Según los especialistas, el dinero surgió en algún momento de la historia en Mesopotamia, entre las aguas del Tigris y el Eufrates, en la cuna de la escritura y el “ojo por ojo”. Su aparición obedece a una necesidad primaria de las comunidades: fijar un instrumento de cambio standar para poder adquirir bienes y pagar servicios. La sal, el chocolate, los tulipanes y el oro, entre otros muchos otros productos en algún momento fueron esa medida.

Si usted trabajaba un día se le daba un “salario”, una medida de sal, que después usted podía cambiar por otras cosas o utilizar para hacer la sopa. Luego, en el algún punto de la historia, apareció el capitalismo, los bancos, las tarjetas de credito, las bolsas de valores y el comercio se vovlió una cosa un poco complicada.

En lugar de trabajar, recibir su puño de sal y cambiar su puño de sal por una camisa, usted ahora va a un banco solicita una tarjeta de plástico, que depués presenta en la tienda donde venden las camisas, firma un papel, le dan su camisa, el banco compra su deuda con la tienda de camisas, misma que el banco paga con un deposito a una “cuenta”. Al final al pagarle la camisa al banco usted no compra la camisa, en términos financieros, compra la deuda adquirida por el banco a la tienda de camisas.

¿Complicado?

En sopitas.com, por lo menos, así nos lo parece. Claro, uno no piensa en esas cosas al sacar la tarjeta y pagar la gasolina, unas flores, el poster del Che Guevara o la hipóteca.

Ante este sistema financiero, en crisis continua, algunas comunidades han empezado a organizarce para termina con un lógica impuesta desde los escritorios en Zurich y Manhattan. El proyecto Túmin, tal vez sea el mejor y más valiente ejemplo de este esfuerzo en México por volver a entender y utilizar al dinero como sólo una herramienta de intercambio.

Espinal, un municipio del norte de Veracruz, es el lugar de origen de este proyecto. Túmin significa dinero entre los indígenas de la etnia Totonaca y el sistema es simple: un panadero vende su mercancía en pesos y tumines. La moneda le sirve para comprar otro producto, como carne o verduras, y quien la acepta puede cambiarla a su vez por algún servicio, como una revisión dental o la reparación de una puerta.

Exactamente como el dinero, pero con la diferencia de que el valor de un tumí se la otorgan las personas y no las reservas de oro del país o el banco central mexicano. El Tumín no es para acumularse sino para usarse.

¿Cómo surgió el proyecto?

En el Espinal viven 25.000 habitantes, la mitad son indígenas totonacas. La mitad de esos indigenas viven en la pobreza extrema y el trueque se había convertiodo en un método de sobrevivencia e intercambio que les permitia adquirir comida y servicios ante la falta de dinero. Entonces, la Universidad Veracruzana Intercontinental diseñó una especie de vales intercambiables por mercancía o servicios para facilitar el trueque: los tumines. En su diseño se incluyeron imágenes de Emiliano Zapata, en protesta ante la apatia gubernamental por los problemas del municipio y sus habitantes.

En esta primera etapa del proyecto, solo 115 personas son parte de la red de intercambio. 500 tumines recibió cada uno, habrán de mantenerlos en circulación el tiempo suficiente para que los investigadores de la Universidad Veracruzana se decidan a integrar a más personas al proyecto. El exito del Tumín es claro, The New York Times y la BBC ya le han dedicado un par de reportajes. La economía local se ha reactivado y el nivel de consumo ha aumentado sin que los niveles de producción se hayan elevado (una máxima del capitalismo cada vez más discutible).

Pero este exito, claro, también ha provocado ya algunas molestias entre los jefes del sistema financiero mexicano, preocupados de que el tumin “pueda ser una forma de suplantar al peso, la moneda oficial del país”.

La PGR ya investiga a los credores del Tumín bajo los cargos de falsificación de moneda. Mientras tanto, en el Espinal, la gente come, viste y vive mejor. Y mientras que la PGR investiga, acá les dejamos para cerrar una declaración de uno de los pobladores del Espinal sobre la nueva moneda:

“El Tumín no es una moneda, un Tumín no vale nada… un Tumín vale lo que vale la palabra de la persona que con él te paga”

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Fundé Sopitas como hobby y terminó siendo el trabajo de mis sueños. Emprendedor, amante de la música, los deportes, la comida y tecnología. También comparto rolas, noticias y chisma en programas...

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