Ann Coulter es una columnista estadounidense que sirve como ejemplo perfecto para ilustrar al periodista que intenta ser polémico agudo e irreverente sin ser inteligente ni sensato. En agosto del año pasado, en una racha de tan sólo dos días, afirmó que la crisis de migración en Estados Unidos, que tiene como foco a miles de niños que cruzan la frontera debido a la inestabilidad económica de sus países, debe resolverse con un bombardeo como el que Israel emprendió en la Franja de Gaza y, por otro lado, que ayudar a los enfermos de ébola en África no tiene caso.

Recientemente, Coulter ofreció una entrevista al periodista mexicano Jorge Ramo, considerado una de las 100 persona más influyentes del mundo por la revista Time.

En una intercambio de ideas más bien atropellado, Coulter afirmó que los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos son más peligrosos que ISIS”.

“Si no quieres que te ISIS te mate, no vayas a Siria; si no quieres que un mexicano te asesine, no sé qué decirte”, dijo, implicando que un asesino se encontraba a la vuelta de la esquina en cada barrio estadounidense.

Cuando Ramos preguntó a Coulter sin tapujo si pensaba que los más de 40 millones de migrantes en Estados Unidos están biológicamente predispuestos para la violencia, ella contestó:

“Su cultura es obviamente deficiente, si no lo fuera, tú no estarías sentado entrevistándome aquí, en Estados Unidos, yo estaría sentada en México”.

Ante un gesto que evidentemente buscaba contravenir las ideas de la comunicadora de ultraderecha, Coulter se negó a dar un abrazo a una inmigrante, miembro del público, quien la invitar a percatarse por sí misma que, al menos, ella no estaba dispuesta a asesinarla.

El año pasado, en entrevista con Sean Hannity de Fox News, Ann Coulter comparó los túneles existentes entre Estados Unidos y México con los que el grupo islamista Hamás usa para cruzar desde la Franja de Gaza hacia Israel. Recordemos que el ministro israelí Netanyahu sostuvo que la reciente intervención en Palestina tenía como objetivo destruir aquellos túneles por los que Hamás cruza armamento.

Obviando el hecho de que la reciente crisis migratoria en Estados Unidos tiene como centro de atención a niños cuyos derechos son violados durante una de las travesías más peligrosas del mundo, Coulter redujo el problema al crimen organizado y afirmó que los migrantes

“trafican con pistolas, armas, nos están invadiendo. Asesinan y violan. El titular de la DEA afirmó hace un años que sospechaba que los homicidios en Chicago se debían a un cártel de drogas mexicano”.

Sin embargo, instantes después recordó a los niños y afirmó:

“Necesitamos a Netanyahu aquí […] sí, a veces los niños palestinos son asesinados [ríe], pero eso se debe a que están relacionados con organizaciones terroristas que atacan Israel y Netanyahu no titubea ante los líderes religiosos […] no le importa lo dice la ONU. No le importa lo que dicen los medios”.

El 6 de agosto de 2014, Coulter afirmó que Kent Brantly, el médico que debió ser trasladado desde Liberia luego de contraer ébola, había representado un gasto inútil e irresponsable y remató diciendo:

“La condición del doctor con ébola empeoró al grado de dejarlo ‘idiota'”.

“Si el doctor Brantly hubiera trabajado en el hospital Cedars-Sinai en Los Angeles y hubiera convertido a [la palabra de] Cristo a un solo político influyente de Hollywood, le habría hecho un bien mayor a todo el mundo que cualquier otra cosa que pudiera lograr en un siglo en Liberia”.

“El ébola solo mata el cuerpo: el virus de la bancarrota espiritual y la decadencia moral esparcido por muchas películas de Hollywood infecta el mundo”, añadió.

Hace tiempo, Coulter escribió en su libro Sin Dios, refiriéndose a las viudas de los ataques de 9/11 en Nueva York:

“Estas ‘tipas’ son millonarias, ensalzadas en la TV y en artículos sobre ellas […] Nunca había visto gente disfrutando tanto la muerte de sus esposos”.

Afortunadamente, Coulter tiene derecho a decir lo que piensa, aunque sean opiniones no sólo ingenuas, sino completamente desequilibradas. Pese a que sus consejos sean inútiles y ningún líder de decisión desearía ponerlos en práctica, sirven bien para ilustrar una cierta clase de pensamiento absurdo cuya existencia nunca debemos olvidar cuando busquemos mantener una discusión dentro de los límites de la razón y, sobre todo, cuando deseamos ayudar en verdad.

Vía: El País

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