No importa cuántas fotos de fetos, niños llorado, ratas o pulmones echados a perder nos pongan en las cajetillas de los cigarros, o cuántos documentales e información leamos al respecto: se nos hace fácil seguir fumando.
Y es que estamos chavos y pensamos que esas leyendas de que el cigarro es nocivo para la salud y que aumenta el riesgo de que padezcamos cáncer pulmonar son sólo advertencias para espantarnos y nunca nos van a pasar.
Sabemos que los cigarrillos tienen alquitrán y otras sustancias cancerígenas pero poco o nada hacemos para aminorar su consumo.
En un intento más por concientizar a los fumadores, hace unos años un grupo de investigadores realizaron una prueba para simular lo que ocurre con las substancias tóxicas del cigarro cuando llegan a nuestro cuerpo.
Este experimento consideró el consumo de 400 cigarrillos en un mes, una cantidad considerable pero que aún es inferior al promedio de muchos adictos a la nicotina. Una máquina aspiró el humo que normalmente enviamos a nuestros pulmones y lo depositó en una botella con agua, la cual poco a poco comenzó a obscurecerse.
Al final del proceso, quedó una especie de lodo repugnante y pegajoso que tras un proceso de ebullición parecía chapopote.
Pero bueno, mejor veámoslo:
Ahora imaginen todo este lodazal en sus pulmones cada mes, está fuerte ¿no?
No queremos sonar a mamá preocupona, pero no está por demás bajarle un poco a la cantidad de cigarros que consumimos.