En un principio, cuando hablamos de las redes sociales pensamos de inmediato en un teléfono celular, en Facebook, Twitter o Instagram, en los likes, en compartir y comentar la información —desde notas, memes, canciones y videos—. Pero también pensamos en el famoso troleo y en la dificultad que implica relacionarse con otro u otros usuarios.

¿No?

Pero, finalmente, aquí estamos: tú leyendo un texto sobre la violencia y el discurso de odio en las redes sociales y, si terminas de leer la investigación, tienes la opción de comentarla en Twitter y Facebook.

Así de inmediato, así de rápido y bajo tu criterio.

¿A dónde queremos llegar?

Este tipo de interacción es nueva, nunca ha ocurrido en toda nuestra historia como especie, de tal manera que las reglas no han sido escritas…” es uno de los esbozos que el doctor Oscar Galicia, coordinador de la Licenciatura del Departamento de Psicología de la Ibero, comparte para hablar de las redes sociales y la violencia con la que solemos toparnos.

De acuerdo con Galicia, nos movemos en un espacio en el que, generalmente, NO conocemos a los usuarios con quienes interactuamos, no sabemos dónde están y ni siquiera sabemos si son realmente personas o unos simples bots.

Y aquí está el primer problema, pues “no hay una manera de vincular una emoción o una consecuencia directa con el usuario, una persona puede agredirte constantemente”.

El discurso de odio

Aunque lo ideal es que las redes potencialicen la socialización y la difusión de una información veraz, aún estamos lejos —de manera global, no sólo en México— de lograrlo.

La razón es el antidiscurso que se genera en este espacio. Para darnos una idea sobre en qué consiste, consultamos el texto Odio y violencia presentes en redes sociales, de María Elena Meneses (QEPD), quien era investigadora del Tec de Monterrey y experta en cultura digital:

El discurso de odio es aquel que enfrenta a los usuarios mediante un “lenguaje amenazante”.

En el anonimato

Como lo esbozó Oscar Galicia, esta es una interacción nueva: no existen reglas definidas por una ley.

Además de esto, la inmediatez y el anonimato entran en el escenario para que los usuarios se sientan en plena confianza para publicar o contestar.

Pero ese es el riesgo: 

Que en el confort del momento no olvidemos quiénes somos, aunque estemos en un espacio donde nadie nos puede ver.

Y muchas veces esto depende del sentido social y cultural que cada usuario tiene: el “sentido de interacción que me permite comportarme en lo oscurito como me comporto” a la luz del día, explicó Oscar Galicia.

Justo con esta idea llegamos al punto de que las redes sociales NO nos cambian. Si bien deseamos obtener algo cuando entramos a internet, seguimos siendo los mismos.

“Las redes no nos vuelven agresivos”: Oscar Galicia

Así que no se trata del lugar, sino de nosotros y cómo creamos el escenario para compartir o confrontar.

En ambos casos, la interacción sucede en los blogs, las páginas de noticias en Facebook, los canales de YouTube y en todo aquel sitio en donde el usuario o bot pueda sumarse.

Pero, de acuerdo con el texto de Brian X. Chen, “Los troles de internet ya ganaron y no hay mucho que puedas hacer”, la calidad de los comentarios varía” según el contenido de estos sitios o canales.

En páginas especializadas, por ejemplo, los comentarios apuntan siempre al tema en cuestión. Mientras que en portales de noticias, los usuarios se desbordan por entrar en la conversación del día.

Van los casos

En Florida, Estados Unidos, se reportó el caso de dos sujetos que no se conocían de manera personal pero una discusión en Facebook unió sus vidas de manera lamentable.

Uno de los sujetos escribió una publicación en la que se quejaba de no poder entrarle al tema político por sus antecedentes penales. Otro usuario se detuvo a leer el post y lanzó una crítica. Los dos se enrolaron en una discusión que los llevó a un tiroteo.

Uno de ellos terminó herido de bala y el otro arrepentido y decidido a tomar terapia.

Sin embargo, en nuestro país los casos de agresiones sobresalen en cuestión de género.

“Hemos identificado que (las agresiones) son hacia mujeres que no se quieren apegar a los roles de género que impone la sociedad”: Danya Centeno, abogada e integrante de R3D

El caso de las periodistas deportivas mexicanas es un claro ejemplo de la violencia de género en redes. Lo que es un reflejo de lo que sucede en el espacio físico.

Danya Centeno explicó que es un hecho que las mujeres padecen más la violencia, pues el componente clave de las agresiones es de índole sexual (comentarios sexistas o en su rol de género).

Y la situación es preocupante, pues de acuerdo con datos del Inegi 2015 (Instituto Nacional de Estadística y Geografía), alrededor de 9 millones de mujeres mayores de 12 años han sido víctimas de algún tipo de acoso en los medios digitales.

El objetivo: silenciar a quienes tienen una voz activa.

¿Hay una solución?

Si bien el discurso de odio supera en muchas ocasiones a la interacción entre los usuarios, es necesario pensar en internet como un sitio libre y neutral, antes de pedir que haya una legislación.

El asunto aquí, como explicó Danya Centeno, es que internet también es un espacio para las voces disidentes de los gobiernos y el anonimato es una defensa para poder interactuar en las redes.

Aplicar la ley en el espacio digital supondría entonces cortarle las alas a internet.

Pensar antes de responder 

Y, ¿luego? ¿Es imposible navegar e interactuar sin contagiarse o ser presa de la violencia?

En México, a pesar de que existe la Policía de Ciberdelincuencia, es necesario que exista una educación digital.

La educación es la principal herramienta para combatir la violencia en  redes. Si se llevan a cabo campañas informativas, los usuarios sabrían cómo reaccionar.

Luego, está la figura de las plataformas como Twitter y Facebook que ya han comenzado a hacer su chamba y han colocado filtros para dar de baja cuentas que violenten la interacción —aunque sus políticas ya han sido cuestionadas por especialistas—.

Es favorable que haya una mayor coordinación entre todos los personajes, usuarios, plataformas y autoridades con transparencia e información pública“, concluyó Danya Centeno.

Porque más allá de castigar con una legislación punitiva, la coordinación en un espacio libre como internet es la clave para combatir el aumento o auge de sitos extremistas, bots y trolls, que en muchos casos se mueven por intereses políticos y sociales o… sólo por la naturaleza agresiva del usuario.

Finalmente hay que entender que “ningún medio y ninguna tecnología desata un comportamiento humano. Todo ya estaba: la violencia y la cordialidad“, como dijo Oscar Galicia.

Así que tú decides qué compartes y si le entras al discurso de odio o aplicas la máxima: pensar antes de responder.

**Foto de portada: Sopitas.com

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Hola, soy Lucy Sanabria. Desde 2018 redacto y reporteo para Sopitas.com, con especial entusiasmo en temas de derechos humanos y LGBT+. En 2021 fui parte de la generación de la beca de Periodismo Incluyente...

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