El día empezó con tropiezos, despierto crudo. Muy crudo y muy tarde. Como puedo llego a mi oficina y me doy cuenta que soy una basura. Cada paso es más difícil que el anterior y me esperan 4 días de Vive Latino. Volteo a verme los pies y me doy cuenta que traigo los tenis más enclenques de todo mi clóset, no me servirán de nada contra el duro (durísimo) piso del autódromo Hermanos Rodríguez. No me servirán para saltar y bailar en caso de que consiga prenderme. Suspiro y me dejo ir hacia el enorme tren naranja de la estación Centro Médico.

Llego a la puerta 5 más cansado que enojado, una serie de errores me hicieron tardarme de más y mi cuerpo grita por una cerveza. Hace 2 semanas pasé por aquí para un rave/tardeada conocido como Electric Daisy Carnival. Pienso que tendré que caminar igual y casi desisto otra vez. Casi cometo ese gravísimo error….

Después de los saludos y formalidades propios con las amistades que me voy encontrando, froto las manos como mosca y me acerco al Gozadero Dancing Club Doritos.  Alcanzo a ver a uno de mis músicos mexicanos favoritos y que tengo la suerte de querer como a un hermano, el maestro Juan Soto. Después de años de verlo producir canciones que considero del electro más fino, me urge que su acto en vivo siga creciendo.

Siguió Simpson, lo he visto varias veces en vivo desde que llegó al DF hace años y es la vez que lo he visto más orgánico. Con una propuesta que ya se siente muy entera. La gente respondiendo bien, yo no. Se venía Mad Professor, empecé a temer por el hecho de que no podía dar un paso más y ya de plano estaba cabeceando a punto de dormir. De todo el cartel del Vive, sólo había alguien capaz de revivirme así y ese era Mad Professor.

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Beats poderosos pero lentos. Música que te quiere hacer bailar pero que se deja escuchar sentado. Encuentro una banca alta y me pongo a verlo desde una distancia más prudente.  A la segunda canción y ya con una mini pizza devorada, como que se me olvida que es de noche y es el Foro Sol, me quito los zapatos y compro uno  de esos mezcales carísimos que había jurado no comprar. De pronto no quiero estar aquí, de pronto quiero estar con los pies enterrados en la arena mientras Mad Professor sigue poniendo más sabor y más canciones con marimbas. Es de noche y es el DF pero al aire que flota enfrente de ese escenario es totalmente tropical. Los visuales, son sencillos pero bien escogidos. De pronto ya estoy de pie jammeando, de pronto el ambiente se empieza  a llenar de humo y de pronto quien no se había animado a bailar, cedió.
Al terminar Mad Professor, este pequeño escenario al aire libre, está totalmente prendido, las personas frente al escenario están listas para subir de tono y es de las pocas veces que veo un público fiel que no huye hacia un escenario de mayor tamaño.

Voy corriendo al baño y me encuentro al maestro, Juan Soto. Me cuenta que le cae bien Pablito Mix por ser muy auténtico en sus entrevistas, al parecer le vale que piensen que su música es para perrear. Él no perrea, y no es su problema si su público lo hace.

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Se necesita ser muy fino para alcanzar ese nivel de guaracha. Es un ritmo que le habla a los que no aprendimos a bailar la cumbia con tanta vuelta. Se trata de una mezcla que no te deja estar sentado un minuto completo. Si con Mad Professor quería tener los pies enterrados en la arena, con Pablito Mix quería estar, de pronto, en una boda de esas que requieren que cierres la calle con dos coches.

Una mención honorífica a las canciones que se echaban un grito con una voz de mujer gritando ”Ay Pablito que rico!”, y también al cover charachero de “Sandstorm”, la canción favorita de los entrenadores de gimnasio de la década pasada.

Pablito Mix echaba gritos de animador al micrófono, las bocinas tronaban, y las chicas con hot pants se agitaban como  en un video de Major Lazer.

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El piso bajo mí estaba tibio de tanto brinco, en ese momento mi mejor opción era caminar al escenario más grande para ver a Nine Inche Nails sabiendo que cuando regreses a esta parte del venue, Diplo ya estará haciendo locuras.
Nine Inch Nails  cumple con la expectativa generada durante toda la semana, lo que más me gustó fue que no usaron visuales roba-show, todo el espectáculo se trata de ellos. Los que fueron exclusivamente a verlos están igual de satisfechos que aquellos que los conocen por escuchar una canción en la radio hace tres días.

Antes de irme pasé a dar una revisada obligada al Gozadero Dancing Club de Doritos, y me doy cuenta de que Diplo bien podría ir pensando en pagar Predial. Ha venido a México suficientes veces para conocer al público mexicano a la perfección.

En el escenario más cercano a la salida se cierra el festival y los últimos espectadores sonríen, varios volveremos mañana por más, los ánimos siempre encontrarán el camino de vuelta.

reseña por: @malosotenebroso

fotos por: Fernando Messino

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